Cuándo debemos llevar al niño al logopeda
Cuando el niño necesita un logopeda para solucionar su problema
- Cuándo conviene acudir con el niño a un logopeda
Es inevitable plantearse esta pregunta como padre cuando vemos que nuestro hijo/a no habla, habla poco o, si lo hace, apenas se le entiende. Esto sucede, en muchas ocasiones, porque no se pueden evitar las comparaciones con hermanos, los demás niños de la clase, amigos de la urbanización o el parque, familiares...
Por eso es necesario que conozcamos algunos síntomas que podrían ser signo de retraso o alteración en el lenguaje, no sólo oral sino también escrito, ya que ambos son objeto de rehabilitación logopédica; al igual que la voz y la audición, por lo que también prestaremos atención a posibles disfunciones en ellas.
Cuándo conviene acudir con el niño a un logopeda
- Si apenas mantiene el contacto ocular, es decir, no mira a los ojos o no tiene intención comunicativa. Comprobad si tiene una mirada conjunta con aquel con quien habla o juega. Estos intentos por comunicarse con el interlocutor son perceptibles incluso desde los primeros meses de vida, por lo que si no veis esta interacción debéis estar atentos.
- No responde a su nombre o no se sorprende cuando se producen fuertes golpes o potentes sonidos. Esto podría denotar posibles problemas de audición, que son los primeros que hay que descartar y resolver para que el habla pueda desarrollarse.
- A los 2 años o 2 años y medio el habla es nula, casi inexistente o completamente ininteligible. A esta edad, si el desarrollo del lenguaje es normal, debería haber un repertorio mínimo de unas 40-50 palabras distintas. Por supuesto, muchos niños muestran un repertorio más restringido sin que esto suponga necesariamente un retraso, pero bien es cierto que a esta edad debería haberse producido cierta 'explosión' en su vocabulario.
- No comprende o tarda demasiado tiempo en responder a órdenes y/o preguntas sencillas. Es importante comprobar que no haya dificultades de compresión puesto que lo que un niño no entiende es incapaz de reproducirlo, lo que podría traducirse también en complicaciones expresivas.
- Si a los 3 años no presenta una fluidez verbal que le permita, al menos, expresar sus necesidades o deseos más básicos y ser entendido por personas ajenas a su entorno más cercano. A esta edad, los niños ya suelen ser capaces de unir varias palabras, elaborando oraciones sencillas pero eficaces. Si tu pequeño trata de comunicarse pero lo hace sólo mediante gestos, mímica y/o breves vocalizaciones, es bueno que consultes la opinión de un experto.
- En torno a los 4-5 años comprobáis que uno o varios de los sonidos que emite están distorsionados (perdo en vez de perro, por ejemplo), son omitidos (por ejemplo, peota en lugar de pelota), o bien, sustituidos por otros (tol en lugar de sol). Todos estos errores pueden dar la sensación de que su habla está infantilizada, poco madura. Si dichos defectos de la articulación son abundantes antes de los 4 años y están provocando que apenas se entienda lo que el niño dice, también es conveniente dirigirnos a un logopeda.
- A ese mismo rango de edad (4-5 años) detectáis alteraciones de dentición, mandibulares y/o de salivación que afectan a la alimentación y deglución: problemas para masticar o tragar, control de babeo, malformaciones dentarias, etc.
- A los 5 años sigue empleando oraciones excesivamente simples (no hay uso de subordinadas ni variedad de tiempos verbales) y carentes de palabras de función (artículos, preposiciones, conjunciones,...). Todo ello le lleva a demostrar complicaciones a la hora de narrar experiencias.
- Pierde la voz con facilidad o ésta suena como si la estuviese forzando continuamente. Esto sucede, con frecuencia, debido a un mal uso o abuso vocal, especialmente en niños que respiran por la boca, que tienden a gritar a menudo, etc.
- En el momento del aprendizaje de la lectoescritura muestra problemas a la hora de escribir o leer. Es fundamental atender estas dificultades a tiempo para que el niño asiente adecuadamente las bases de la lectoescritura y no se reflejen en procesos superiores más complejos como la comprensión y/o redacción de textos.
- Presenta problemas en la adquisición de conceptos básicos de razonamiento lógico-matemático y de cálculo.
En cualquier caso, si tenéis dudas sobre si vuestro hijo/a presenta o no dificultades en el habla, el lenguaje o la comunicación, os recomendamos que consultéis cuanto antes con un logopeda. Éste os dará pautas a llevar a cabo, podrá resolver vuestras incógnitas y, lo que es más importante, actuará si fuese necesario. Una detección precoz junto a una intervención temprana son, sin duda, las mayores garantías de éxito.
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