¿Es bueno estimular la fantasía de nuestros hijos?

¿Es bueno estimular la fantasía de nuestros hijos?

Patro Gabaldón, Periodista
En este artículo
  1. La fantasía y creatividad de los niños

Hace unos días, durante las fiestas de nuestro pueblo, mi hija me preguntó ¿mamá adónde van los globos cuando a los niños se les escapa de la cuerda? No tardó en responderse ella misma, feliz de haber dado con la explicación del enigma: 'Ah! Ya lo sé, se van al cielo, al final del mundo para que Dios pueda jugar con ellos'.

Desde luego mi respuesta iba a ser mucho más práctica y menos imaginativa que la suya, le respondería una frase del tipo: 'los globos suben y suben hasta que la presión del aire hace que revienten'. Después de oír su respuesta sonreí y pensé que debería haber estado a la altura de sus expectativas, haber fomentado su fantasía. ¡A los niños les encantan las historias inventadas!

La fantasía y creatividad de los niños

globos

Por lo general, a nuestros hijos les vamos ofreciendo respuestas, pautas de comportamiento y conocimientos para que puedan manejarse por la vida sin dificultad y conocer su entorno; si nuestro hijo nos pregunta qué color sale de mezclar el rojo y el amarillo, lo normal y más conveniente sería responderles que naranja y no cualquier tontería, pero ¿no te ha pasado que muchas veces parecen que buscan respuestas para un mundo creado por ellos, un mundo repleto de sus fantasías? Sus pequeñas mentes no siempre estarán maduras para entender aspectos reales de la vida, pero siempre estarán dispuestas y expectantes a nuevas historias fantásticas.

De vez en cuando resulta delicioso leerles narraciones, contarles cuentos improvisados o inventarse soluciones descabelladas para hacerles reír y pasar un rato divertido, imaginando juntos. Yo me pregunto ¿cómo los niños pueden tener esa fe ciega en que el ratón Pérez se lleva sus dientes, en los Reyes Magos, los duendes, las hadas, los dragones,...? A mí me encanta cómo buscan una explicación para las cosas más inverosímiles y cómo emplean cierta lógica para poder seguir creyendo en aquello que despierta su ilusión y su creatividad, incluso cuando se les plantean dudas razonables. ¿Por qué no dejarles que tengan esa ilusión si, al fin y al cabo, nosotros somos los que les iniciamos a través de los cuentos que les contamos, de las tradiciones en las que les iniciamos y de las historias inventadas que les trasmitimos?

Esta etapa de imaginación y fantasía durará pocos años de su infancia, no mucho más de los ocho años. Poder entrar en su mundo nos permitirá conectar con él, como si nos arrodilláramos para hablarles en lugar de hacerlo desde lo alto. Imaginar con ellos también puede llevarlos a descubrir la realidad, puede ser para ambos un gran momento de reflexión y de entretenimiento, y puede suponer para nosotros el descubrimiento del tesoro de sus emociones, sus miedos, sus inquietudes y sus pequeños secretos.

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