El líquido amniótico en el embarazo
Qué es y para qué sirve el líquido amniótico a lo largo de la gestación
- ¿Cómo se forma el líquido amniótico?
- ¿Qué funciones tiene el líquido en el útero materno?
- ¿Cuánto líquido amniótico podemos tener?
- ¿Es malo tener poco o mucho líquido amniótico?
Sabemos que el líquido amniótico es un fluido que envuelve al bebé, y mucho se habla durante el embarazo, ya que podemos examinarlo para conocer el cariotipo del bebé y diagnosticar posibles enfermedades cromosómicas; pero sobre todo de cara al parto: cuando rompemos aguas nos debemos fijar si el líquido es claro o no.
Sin embargo hoy vamos a tratar curiosidades de este importante líquido.
¿Cómo se forma el líquido amniótico?
En el primer trimestre este líquido es un ultrafiltrado del plasma sanguíneo materno, y su composición es muy similar, pero a partir de la semana 12, también el bebé interviene en su producción y cantidad con el filtrado de su riñón. Se sabe que ya a partir de la semana 18 o 20 el 90% del líquido amniótico es producido por el bebé: el feto llena su vejiga cada media hora y la vacía, de esta manera renueva el líquido varias veces al día.
La composición del líquido amniótico cambia a lo largo del embarazo, se parece bastante al plasma materno y el grado de salinidad que presenta es similar al agua marina.
¿Qué funciones tiene el líquido en el útero materno?
- Sirve de amortiguador: le protege de lesiones externas y evita que le dañe la presión que ejercen tus propios órganos.
- Mantiene al bebé a la temperatura del organismo materno.
- Ayuda a desarrollar los pulmones.
- Le permite moverse libremente.
- Impide la compresión del cordón umbilical
- Proporciona iones y proteínas.
¿Cuánto líquido amniótico podemos tener?
En torno a la semana 34 o 36 de embarazo contamos con la máxima cantidad de líquido, entre 800-1000 ml. A partir de la semana 38 esa cantidad empieza a disminuir, es por eso que el ginecólogo comprobará la cantidad de líquido mediante ecografías.
¿Es malo tener poco o mucho líquido amniótico?
En muchos casos de alteración en la cantidad de líquido amniótico, los embarazos terminan con bebés y madres sanos; sin problemas.
Sin embargo la cantidad excesiva (polihidramnios) o escasa (oligoamnios) requieren de un control medico más exhaustivo ya que pueden indicar alguna patología de la madre, de la placenta o del bebé como diabetes gestacional, malformaciones en el feto, placenta no funcionante, fisura de la bolsa, problemas en el sistema renal del bebé, etc.
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