Cómo cambiar malos hábitos alimentarios en la familia

Corregir unos hábitos de alimentación incorrectos es posible

Carlota Reviriego, Nutricionista
En este artículo
  1. Corregir malos hábitos alimentarios en la familia 

Escogemos la manera en la que educamos a nuestros hijos cuando nacen, aunque podemos ir puliendo la técnica o variándola según las circunstancias, a medida que el niño crece. Sin embargo, muchos hábitos ya adquiridos son difíciles de cambiar, y de hecho, los hábitos alimentarios, son unos de los que más esfuerzo requieren.

Corregir malos hábitos alimentarios en la familia 

 Malos hábitos de alimentación en la familia

Idealmente, y preferiblemente tras una lactancia materna en exclusiva y a demanda durante los primeros 6 meses de vida, el bebé comienza a tener contacto con otros alimentos, y aquí es donde comienzan a educarse los hábitos alimentarios. La mejor manera de hacerlo es ofreciendo alimentos saludables al bebé, a la vez que respetamos sus decisiones de probar o no probar la comida que ofrecemos.

La evolución natural de estos hábitos alimentarios, partiendo de la premisa de que las comidas que ofrecemos son sanas y equilibradas, conduce a una forma de alimentación correcta, en cuanto a cantidad y a calidad.

El niño obviamente pasará por etapas en las que rechace alimentos que antes comía, otras en las que se negara a comer y otras en las que únicamente se alimentara de su comida favorita, sin embargo, si hemos actuado correctamente hasta este punto y mantenemos el mismo enfoque, estas etapas pasaran sin causar mayor problema.

Respira hondo y disfruta de ver comer a tu hijo, porque los hábitos alimentarios que le has inculcado, probablemente le acompañaran durante toda su vida.

Sin embargo, cuando nos encontramos ante un niño que ha tenido una alimentación poco ordenada y que, cuando decidimos adoptar unas medidas más sanas y equilibradas, se niega a seguirlas, ¿qué podemos hacer? En primer lugar, no darnos por vencidos. Corregir unos hábitos alimentarios incorrectos no es fácil, pero desde luego tampoco es imposible.

- Incentivar y reconocer cuando el niño escoge comer un plato nuevo que antes se negaba ayuda a potenciar su autoestima a la vez que nos ayuda en nuestra labor de reeducar sus hábitos alimentarios.

- Dejar de comprar aquellos alimentos que son problemáticos: bollos, chocolate, aperitivos salados, e intentar tener variedad de frutas y otros snacks saludables a su alcance.

- Comer en familia, elaborando una única comida y permitiendo que cada cual escoja la cantidad que quiere comer.

- Ofrecer únicamente con las comidas agua, salvo el desayuno, que puede acompañarse de leche o derivados lácteos.

- Aplicar estas premisas a nuestros hábitos alimentarios también, de manera que nuestro ejemplo este en concordancia con lo que queremos mostrar a nuestros hijos. Es difícil, sino imposible, que un niño decida hacer algo que no ve hacer a sus padres.

Sobre todo, lo principal, llegados a este punto, es tener paciencia y ser persistentes. El cambio llevará tiempo, pero puede lograrse, y es un hábito que durará toda la vida, por lo que, cuanto antes comencemos, mejor.

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