El Guay visita a Anabel. Cuento infantil sobre la felicidad
Cuentos de fantasía para leer con los niños
- Cuentos infantiles sobre la felicidad: El Guay visita a Anabel
- OLA NICOLAS
Los cuentos son muy útiles en la infancia. Los niños no sólo aprenden más vocabulario, también aprenden sobre el entorno y estimulan su imaginación, además les ayuda a detectar emociones y sentimientos a través de las historias que leen.
En el cuento El Guay visita a Anabel, nos encontramos ante los sentimientos que tiene una niña con la llegada de su nuevo hermanito y como, un pequeño duendecillo le ayuda a sentir la felicidad y emoción. Un cuento infantil sobre la felicidad para leer con los niños.
Cuentos infantiles sobre la felicidad: El Guay visita a Anabel
Cuando el guay de nariz colorada despertó supo que en casa de Anabel pasaba algo bueno y, fue a visitarla para que le contara el motivo de tanta alegría.
Anabel es una niña de cinco años y hoy se siente muy feliz. Le ha contado al guay que hoy llegan a casa sus papás con Nicolás, su nuevo hermanito. Está deseando conocerle, su abuela Luisa le ha dicho que se parece mucho a ella cuando era pequeñita, tiene la cara redondita y los ojos achinados.
Los primeros días será un poco latoso tener a Nicolás en casa, le ha dicho su mamá, porque su hermanito se pasará casi todo el tiempo durmiendo, llorando y comiendo pero deberá tener paciencia, ya que en poco tiempo, Nicolás crecerá y podrá jugar con él todo lo que quiera y, además, si lo desea podrá ayudarla a cuidar del bebé y a vigilar su sueño.
Por eso, entre los dos han decidido adornar la casa para dar la bienvenida a su hermanito. Han inflado muchos globos de colores y los han colgado del techo de la habitación y, Anabel entusiasmada, ha escrito con un rotulador azul en la blanca pared con letras muy grandes:
OLA NICOLAS
Cuando por fin ha llegado Nicolás a casa, al verle, Anabel se ha tapado la cara y ha exclamado: ¡Ooooh, qué pequeñito es!
La mamá de Anabel también se ha tapado la cara y ha exclamado: ¡Ooooh!, al ver la pared pintada de la habitación, pero enseguida ha abrazado a la niña muy fuerte.
El guay, con la nariz hinchada y colorada, como siempre le ocurre cuando se siente muy feliz, se ha despedido de Anabel prometiéndole volver.
Y al caer la noche y venir la luna, el guay se ha dormido como acostumbra, suspendido boca abajo en el aire y muy feliz.
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