Cuando estaba embarazada siempre me preocupó pensar en qué momento me pondría de parto, si llegaría a tiempo al hospital, tendría que tener a mi bebé en la carretera o me pondría de parto en plena calle. Afortunadamente, tuve tiempo de llegar a la maternidad porque rompí aguas en casa, pero no a todas nos pasa lo mismo y si no que se lo digan a mi madre o a la mujer que se puso de parto en pleno vuelo a bordo de un avión Malabo-Madrid.
Cuando era pequeña disfrutaba mucho del relato de mi
nacimiento. Mi madre me contó muchas veces cómo fue aquel día. Se lo pedía una y otra vez, y ella relataba cada detalle de aquel momento para mi deleite y regocijo. El caso es que debido a una serie de percances, unidos a una rápida
dilatación, casi nazco en el taxi. A los cinco minutos de llegar a la maternidad, una matrona me recogió en sus brazos. Mi madre recuerda con una gran satisfacción y felicidad la suerte que tuvo al sentirse, por fin, atendida y con su niña sana y salva en sus brazos.
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Esa misma buena suerte fue la que tuvo la mujer que
dio a luz en pleno vuelo a un bebé gracias a la atención que le proporcionaron una
matrona, un
pediatra y un médico, que viajaban en el avión de Iberia, que hacia el recorrido Malabo-Madrid. El parto se produjo dos horas después de que el avión despegara de Guinea Ecuatorial y fue muy rápido. El bebé
pesó tres kilos y está perfectamente. Fue una coincidencia que una comadrona, un médico y un pediatra viajaran en aquel vuelo, que ninguno olvidará jamás, para ayudar a la mamá, que iba acompañada de su hermana y de su hijo de dos años. Actualmente, dar a luz en un avión es más complicado que ponerse de parto y no llegar a tiempo a la maternidad en tu ciudad de residencia. Las
compañías aéreas tienen un protocolo de recomendaciones para las mujeres embarazadas y muchas aerolineas no permiten volar en sus aeronaves a las futuras mamás con más de
siete meses de gestación. Algunas incluso son más estrictas y solicitan certificados médicos. Pero, en este caso, el bebé nació en pleno vuelo por las circunstancias especiales de su madre, residente en Madrid, que había acudido a Malabo a un entierro. A pesar de que nos entra el síndrome del nido y lo preparamos todo para el bebé con mucha antelación, y de que tenemos bien presente la fecha probable de parto, a veces la vida nos depara múltiples sorpresas y acontecimientos inesperados, que emocionalmente también pueden precipitar un parto. Desde estas líneas, enhorabuena a todas las valientes mamás que han afrontado su
parto en circunstancias especiales. Su valor y coraje es siempre un ejemplo para todas nosotras.
Marisol Nuevo.
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