Calmar a los niños al limpiar y tratar sus heridas
Curar una herida parece una tarea sencilla pero no siempre para muchos padres
- Cómo calmar a los niños heridos
- Padres: paciencia ante las heridas de los niños
'Sana sanita, culito de rana, si no se cura hoy, se curará mañana...' cuántas veces decimos estas palabras mágicas para tranquilizar a nuestros hijos cuando aparecen llorando por algún daño, pupa o herida que se han hecho, ¿verdad? Por más dolorosa que sea la herida de los niños, nada mejor que unas buenas palabras, dichas con cariño, para calmarles.
Cómo calmar a los niños heridos
Cada niño es único también en su forma de reaccionar al dolor. Así como hay los que se caen mil veces y aunque sufran rozaduras o alguna herida, se la limpian en la ropa o se la chupan, se levantan, vuelven y siguen jugando, corriendo y saltando como si nada, hay los que no se impresionan con la sangre y con el dolor, y que encaran estas difíciles situaciones como si se fueran a morir.
Lloran, chillan, y lo que es peor, tapan la herida con las manos con tanta fuerza, a tal punto de no permitir que nadie, absolutamente nadie, la vea o la toque. Para los padres, tanto uno como el otro caso les preocupa. Una herida, sea leve o aguda, debe ser tratada con antisépticos y curada, enseguida.
De pequeños, mis hermanos siempre reaccionaban de una forma diferente a las heridas. El más pequeño siempre fue de los que no daban importancia a las heridas, pero el mayor no podía ni ver la sangre porque le entraba el pánico e incluso mareos.
Una vez un perro le arañó el hombro y me acuerdo perfectamente la desesperación de mi madre corriendo detrás de mi hermano, intentando ver la herida que él la tapaba con las manos. Solo cuando mi hermano se calmó es que mi madre pudo ver qué es lo que realmente él tenía en el hombro. Menos mal se trataba apenas de una rozadura. ¡Menudo susto!
Padres: paciencia ante las heridas de los niños
Es muy importante que los padres sepan calmar y tranquilizar a sus hijos cuando se hacen daño. Una limpieza inmediata de la herida es lo que garantiza que el proceso de curación de la herida avance de una forma adecuada y rápida, y lo que realmente puede evitar una infección.
Es aconsejable que los padres sepan que una herida leve se debe curarse en unos 4 o 5 días y una aguda en como mucho 10 días. Si pasado este tiempo no se cura y encima presenta enrojecimiento de los bordes, dolor y pus (fluido transparente y amarillento), será porque presenta infección. En este caso es recomendable buscar ayuda médica.
Es muy importante también que los padres mantengan la calma y que tengan mucha paciencia con los hijos en estas circunstancias. El comportamiento y la reacción de los padres, en la mayoría de los casos, son lo que acaban determinando la reacción de los niños a estas difíciles situaciones. Todo se aprende en esta vida, incluso a tener miedo.
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