No hay motivo para mentir a los hijos
Las mentiras piadosas de los padres afectan al desarrollo del niño
- No hay motivo para mentir a los hijos
Muchas veces los padres contamos pequeñas mentiras para evitar enfrentamientos con nuestros hijos, o para suavizarles algún dato, son las llamadas mentiras piadosas.
Sin embargo, los pegagogos afirman que no hay motivo para mentir a los hijos, ya que eso puede tener repercusiones en su comportamiento.
No hay motivo para mentir a los hijos
No hay motivo para mentir a los hijos, ya que la mentira acaba en IRA “ment-IRA” y, ese efecto, es lo que produce en las personas que han sido objeto de la mentira por parte de alguien. También acaba en desconfianza y decepción por no haber sido suficientemente justos con lo que ellos creían esperar.
"Una mentirijilla a tiempo viene bien, no hay que decir siempre la verdad, a veces una mentira soluciona un problema”, esta es una de las frases y creencias que muchas personas tienen sobre la utilización de la mentira, y así justifican el hecho de mentir más de la cuenta.
Pero es una creencia errónea, ya que los niños tarde o temprano descubrirán la verdad, y por lo tanto nos quedamos mejor con frases como:“La mentira tiene las patitas muy cortas, “una mentira pone en duda mil verdades” o “si dices la verdad nunca tendrás que acordarte de muchas equivocaciones que luego lamentamos”.
Desde mi punto de vista, no hay motivo para mentir a los niños, porque cuando mentimos a nuestros hijos provocamos en ellos una serie de reacciones que no favorecen su desarrollo y su madurez.
Al percibir la mentira los niños pueden sentir:
- Desconfianza: Con lo difícil que es conseguir ganarse la confianza, una sola mentira tirará por la borda gran parte de la labor que venimos haciendo.
- Tristeza: Cuando te han mentido se rechaza la empatía, y se apodera en ellos una terrible sensación de fracaso.
- Rabia: Es la sensación más común y prolongada, ya que el niño no encuentra una explicación del por qué le han mentido.
- Decepción: Incluso la persona que te ha mentido se ha decepcionado a sí mismo, y basta una sola decepción para ver lo difícil que es solucionarlo.
Por tanto si no quieres generar en tus hijos desconfianza, tristeza, decepción o rabia, no les mientas, y al no hacerlo estarás invirtiendo en el buen desarrollo personal de tus hijos.
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