La moraleja de la fábula La cigarra y la hormiga nos dice que debemos dividir nuestro tiempo para todo, dedicar un tiempo a divertirnos, otro a trabajar, y que no nos debemos confiar siempre en que todo nos va ir bien, ya que hay épocas buenas y malas.
- Cantaba y cantaba bajo el sol - contestó la cigarra.
- ¿Eso hacías? le preguntó la hormiga. Y proseguió: Pues si cantabas en el verano, ahora bailarás durante el invierno.
Y diciendo eso, le cerró la puerta, dejando fuera a la cigarra, que había aprendido la lección de que uno debe ser precavido y trabajar para no pasar apuros después.
FIN
Claro que esa historia no se termina por ahí, ¿verdad? Al final, la hormiga, sintiendo pena de la cigarra, le abrió la puerta para que no se murriera de frío. Pero al siguiente verano, la cigarra se puso a trabajar como la hormiga, ya que había aprendido la lección.
La hormiga hizo caso omiso de la invitación de la cigarra y siguió trabajando todo el verano reuniendo provisiones.
Unos meses más tarde, por fin llegó el invierno. La hormiga dejó de trabajar y decidió que ya era hora de meterse en su casa, ya que tenía alimento suficiente para pasar esa fría temporada.
- Es que pienso en el mañana. Y tú también deberías hacerlo. Si no empiezas ahora a almacenar alimentos, no tendrás comida para pasar el invierno. Déjate de tanta holgazanería – le respondía la hormiga, mientras transportaba el grano, atareada.
La cigarra se reía y seguía cantando sin hacer caso a su amiga.
Una cigarra vivía feliz disfrutando del verano: el sol brillaba, las flores desprendían su aroma...y la cigarra cantaba y cantaba.
- No puedo entender - decía ella - por qué están todos trabajando. Deberían seguir mi ejemplo y disfrutar del buen tiempo.”