Meningitis, la importancia del apellido que le acompaña, y las vacunas
Las consecuencias de que la meningitis sea vírica o bacteriana son totalmente distintas
- La diferencia entre la meningitis vírica y la bacteriana
- La importancia de las vacunas para combatir la meningitis
Si hay una palabra que asusta a padres y pediatras es, sin ninguna duda, meningitis. Da nombre a uno de los síndromes más temidos en todo el mundo, por su elevada mortalidad y porcentaje de secuelas entre los supervivientes.
La diferencia entre la meningitis vírica y la bacteriana
Sin embargo, el apellido que acompaña a dicho término es crucial, porque si la meningitis es 'vírica', el pronóstico es excelente en la mayoría de las ocasiones. Sigue siendo una enfermedad grave, pero nos permite tranquilizar mucho a las familias. Ojalá pudiera decir que nunca es mortal, o que nunca deja secuelas, pero la Medicina está gobernada por porcentajes que me impiden asegurar nada con semejante rotundidad.
En cualquier caso, el pronóstico es mucho mejor que si la meningitis se acompaña de la palabra 'bacteriana', 'neumocócica' o 'meningocócica'. Son películas de terror que los pediatras queremos dejar de ver. Terror para las familias, por la gravedad del cuadro y sus elevados índices de morbi-mortalidad. Y terror para los pediatras, porque hagamos lo que hagamos, su evolución es tan veloz y fulminante que siempre vamos por detrás de la enfermedad.
De hecho, a pesar de todos los avances de la Medicina actual, los porcentajes de mortalidad y secuelas se mantienen estables. Es como si la bacteria ya hubiera decidido el destino antes de que nosotros pudiéramos diagnosticarlo. Solo dos o tres horas antes era un lactante feliz, un niño con un pico aislado de fiebre que comía galletas y sonreía, pero después ya es demasiado tarde.
No hay forma de verlo venir. Y no es culpa de nadie, aunque la mayoría de los padres quieran buscar un posible retraso en el diagnóstico, nadie es culpable, salvo la propia enfermedad, que evoluciona así de rápido. Un tren sin frenos que cuesta mucho detener.
La importancia de las vacunas para combatir la meningitis
Solo hay dos aspectos positivos con respecto a la meningitis bacteriana. La primera es que se trata de una enfermedad muy poco frecuente. Es más fácil que nos toque la lotería de Navidad que le toque una meningitis bacteriana a nuestro hijo. La segunda es que, en la actualidad, tenemos vacunas disponibles para prevenir esta película de terror, frente a las dos bacterias que, con mayor frecuencia, producen este cuadro: neumococo y meningococo.
Para el primero tenemos, ¡por fin!, una vacuna financiada en todo el territorio español. Ha costado, pero lo hemos conseguido entre todos. Para el segundo, tenemos algunas financiadas y otras no, todo depende del tipo de meningococo. Hay hasta seis clases distintas: A, B, C, W, X e Y. Hay una vacuna financiada frente al C, y otras no financiadas frente al B y tetravalente frente a los tipos A, C, W e Y. Generalmente bien conocidas por las familias, pues de momento hay que pagarlas, espero que en pocos años puedan estar financiadas, como ya han prometido algunas comunidades autónomas.
Si tu pediatra no te las ha recomendado es porque nunca ha visto una meningitis bacteriana. Basta con sufrir una, en tercera persona y con fonendoscopio al cuello, para no volver a querer verlo nunca jamás. Mientras luchamos para que esté financiada en todo el territorio español, regala vida a tus hijos administrando estas vacunas, porque si desarrolla la enfermedad, ya será tarde para todos.
Me encantaría ser menos drástico, pero cuando era residente de pediatría yo mismo soñaba con el día en el que tuviéramos vacunas frente a la meningitis neumocócica o meningocócica. Ahora ya no tengo que soñar, solo te pido que protejas a tu hijo para evitar, en la medida de lo posible, ese abrazo sentido que ningún pediatra quiere ofrecer a ningún padre.
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