Mi hijo siempre juega solo, ¿es autónomo o le cuesta hacer amigos?
Cómo los padres pueden ayudar a los niños a desarrollar habilidades sociales
- Por qué tu hijo también juega solo
- ¿Le cuesta hacer amigos?
- Qué podemos hacer los padres
Son muchos los padres que se preocupan porque observan en sus casas, en el parque o les avisan desde el colegio que su hijo siempre juega solo. Padres y madres que se agobian ante esta situación y se preguntan si es normal este comportamiento, dado que su hijo es bastante autónomo, o es que le cuesta hacer amigos. Es decir cómo pueden ayudar a sus hijos para que dejen de jugar solos, hagan amigos y socialicen mejor.
La respuesta a estas cuestiones no es única ni simple porque dependerá de muchos factores. Entre ellos cabe poner de relieve la edad del niño, la frecuencia con la que juega solo, el estilo educativo de los padres o cómo lo vive el pequeño. Veremos todos estos elementos a lo largo de este artículo pero antes de continuar quiero recalcar que lo importante es que los niños necesitan jugar. Y necesitan hacerlo tanto solos como acompañados, porque las diferentes modalidades de juego proporcionan aprendizajes igual de importantes.
Por qué tu hijo también juega solo
Los niños necesitan jugar solos para desarrollar su autonomía, su independencia e imaginación. Aprender de sus errores y tener la posibilidad de elegir en cada momento a qué quieren jugar. Jugar solos, aunque creamos lo contrario, también les enriquece.
Si observamos a los niños con detenimiento cuando juegan solos vemos que son capaces de resolver por ellos mismos esos problemas que les surgen, de igual manera que aprenden a tomar decisiones, y desarrollar habilidades lingüísticas al conversar con sus muñecos o con personajes inventados recreando distintas situaciones.
Cierto es que cuando juegan con sus iguales aprenden otro tipo de habilidades sociales como la capacidad de negociar, la empatía, la tolerancia o el respeto por los demás. Pero el juego en solitario es igual de imprescindible como el juego en grupo para el desarrollo de los más pequeños siempre y cuando aprenda a combinarlos.
En cualquier caso, antes de alarmar o alarmarnos debemos conocer las distintas etapas del juego infantil. Saber que el juego en solitario es una fase más, al igual que lo es el juego en paralelo, el juego simbólico o el juego social. Al tener esta información, reducimos nuestras inquietudes y ajustamos mejor nuestras expectativas a la realidad.
¿Le cuesta hacer amigos?
¿Cuándo debemos preocuparnos? Las alertas deben saltar cuando un niño siempre se queda solo en el patio, se aleja de sus iguales en el parque o necesita constantemente la ayuda del adulto para jugar.
Como siempre la edad es determinante. Un niño a los 6 años debe haber desarrollado las habilidades sociales necesarias para encontrar un grupo, más o menos numeroso, para jugar en el recreo. De modo que, si nos avisan desde la escuela porque detectan que continuamente queda aislado debemos buscar el modo de ayudar al niño a salir de esta situación. Y, en caso necesario, buscar ayuda profesional, sobre todo si el niño vive negativamente esta circunstancia.
Qué podemos hacer los padres
En primer lugar, revisar nuestro estilo educativo y valorar las oportunidades de socializar que le estamos ofreciendo a nuestros hijos. Sabemos que la sobreprotección afecta negativamente al desarrollo los niños, ya que los vuelve inseguros, dependientes, temerosos y vulnerables.
De modo que, una de nuestras obligaciones como padres es la de fomentar oportunidades de que nuestro pequeño se relacione. ¿Cómo? De diferentes modos, eso sí, siempre adaptándonos a nuestra dinámica familiar, a nuestro modo de ser y sin presionar ni obsesionarnos con que nuestros hijos deben ser los más populares, extrovertidos y simpáticos del mundo.
Cosas sencillas que podemos hacer durante los primeros años:
1 Ir frecuentemente a jugar a los parques infantiles cercanos a nuestro domicilio.
2. Invitar a algún compañero de clase a jugar y merendar un día por semana.
3. Acudir y organizar fiestas de cumpleaños.
4. Inscribirlos en extraescolares donde tengan oportunidades de conocer otros niños distintos a los de su clase.
5. Ofrecerles modelos de conducta, es decir que nos vean con nuestros amigos en diferentes momentos: comiendo, cenando, paseando, comprando...
Pero sobre todo ten en cuenta que cada niño es único y diferente. Cada uno lleva su ritmo a la hora de hacer amigos pero todos necesitarán sentirse parte de un grupo, sobre todo en la adolescencia, momento en el que es importante que lleguen una buena mochila cargada de habilidades sociales. Ayúdales a desarrollarlas desde la infancia, poco a poco y sin obsesionarte.
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