Los niños imitan a los mayores: en lo bueno y en lo malo
Los niños imitan a los mayores: en lo bueno y en lo malo
- La influencia de los mayores en los niños pequeños
Nuestros hijos pequeños copian y repiten frases, gestos, juegos y conductas sin parar, es su manera de aprender; absorben e imitan todo lo que ven y oyen, cualquiera puede convertirse en su modelo a seguir y, por ello, a muchos padres les preocupa que sus hijos tengan un ejemplo y modelo adecuado en cualquier ambiente donde su hijo se mueva o en sus relaciones sociales.
Cuidar la relación que nuestros hijos tienen con otros niños es muy importante. En el ámbito familiar, hay muchas familias formadas por varios hermanos donde se les exige más a los mayores porque ellos serán el modelo que los pequeños van a imitar y porque han recorrido algunos pasos más en su relación con los padres y con los amigos. Los más pequeños que, como es natural, quieren ser mayores, imitan con más frecuencia los comportamientos de su hermano o niño mayor que ejerce sobre él un influjo irresistible.
La influencia de los mayores en los niños pequeños
Pero aunque el ámbito familiar y las recomendaciones de los padres a sus hijos son decisivas, hay ambientes difíciles de controlar por nosotros y que pueden echar a perder nuestro trabajo en la educación de nuestro hijo. Leí el otro día un comentario de una madre que había tenido que ir a vivir a la casa materna con su pequeña y en ella vivía también su sobrina más mayor, cuya rebeldía y enojo para con su madre era constante. Su pequeña, que hasta ahora era una niña dócil y obediente, por influencia de su prima mayor, imitaba sus conductas rebeldes y adoptaba frases desafiantes ante su madre, lo cual entristecía enormemente a su madre, que veía como su pequeña niña estaba hechizada hacia el mal comportamiento de su prima mayor.
Desgraciadamente, hay situaciones que se nos pueden escapar de las manos porque nosotras no podemos educar a los hijos de los demás ni podemos controlar todo, pero lo que sí podemos hacer con nuestro hijo, aunque aún sea pequeño, es hacerle nuestro cómplice, comentarle los problemas o dificultades que pueden mover a esos niños más mayores a un comportamiento indeseable e intentar convencerles de que esa manera de actuar puede tener consecuencias nefastas para ese niño y que le hará infeliz, no sólo a su madre, sino a él mismo.
Aunque es difícil, en ningún caso debemos tirar la toalla, ni resignarnos a perder aquello que creemos mejor para modelar a nuestros hijos. Debemos no descansar en aconsejarles y en ofrecerles una educación adecuada en el trato con nosotros y con los demás. ¿Por qué no invitarles a reflexionar sobre el dicho: 'No hagas a los demás lo que no quieres para ti?'. Yo, a mi pequeño, siempre le pregunto ¿a ti te gusta que te peguen, o que te insulten? Él me contesta con un rotundo 'no' y, entonces, le digo: 'Pues, si quieres tener amigos, tú tampoco debes hacerlo a los demás, cada uno recoge lo que siembra'.
Los niños entienden las cosas mucho más de lo que creemos, sus padres somos su principal modelo de conducta y es aconsejable que exista una buena comunicación entre nosotros para que puedan percatarse de nuestro amor y dedicación hacia a ellos y para que confíen siempre en nosotros y en la educación que les ofrecemos por encima de otros modelos que están a su alcance.
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