La intimidad de los niños
A qué edad comienzan los niños a pedir más intimidad
- A partir de qué edad necesitan su espacio e intimidad los niños
- Por qué necesitan intimidad los niños
Entre los 11 y 13 años nuestros niños van a comenzar reclamar mayor intimidad, preferirán ducharse y vestirse solos y encontrar espacios donde escuchar su música, leer o tumbarse a pensar.
Es posible que ya hayas empezado a detectar este comportamiento en tus hijos, y antes de preocuparte debes saber que éste es un momento de transición y cambios a los que los padres también nos debemos adaptar.
A partir de qué edad necesitan su espacio e intimidad los niños
¿Por qué necesitan intimidad los niños? ¿Debemos dejar por ejemplo que cierren la puerta de su cuarto?
Si eres padre o madre de un niño o niña preadoslescente te habrás dado cuenta que desde hace un tiempo tu hijo empieza a reclamar su espacio, busca más intimidad al vestirse y ducharse pero también espacios para estar a solas consigo mismo. Entre los 11 y 13 años, quizás un poco antes en algunos casos, los niños y niñas necesitan sus espacios y nosotros, como padres, debemos saber dárselos respetando su privacidad.
La preadolescencia se caracteriza, precisamente, por un intento en los niños y niñas de dejar atrás su infancia y romper con los lazos familiares, un aumento en el sentido del pudor y vergüenza hacia su propio cuerpo, así como una gran sensibilidad hacia las críticas de los demás, temor a hacer el ridículo y, como no, una necesidad creciente de independencia y por tanto de intimidad en el hogar.
Sabiendo esto, permitir que nuestros hijos e hijas pasen tiempo a solas con la puerta de su cuarto cerrada no debería suponer ningún problema, ya que los niños de esta edad necesitan estos espacios para conocerse mejor a sí mismos y reafirmar su personalidad.
Por qué necesitan intimidad los niños
Si lo que nos preocupa es el mundo cibernético, qué ven, leen o descubren en internet o el tipo de relaciones que establecen mediante las redes sociales podemos adoptar diferentes medidas como son la de tener los ordenadores en lugares comunes de la casa y aplicar controles paternales que restrinjan los sitios donde pueden acceder.
A esta edad es normal también que empiecen a buscar respuestas sobre su sexualidad, se sientan excitados y aparezca la necesidad de masturbarse. Nunca debería alarmarnos esta conducta tan normal como natural a no ser que se convierta en una actividad compulsiva. Siempre que aceptemos con naturalidad este comportamiento, que forma parte del desarrollo sexual de nuestros hijos, podremos garantizar un clima emocional adecuado para nuestros hijos y nosotros, sus padres, sabremos cerrar las puertas cuando ellos lo necesiten.
A esta necesidad de intimidad se suma la necesidad de preservar su privacidad, es decir, no es conveniente que les critiquemos o expliquemos detalles de su vida personal ante otras personas. Si quieren explicar algo debemos permitir que sean ellos mismos quienes lo expongan y respetar que si no quieren hacerlo tienen todo el derecho a abstenerse. Dicho esto, es importante igual que lo es en otras etapas del desarrollo de los niños, que no les comparemos con sus hermanos, primos o conocidos, ellos son únicos e irrepetibles, con sus más y con sus menos y debemos saber aceptarles tal y como son.
Nuestros hijos necesitan padres comprensivos que no permisivos, como suelo decir siempre, y esto significa ser padres que entendamos sus cambios, padres accesibles cuando nos necesiten, padres con voluntad de escuchar, de pactar y de entender pero también padres firmes con normas y límites claros, padres que les sepamos reconducir cuando se equivocan y saber tender esa mano que les reconforta cuando se encuentran perdidos. Sr padre no es fácil pero para un niño crecer tampoco lo es.
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