Síndrome de down: la historia de Naomi

La conmovedora historia de una niña con síndrome de Down

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  1. Una conmovedora historia sobre el Síndrome de Down

Me llamo Naomi, soy de México, nací hace algo más de 5 años y los médicos dijeron a mis papás que no estaba bien y que presentaba rasgos de Síndrome de Down.

Mis papás al principio no supieron cómo reaccionar, no porque no me quisieran, sino porque no tenían información sobre mi enfermedad y era mucha la incertidumbre. Luego empezaron a planear cómo hacer para que mi vida no tuviera tantos problemas.

Te contamos cómo es la historia de Naomi, una niña con Síndrome de Down.

Una conmovedora historia sobre el Síndrome de Down

Manos juntas

Con apenas cinco días de vida el especialista en genética comunicó a mis padres que no podría salir adelante y el mundo volvió a derrumbarse para ellos, pero aún así no dejaron de luchar por mí un solo momento. Me sometieron a un sinfín de estudios y análisis con los cuales sufrí mucho y asistí a las consultas de cardiología, ortopedia, neurología, audiología, a la vez que me llevaban tres veces por semana a un centro de estimulación tempranay también trabajaba en casa con ayuda de mi familia, ¡pronto podía hacer cosas que otros niños down no hacían!

Cuando contaba con un año, entré en la fundación Jonh Landon Down, para participar de un programa realizado en base a mis necesidades. Trabajé mucho entonces y fue muy cansado para toda mi familia llevarlo a cabo según las indicaciones. Por las mañana trabajaba con mi mamá, por la tarde en la guardería o con mi abuelita y por la noche con mi papá. En ocasiones veía que mis papás sentían que no lo lograría, pero cuando me miraban tomaban nuevos ánimos para continuar. Después de tanto esfuerzo empecé a gatear y no fue hasta los dos años que di mis primeros pasos. Entonces, entré en la escuela con otros niños regulares (sin discapacidad), allí junto con la fundación aprendí algunos colores, formas, tamaños, conceptos, números, etc.

El que reconocieran mis logros, y el aprecio y el respeto que me brindaban, me ayudo mucho a sentirme como cualquier otro niño. A los tres años entre a otra escuela y fue un poco difícil adaptarme porque extrañaba mi anterior escuela, así que me quedaba en un rincón sin hacer nada. Mi nueva maestra llegó a pensar que tenía muchas carencias, pero poco a poco le demostré que podía lograrlo. Ella al principio me sobreprotegía porque algunos compañeritos mi llegaron a agredir físicamente con rasguños o mordiscos, pero nada tuvo que ver en este hecho mi discapacidad, sino que tuve mala suerte de ello.

En Mayo del 2008 se llevo a cabo la Mini-olimpiada a nivel de zona y yo fui la elegida para llevar la antorcha Olímpica, cuando el pebetero llego a mis manos todas las personas que se encontraban ahí gritaban mi nombre apoyándome. Actualmente tengo cinco años cinco meses de edad, llevo un seguimiento en USAER (es el apoyo que brindan algunas escuelas regulares a niñas como yo para que nos integremos dentro de la sociedad) y la FJLD; sigo en constante revisión, recibo terapia de lenguaje, tratamiento ortopédico y oftalmológico.

Tengo a mi hermanita menor a la que quiero y me quiere mucho, soy una persona muy querida y respetada y eso me hace tener una infancia feliz. Ahora bien, no todo ha sido tomar la iniciativa y esforzarme hasta lograr mis metas, lamentablemente, para las personas con capacidades diferentes nos resulta difícil encontrar maestros, doctores y terapeutas que comprendan nuestras necesidades. Mis papás y yo hemos tenido muchos tropiezos, pero pasito a pasito, al igual que cuando aprendí a caminar, hemos salido adelante.

Texto de Gabriela López. Madre de Naomi (2012)

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