Antibióticos para niños, ¿cuándo sí y cuándo no?
- ¿Para qué sirven los antibióticos y cuándo se utilizan?
- ¿Cuándo no se deben utilizar los antibióticos en niños?
El debate sobre los antibióticos vuelve a la palestra ya que una bebé de 18 meses falleció en un pequeño pueblo de Pensilvania a causa de una infección de oído. Sus padres desconfiaban de los antibióticos y de las vacunas no quisieron administrar medicamentos a la niña que, según los médicos, se hubiese salvado con un tratamiento a base de antibióticos. Este es un caso extremo, pero sirve para ilustrar la poca información o la desinformación que, en algunos casos, tenemos los padres sobre el uso de medicamentos.
¿Para qué sirven los antibióticos y cuándo se utilizan?
Los antibióticos no son malos, de hecho salvan vidas, lo que es malo es administrarlos de forma incorrecta. Es un hecho que los médicos son cada vez más contrarios a la hora de recetar antibióticos. Cuando yo era pequeña era el abc de la medicina familiar, sin embargo, hoy en día hasta que el niño no pasa 3 días con fiebre, al menos así procede mi pediatra, y la patología lo requiere, el pediatra no se decide a recetar esta medicina. Los padres a veces se saltan esta decisión y los administran por su cuenta.
Los antibióticos son medicamentos potentes que combaten las infecciones producidas por bacterias y su correcto uso puede salvar vidas. Según la Organización Mundial de la Salud, son potentes agentes medicinales que se emplean para tratar las infecciones causadas por bacterias (organismos que pueden causar desde una neumonía a una infección de orina). Según el tipo de bacteria que esté provocando la afección, el pediatra prescribirá un antibiótico u otro.
Los pediatras suelen recetar amoxicilina en caso de infecciones graves en el oído, casos de sinusitis, tos severa y persistente, amigdalitis o faringitis estreptocócica.
¿Cuándo no se deben utilizar los antibióticos en niños?
Los antibióticos no combaten ni son eficaces contra las infecciones causadas por virus como un resfriado, gripe, bronquitis, faringitis o una gastroenteritis. Si se administran cuando la enfermedad está causada por un virus, lo único que estamos provocando es la resistencia a los antibióticos y además su efecto será nulo.
Otro error importante que se comete es no terminar el tratamiento. A veces el niño después de unos días se siente bien, y muchos padres interrumpen la medicación antes de lo que indica el médico. Esto puede provocar que el niño se vea reinfectado ya que algunas bacterias podrían haber sobrevivido.
Tampoco debemos guardar los antibióticos recetados para otro uso posterior ni para otra persona.
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