Se dan clases de felicidad a los niños
Enseñar a los niños a ser felices
- Cómo los niños aprenden a ser felices
¿Donde reside la felicidad? Muchos dicen que en las pequeñas cosas; otros dicen que en las cosas que no vemos. Y tu, ¿qué te hace feliz? Una mañana de domingo, cuando caminaba por el campo, me llamó la atención unas hormigas que caminaban por la tierra, una detrás de otra, formando una perfecta hilera. Y me dirás, ‘si hay hormigas por todos los lados’, y tienes toda la razón. Sin embargo, en este momento, al contemplarlas me invadió un sentimiento de alegría y ternura que al cabo de unos instantes, comprendí que la felicidad no estaba en las hormigas sino que residía en mi interior, en mi modo de percibir y valorar la belleza de aquella escena. Creo que la felicidad es eso, no depende de las cosas externas sino de cómo la vemos, identificamos y percibimos.
Cómo los niños aprenden a ser felices
Yo siempre he defendido la teoría de que la felicidad no es un sentimiento como cualquier otro, es un valor que podemos aprender en nuestro día a día con la práctica de algunos hábitos. De hecho, la felicidad ya es una asignatura en colegios británicos. En Wellington College, un internado inglés que se ha convertido en uno de los centros educativos más avanzados del país, se imparte clases de felicidad de una hora a la semana, a niños desde los 5 años de edad, donde se promueve el sentirse bien, debates sobre las emociones, de cómo sobrellevar las dificultades, tensiones, etc. Tras algunos años de clases de felicidad, los maestros notaron que el aprender a ser feliz ha mejorado el nivel y el rendimiento académico de los niños. Un niño feliz aprende más y mejor.
Considerando que, debido al estrés y las tensiones que viven los niños en su día a día y que por ello hayan aumentado considerablemente los casos de ansiedad y depresión entre ellos, me parece muy acertado este tipo de iniciativa. Somos tan exigentes con los niños, con que aprendan idiomas, matemáticas y otras asignaturas académicas, pero nos olvidamos de enseñarles cómo cultivar la capacidad para apreciar cosas tan sencillas como una flor, un insecto, un abrazo, una charla, una buena comida, el silencio, la gratitud, la amistad, etc. Los niños no necesitan de grandes cosas o acontecimientos para que sentirse felices.
Está claro que si queremos que nuestros hijos sean felices es necesario que les ayudemos a desarrollar capacidades y fortalezas personales. ¿Cómo? Pues, por ejemplo, escuchando música con ellos, leyendo un cuento, caminando y charlando con ellos, viendo una película juntos, estando con amigos, dando las gracias, valorando lo bueno que es aprender, etc. Es muy importante que para ello, les demos ejemplos. Los niños aprenden primero de nuestras actitudes. Si eres una persona que no es feliz, será casi imposible que tu hijo asimile lo que no eres. Somos sus primeros maestros en todo, no nos olvidemos.
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