Claves para comunicarte con tu bebé
Te contamos las vías de comunicación que puedes crear con tu bebé
- Cómo interpretar qué dice tu bebé
- Cómo comunicarse con el bebé
Tu bebé es capaz de comunicarse contigo, aunque todavía no sepa hablar. Saber interpretar lo que dice y animarle con sus primeras palabras es importante para su desarrollo del lenguaje. Al principio, las caricias, la intensidad y melodía de la voz, las diferentes formas de mirar de mamá, serán las señales que guíen a tu bebé en sus interacciones y primeros contactos con el mundo.
Cómo interpretar qué dice tu bebé
La mirada, las vocalizaciones, la expresividad de su rostro, el movimiento de sus bracitos y piernas, son algunos de los recursos comunicativos del bebé, que se irán haciendo más complejos gracias a la maduración de su sistema nervioso y a los intercambios con sus padres.
El llanto será una de las primeras manifestaciones de que el bebé está incómodo. Tu pericia e intuición a la hora de interpretar estos gestos y sonidos adecuadamente serán esenciales para establecer una buena comunicación entre vosotros.
Cómo comunicarse con el bebé
El éxito o el fracaso de los primeros intercambios comunicativos, así como la facilidad o la dificultad para establecerlos va a depender de las características de los interlocutores, de su carácter y de su actitud frente al acto de comunicar. Los niños pueden ser:
1. Activos
Son niños capaces de iniciar una interacción y de responder a todos los intentos comunicativos de los adultos. Así, vemos a bebés sonriendo para provocar la sonrisa de la madre y que mueven los bracitos cuando ella le devuelve la sonrisa. Con ellos, es fácil interactuar y alentar sus progresos.
2. Tímidos o reacios
Estos niños no inician la comunicación, pero pueden responder a nuestros intentos. Tendremos que esforzarnos más con ellos.
3. Pasivos
Son los que no inician ni responden a los intentos comunicativos de los adultos. Van a su 'propio aire' y cuesta introducirnos en su juego. Con este tipo de niños resulta más difícil mantener el interés de comunicarnos, pero son los más necesitan de nuestro aliento y nuestro deseo de conectar.
Partir del interés del niño y dejar que él lidere el espacio lúdico significa contar desde un principio con su atención y su participación. Para que la comunicación fluya, ten en cuenta estas recomendaciones:
1. Exceso de control
Cuando elegimos siempre el juego o dirigimos la actividad de los niños, cuando les examinamos constantemente con miles de preguntas sin dar casi tiempo a que nos respondan o cuando ayudamos a los niños sin dejarles desplegar sus habilidades (aunque se equivoquen al principio y un rato después también), las interacciones comunicativas se ven menguadas.
2. Escasa participación
Cuando los adultos nos divertimos solos con el juego sin contar con el niño, cuando no esperamos y no seguimos su interés, seguramente, el niño se desconectará y rechazará la participación del adulto.
3. Poca paciencia
Cuando en los turnos de diálogo no esperamos lo suficiente la respuesta del niño y continuamos con lo nuestro, cerramos la puerta al diálogo. Los adultos debemos esperar expectantes esa intervención (una mirada, un gesto, una sonrisa) para mostrar nuestro interés y después ofrecer una respuesta.
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