Excesos de la educación actual que trastornan a los hijos

La hiperpaternidad y otros modelos educativos que no benefician a los niños

Borja Quicios, Psicólogo educativo
En este artículo
  1. Cambios en las relaciones familiares que afectan a los hijos
  2. Los pilares sobre los que se sostiene la nueva educación
  3. Qué podemos hacer los padres

¿Qué ha ocurrido para que haya cambiado tanto la educación de los hijos? En el siglo XXI la mayor parte de los hijos aseguran estar mejor y sentirse más felices dentro de la familia que hace 50 años, y el entorno de la familia es una de las instituciones más valoradas por los jóvenes. Pero al mismo tiempo, se dan numerosos signos preocupantes ya que:

- Los padres y profesores creen haber perdido el control educativo de los niños.

- Hay una queja frecuente referida a la mala educación y falta de valores.

- Han aparecido fenómenos de maltrato de hijos hacia padres, abuelos etc.

Cambios en las relaciones familiares que afectan a los hijos

Los excesos en la educación de los niños

Estos cambios han aparecido en un contexto de transformaciones profundas en las familias y en sus miembros como:

- Relación padres-hijos. Los criterios educativos han cambiado. Se busca dejar atrás la educación autoritaria hacia una más democrática. Buscando la simetría en la relación entre ambos donde los hijos tengan la capacidad de discutir con los padres cualquier asunto, y muy especialmente los que les conciernen. El problema viene cuando los padres buscan ser “amigos” de sus hijos y en la búsqueda de la negociación en todos los aspectos. Con ello, se llega a otra asimetría, esta vez poniendo por encima a los hijos de los padres y siendo los niños los que imponen su autoridad

- El trabajo y la falta de tiempo. Los adultos tenemos cada vez más preocupación por el currículo personal y profesional hasta el punto de anteponer el trabajo a cualquier cosa. Este sistema impuesto por la nueva sociedad hace que sea difícil dedicar tiempo a los hijos y a la familia por lo que los adultos buscarán otras maneras de compensarles.

- El consumo y búsqueda de bienestar. Este derecho imperativo que existe de la búsqueda de la libertad para salir o cuidarse a uno mismo hace que se dé prioridad a los intereses individuales, procurando no condicionarse a compromisos que los puedan poner en riesgo. Hay un cambio que va desde la educación para “cuidar a otros” hacia la educación para “cuidarse a sí mismo” o que “otros me cuiden”. Además el bienestar se mide en “tener” y “consumir”. Cuanto más tienes mejor estás. Se educa a los hijos en el consumo que no tiene coste ya que el esfuerzo y el trabajo ya lo hacen los adultos.

Los pilares sobre los que se sostiene la nueva educación

Un profesor y orientador estadounidense llamado Kim Payne, afirma que existen cuatro pilares básicos sobre los que se sustenta la educación actual de los niños.

- Demasiadas cosas. El tener muchos juguetes abruma a los niños. Restan valor a las cosas y todo pasa a ser superficial para ellos perdiendo el interés hacia lo que tienen y lo que les rodea. Tener tanto les dificulta el desarrollo de su imaginación.

- Demasiadas opciones. El poder elegir entre tantas opciones hace que estas vayan deteriorando su libertad robándoles su oportunidad de aburrirse, que es fundamental para estimular la creatividad y el aprendizaje por descubrimiento.

- Demasiada información. Esto hace que los niños estén en continua tensión y no haya momento de relajación.

- Demasiada velocidad. Al haber un exceso de información no existe tiempo para poder asimilar, reflexionar y disfrutar de la cosas.

Qué podemos hacer los padres

Ante la hiperpaternidad y la sobreprotección que llegan a ejercer los padres en la educación de sus hijos en el siglo XXI los padres deben dotarles de equilibrio mental y emocional. Para ello deben alejarse de las pautas impuestas por la sociedad que se sostienen en los pilares anteriormente mencionados. Para ello:

- Los padres han de pasar tiempo de calidad con sus hijos.

- No llenarle la agenda de actividades dirigidas o extraescolares y que los niños tengan tiempo libre para que jueguen, pinten o incluso se aburran.

- Que la información que reciban sea adecuada, comprensible y en dosis pequeñas. Esto se traduce en el uso más racional de la tecnología.

- Pensar que los niños son niños. Ya habrá tiempo para que sean adultos

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