Niños consumistas: ¿Víctimas de los caprichos de los padres?
Descubre las pautas o claves para hacer que los niños reconozcan y den valor a lo que tienen, y no sean consumistas
- Caprichos de los padres llevan a niños consumistas
Qué difícil es educar a los hijos en una sociedad tan consumista como la que vivimos, ¿verdad? Hay padres que llegan a sentirse culpables si no regalan a su hijo un juguete cada semana o una chocolatina cada día. El niño pide y el niño tiene, y por increíble que pueda parecer, esta es una situación real en muchos hogares.
Caprichos de los padres llevan a niños consumistas
En estas vacaciones tuve la oportunidad de conocer la tan famosa tienda de 'American Girl'. Para quien no la conoce, es algo así como una gran tienda de departamentos, generalmente en una dirección muy selecta. Nada más y nada menos que grandes avenidas de Nueva York, Chicago y Los Ángeles. Una tienda dedicada solamente a las muñecas. Pero no me refiero a las muñecas de trapo o de plástico, o a las de toda la vida, me refiero a una muñeca súper especial. Una muñeca que llega al borde de lo real. Algo así como una equivalente miniatura de una niña de verdad.
Las hay de todos los estilos. Morenas, rubias, con pecas en la carita, con el pelo liso o rizado, de todos los tonos y colores, clásicas o modernas, con o sin gafas, con ojos claros u oscuros, de distintas nacionalidades y razas... en fin, sería imposible señalar todas las características.
Pero vamos a lo que vamos. Además de las muñecas, la tienda comercializa todo un arsenal de complementos: muebles para toda la casa, ropas, accesorios y zapatos de variados estilos y para todas las ocasiones, utensilios para la cocina, el baño, para el pic-nic, deportes y distintas actividades, material para el cuidado de caballos, gatos y perros, teléfonos móviles de distintos diseños, etc. ¿El precio? Unos 115 dólares, cada muñeca. En otras palabras, un lujoso capricho orientados a ricos y pijos.
Sin embargo, no fue la variedad de muñecas, ni la diversidad de los complementos, ni la peluquería de muñecas que ocupaba parte de la tercera planta de la tienda y que cobraba por el peinado más sencillo unos 25 dólares, lo que más me impresionó en la tienda. Ni siquiera el restaurante con silla exclusiva para la muñeca en la mesa, ni la lavandería o el servicio de personalización de las ropas de las muñecas. Lo que me llamó la atención, fue el tesón de las madres, animando compulsivamente a sus hijas a comprar. Su conducta era de histeria.
A la salida de la tienda, eran ellas las que más se empeñaban en fotografiar a su hija, de espalda a la tienda, con todo lo que había comprado, en manos. Había niñas que salían vestidas con el mismo modelito de ropa que llevaba su muñeca. ¡Increíble! Que quede claro que para nada estoy criticando a la tienda, ni la actitud de las madres, ni el despertar del consumismo en la infancia. Al fin y al cabo todos hemos 'tropezado' alguna vez en este sentido.
Lo que quiero recalcar es el papel de la madre o del padre frente al consumo de sus hijos. Pienso que son las actitudes de los padres lo que determina en gran o pequeña medida el valor del consumo para los pequeños. Cómo nos comportamos, qué valoramos, y los comentarios que hacemos los padres tienen una influencia incuestionable en los hijos, y por lo tanto, deberíamos vigilarnos. A eso me refiero.
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