Las eficaces normas de Einstein para que los niños aprendan

La mejor manera para aprender, según Einstein

Patricia Fernández, Periodista
En este artículo
  1. Las normas de Einstein para que los niños aprendan

Einstein fue un mal estudiante que sufrió en sus propias carnes, o mejor dicho cerebro, las deficiencias del sistema educativo del siglo XIX. Parece mentira, pero hoy día, en plena era digital, en lo que podríamos definir como el “futuro” que supone vivir en el siglo XXI, el sistema de educación no ha cambiado mucho.

Te contamos las normas de Einstein para que los niños aprendan.

Las normas de Einstein para que los niños aprendan

Las normas básicas que dio Einstein para educar a los niños

Aunque su punto fuerte fue la física, lo cierto es que Einstein nos dejó para la posteridad frases de impacto sobre la educación que ponen en entredicho muchas de las prácticas educativas de hoy día.

Einstein estuvo muy preocupado por la forma de enseñar a aprender de los niños, principalmente porque él sufrió las deficiencias del sistema educativo del siglo XIX como una losa que le hizo, incluso, abandonar los estudios.

En la escuela de Múnich donde estudió siete años, era necesario memorizar y repetir hasta aprender, algo que todavía pervive en pleno siglo XXI. Su curiosa e inquieta mente no aguantó tanto aburrimiento y abandonó antes de acabar los estudios.

Él puso de manifiesto lo que la mayoría de los estudiantes experimentamos en la escuela: que la obligación de estudiar mata toda la curiosidad del alumno, y lo expuso en una frase de sus notas autobiográficas: “Pienso que incluso a un animal de presa sano se le podría privar de su voracidad si se le obliga continuamente a comer cuando no tiene hambre”

Promulgaba que el aprendizaje era el mejor de los regalos, y no una amarga obligación. En su proceso de aprendizaje aprendió a entresacar lo esencial y descartar todo lo superfluo, y se dio cuenta de que la multitud de datos que almacenamos en la mente, sin sentido alguno, nos desvía de lo realmente esencial.

Aprendemos millones de palabras que terminan olvidadas con el paso del tiempo y, tras desaparecer, solo nos queda la base de la educación, entonces ¿para qué hemos empleado tanto tiempo en lo que vamos a olvidar?

Anteponía la práctica a la teoría, porque la mente se ejercita a base de prueba y error, de manipular, y de todo aquello que tenga que ver con lo empírico, y empleaba una metáfora muy significativa: “si un hombre joven ha entrenado sus músculos y su resistencia física haciendo gimnasia y caminando, más tarde estará preparado para cualquier trabajo físico. Esto es análogo a la mente.”

A todos nos queda muy claro que aprender a escribir se aprende escribiendo, y a leer leyendo, y las matemáticas se aprenden cuando vas al mercado y no te llega el dinero para comprar lo que quieres.

Einstein opinaba que el aprendizaje mecánico, crea autómatas y aborta el talento individual, ya que se basa en el temor, la fuerza y la autoridad, lo que crea sumisos. Además, no despierta la productividad del alumno, sino que los adormece, y se basa en el deseo individual y no en el del bien común, donde se debería darse el reconocimiento y no la envidia, ya que, según sus propias palabras: “el valor de un hombre debería ser en función de lo que da y no de lo que recibe”.

Einstein creía en una nueva enseñanza para el futuro: “El estudio y, en general, la búsqueda de la verdad y la belleza, conforman un área donde podemos seguir siendo niños toda la vida”.

Si tuvo razón en su complicada teoría sobre la relatividad, que nos han conducido hacia nuevos planetas, ¿por qué no le escuchamos en algo tan vital como sencillo? Ahí queda mi reivindicación a quien pueda interesarle.

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