Frases que no debemos decir a los niños cuando no quieren comer
Consecuencias de regañar y forzar a los niños en el momento de la comida o la cena
- Los niños y su forma de relacionarse con la comida
- Qué frases debemos evitar decir si nuestros hijos no quieren comer
Cuando los pequeños no quieren comer, ¿qué podemos hacer? Es una pregunta que muchos padres se hacen y, cuando no encuentran respuesta y ante la desesperación del momento, suelen acabar diciendo frases que lejos de ayudar a que los niños se acerquen a la comida empeoran la situación. Si esto que te acabo de contar te suena, te invitamos a que leas la recopilación de frases que no debemos decir a los niños cuando no quieren comer y detectes si están dentro de tu repertorio.
Los niños y su forma de relacionarse con la comida
La comida es en la mayoría de las culturas una experiencia de unión y satisfacción. Siempre está presente en las mejores situaciones de nuestra vida: en las fiestas, los momentos románticos con nuestra pareja, vivencias inolvidables con la familia, en bodas y bautizos...
Sin embargo, en el interior de un hogar puede llegar a convertirse en un motivo de conflicto familiar cuando los pequeños no quieren comer. Aunque no tendría por qué ser así, las reacciones de papá y mamá ante la frustración de ver que su hijo o hija no come no siempre son las mejores.
Aunque a veces no seamos conscientes de ello, hay frases y palabras que no funcionan para hacer que los niños coman, incluso pueden empeorar la situación. De hecho, para muchos niños pueden llegar a ser tan traumáticos esos momentos de tensión por su negativa a comer que les marca hasta su etapa adulta, de manera que su experiencia con la comida se convierte en algo negativo durante gran parte de su vida. Por ejemplo, etiquetar a los niños como ‘melindres’, ‘tiquismiquis’ o calificativos similares por el simple hecho de que no les guste una comida puede llegar a crear una percepción de sí mismos que les acompañe hasta su etapa adulta, influyendo en su relación con la comida durante años.
Cuando los pequeños sufren experiencias traumáticas con la comida, les estamos privando de su propia autonomía gastronómica, del derecho a tener paladar y gustos diferentes al resto y de sentirse libres de probar nuevos sabores...
Es cierto que los padres sufren con las negativas de sus hijos al comer, se desesperan y muchas veces no saben qué hacer. Yo misma como mamá también sufro si mi hija no quiere comer un plato que considero sano y nutritivo y, por supuesto, necesario para su correcto desarrollo y crecimiento. ‘¿Pero por qué hoy no se come el aguacate si el otro día lo devoró?’, me he preguntado más de una vez, porque es algo que suele pasar.
Creo que en ese momento de desesperación lo mejor es respirar hondo y entender que es más simple: no le apetece o no le gusta. Esto no significa que no le pueda apetecer en otro momento o que más adelante sus papilas gustativas no puedan desarrollar el gusto por un alimento concreto. De hecho, a mi hija ya le ha pasado con muchos alimentos. Cuando empezó con la alimentación complementaria no soportaba la pera y ahora le encanta.
Mi estrategia con mi hija siempre ha sido la de tratar de convertir la comida en un momento agradable. La idea es que relacione la comida como un momento social. No siempre come en familia, pero trato que lo haga la mayor parte de las veces posible. Además, trato de respetar sus gustos y deseos, no sin antes haberlo intentado, pero si la negativa es persistente, intento ofrecerle otro alimento igual de nutritivo y saludable.
De esta manera ella come y yo me quedo tranquila porque sé que su alimentación es la correcta. Por cierto, no siempre tengo otra alternativa, no siempre hay tiempo o hay días en que estoy cansada. Por supuesto, a veces he cometido el error de tratar de ‘obligarla’ a comer, lo que por supuesto no ha funcionado. Lo que quiero decir es que es un ensayo y error y que como cualquier mamá o papá voy aprendiendo sobre la marcha. Además, ¿cuál es el problema de que no le guste todo? Seamos realistas, ¿verdaderamente nosotros comemos de todo?
[Leer más: Cuándo sí hay que obligar al niño a comer]
Es cierto que hay niños que pueden llegar a representar un verdadero problema. Es decir, si no come ninguna verdura, su salud está en juego, por lo que quizás debamos preocuparnos más por detectar la razón por la que no las come: puede ser una llamada de atención porque no se siente amado, puede ser que haya un problema familiar alrededor y exprese su frustración de esta manera, o incluso puede ser un problema físico que hace que su cuerpo instintivamente rechace las verduras.
Es importante que acudamos a un especialista en el caso de que consideremos que pueda haber un problema psicológico o físico detrás de su negativa a comer. Sin embargo, también lo es que revisemos nuestras propias reacciones cuando nuestros hijos no comen y repensar cómo estamos favoreciendo su experiencia con la comida.
Qué frases debemos evitar decir si nuestros hijos no quieren comer
De la misma manera que los expertos nos recomiendan que no convirtamos la comida en un suplemento emocional para evitar problemas como la ansiedad por la comida o la obesidad, tampoco debería convertirse en un foco de supresión emocional, que puede derivar en otros problemas psicológicos. Por ello, no está de más revisar algunas frases que en vez de ayudar a que nuestros hijos deseen probar nuevos alimentos y relacionarse positivamente con la comida, por el contrario los aleja aún más a estar abiertos a disfrutar de todos los alimentos.
- ¡Mira el avioncito!'
Puede que sorprenda que este tipo de frases no sean adecuadas, pero en realidad cuando se las decimos a un niño para que coma no es más que una maniobra de distracción. Quizás no es la más dañina, pero enseñar a nuestros hijos a comer mientras ven la tele o nos ven bailar puede alejarlos de la verdadera experiencia culinaria, hasta el punto de no querer comer sin estas distracciones.
- ‘Venga, un poquito más’ y seguidamente meterle la cuchara en la boca
Al igual que sucede con la frase anterior es un tipo de coacción que no tiene en cuenta las verdaderas necesidades y deseos de nuestros hijos. En vez de utilizar esta frase, podemos preguntar si desean más. Si ya saben hablar, podemos preguntarles también si tienen más hambre para cerciorarnos de que su negativa no tiene que ver con estar saciado.
- ‘Si no comes, nunca podrás crecer’
Hacer que nuestros hijos se sientan culpables cuando se niegan a comer es una forma de chantaje emocional que no les hace ningún bien. Frases como ‘si no comes te pondrás enfermo’ o ‘si no comes te quedarás chiquitito’ no ayudan. Por supuesto, en positivo son diferentes: explicarles que una comida variada nos ayuda a crecer, estar sanos y desarrollarnos correctamente es una buena manera de que entiendan lo importante que es la alimentación.
- ‘Si no comes, no habrá postre’
Las amenazas tampoco son la mejor manera de que nuestros hijos coman, todo lo contrario, hacen que se relacionen negativamente con la comida. También existen amenazas encubiertas: ‘comételo todo para que podamos ir al parque a jugar’ que son igual de dañinas.
- ‘Si no quieres pasarte la tarde castigado, ¡comételo todo!’
Aún peor es amenazar con un castigo y, por cierto, algo bastante absurdo. ¿Te imaginas que te castigaran cada vez que no comes algo que no te gusta? ¿Tiene algún sentido castigar por algo así? Si lo piensas bien, seguro que te das cuenta de que no, y que con este comportamiento, lejos de hacer que tu hijo sea feliz comiendo, lo que conseguirás no solo es que no coma o coma infeliz, sino que con ello romperás la confianza en vuestra relación.
- ‘La abuelita se pondrá triste si ve que no comes lo que te ha preparado’
Otro ejemplo de chantaje emocional. El hecho de que tu hijo coma o se niego a hacerlo no supone el bienestar o el malestar de alguien. Su experiencia con la comida no puede responsabilizarle de tu estado emocional o del de otra persona de su entorno.
- ‘¿Cómo puedes dejar tanta comida en el plato con la cantidad de niños que pasan hambre en el mundo?’
Si tus hijos no son responsables de tu bienestar por el hecho de comer o no, mucho menos del bienestar de los niños del planeta. No pienses que con este tipo de frases estás concienciando a tus hijos de la situación de los niños en el mundo, no es así. Lo único que haces es un tipo de chantaje emocional que los hace sentir mal por el hecho de tener gustos, deseos y decisiones.
- ‘Comes como un bebé’, ‘qué melindres eres, si te viera tu abuelo...’, ‘podías aprender de tu hermana/prima/amiga, ella sí sabe comer’
Este tipo de frases son realmente negativas. Para un niño suponen insultos, descalificaciones y comparaciones agresivas que llevan detrás una fuerte carga emocional que no deberían por qué sufrir. Recuerda que uno de los derechos de los niños es ser respetados, también cuando se niegan a comer.
- ‘Si te comes todo, te compro un helado’, ‘si no te comes todo, te pondré las sobras para cenar’
Premiar y castigar cuando un niño no quiere comer es una mala estrategia, pero además hacerlo con comida es mucho peor, ya que acabará asociando que existe comida buena y comida mala, lo que no favorecerá su experiencia culinaria y se cerrará aún más a probar alimentos.
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