Cómo trabajar las emociones con niños de 5 años. Educación emocional

Pautas para enseñar a tu hijo de 5 años a gestionar emociones como la rabia, el enfado o la alegría

Sara Tarrés, Psicóloga Infantil
En este artículo
  1. Educación emocional para los niños de 5 años
  2. Cómo trabajar las emociones con tus hijos a través del juego

Cada vez somos más padres, educadores y demás profesionales en contacto con la infancia los que estamos convencidos de la importancia de la educación emocional para los niños de todas las edades. Por ello, en esta ocasión te damos una serie de consejos y pautas para trabajar las emociones con los niños de 5 años. El objetivo es que aprendan a identificarlas cuando las sienten, pero también en otras personas, así como a comprenderlas y manejarlas.

Educación emocional para los niños de 5 años

Ofrecer educación emocional a los niños

Si somos padres, madres o educadores de un niño de 5 años habremos sido testigos de cómo sus emociones han ido evolucionando a lo largo del tiempo. Así, observamos como a esta edad ya es capaz de experimentar un abanico mayor de emociones cada vez más complejas.

Aún sigue experimentando con gran intensidad y variabilidad estas emociones a lo largo del día: aún se enfada con facilidad, siente un miedo atroz ante determinadas situaciones, la alegría le desborda, se siente culpable ante las cosas que ha hecho mal o puede que incluso se sienta algo envidioso de los logros de sus compañeros de clase.

Ante este mundo emocional tan complejo en el que viven los niños de 5 años es importante enseñarles a gestionar sus emociones para que estas no acaben causándoles problemas con los demás o consigo mismos. Este es uno de los objetivos de la educación emocional en la que, tanto familia como escuela, debemos implicarnos y así lograr que nuestros pequeños se conviertan en adultos emocionalmente inteligentes con mayores oportunidades de éxito en su vida presente y futura.

Con la finalidad de lograr esta meta tan ambiciosa debemos tener en cuenta que nosotros somos modelos y referentes, por lo que es importante que como padres dediquemos tiempo a entender nuestras propias emociones y las de nuestros pequeños. La inteligencia emocional se transmite y aprende, igual que otras conductas, a través de los modelos (más o menos afortunados) que nosotros (padres y adultos de referencia) exhibimos y que nuestros hijos (o alumnos) copian inevitablemente.

Cómo trabajar las emociones con tus hijos a través del juego

Enseñar a los niños de 5 años a gestionar sus emociones

Teniendo en cuenta el punto de desarrollo y aprendizaje en el que se encuentran los niños de 5 años, ¿cómo podemos ofrecerles una buena educación emocional, adaptada sus necesidades? A continuación te proponemos algunos tips que debes tener en cuenta.

1. Ser modelos emocionales adecuados

Una de las primeras estrategias, y la que nunca debemos perder de vista porque es imprescindible a lo largo de todo el desarrollo emocional de nuestras criaturas, es que nosotros (padres y educadores en general) debemos procurar ser modelos adecuados y referentes positivos de regulación emocional. Ello implica, tal y como hemos ido viendo, tener una buena conciencia emocional, saber qué sentimos, por qué lo sentimos y cómo lo expresamos tanto a nivel verbal como conductual.

Ser un modelo emocional adecuado principalmente significa evitar, en la medida que nos sea posible, que nuestras emociones poderosas, como la rabia o la frustración, nos desborden.

Recordemos que los niños aprenden más por lo que nos ven hacer que por aquello que les digamos que hagan. Pero también significa ser capaces de verbalizar qué nos ocurre, ponernos en el lugar del otro y disponer de unas óptimas habilidades sociales como, por ejemplo, saber escuchar a nuestros hijos aun cuando estos no nos hablan.

2. Ampliar y enriquecer su vocabulario emocional a través del diálogo

Sabemos, y así lo indicamos siempre que hablamos tanto de educación como de inteligencia emocional, que para el correcto desarrollo de esta última nuestro pequeño debe ser consciente de sus propios sentimientos y ser capaz de verbalizarlos a los demás. Para ello debe tener a su alcance un vocabulario rico que le permita expresar con palabras cómo está en cada momento.

Esto le ayudará explicar a quienes le rodean qué está sintiendo y abandonar, paulatinamente, las expresiones más físicas de alguna de las emociones poderosas como son la rabia o la frustración, que hasta ahora expresaba en forma de pataletas o rabietas.

Podemos llevar a cabo esta estrategia aprovechando diferentes situaciones sin esperar que nuestro hijo o hija tenga un arrebato emocional del tipo que sea. Podemos hablarle de cómo nos sentimos o cómo se siente él ante un hecho cualquiera, y buscar palabras que vayan más allá de bien, mal, enfadado o contento. El mundo emocional es muy rico en matices y conocerlos permite ver las diferencias entre enfadado y frustrado, contento y orgulloso, triste y aburrido, temeroso y nervioso... Todos estos matices que facilitan y amplían su capacidad de autoconocimiento. Una competencia emocional sobre la que se construyen todas las demás como el autocontrol o la empatía.

A esta edad los cuentos y las historias que en ellos se narran son excelentes herramientas para ampliar el vocabulario emocional de los niños de 5 años. En la actualidad disponemos de una amplia selección de libros infantiles dedicados a la educación emocional en los que se tratan emociones específicas o un grupo de ellas. Pero cualquier cuento infantil, clásico o moderno, nos permitirá hablar de cómo se sienten sus personajes proporcionándonos un valioso vocabulario que nuestros hijos podrán ir incorporando en su día a día.

Trabajar las emociones con los niños de 5 años

3. Fomentar la empatía y el autocontrol a través de los cuentos

Siguiendo con los cuentos y sus historias, a los 5 años podemos introducir preguntas que fomenten ponerse en el lugar del otro y entender cómo se sienten ante determinadas circunstancias. Algunas preguntas que nos pueden servir podrán ser las siguientes:

- ¿Cómo crees que se siente al personaje principal? ¿Por qué crees que se siente así? ¿Y tú, en esta situación cómo te sentirías?

- ¿Ha actuado bien? ¿Se ha equivocado en algo? ¿Tú qué hubieras hecho?

Estas son solo algunas preguntas a modo de ejemplo, muy útiles tanto si les leemos un cuento, les contamos una historia o vemos una película con ellos. Hablar de las diferentes emociones y reacciones fomenta la adquisición de competencias emocionales (autoconocimiento, empatía o autocontrol).

4. Jugar con ellos para enseñarles a identificar y gestionar emociones

Nadie puede poner en duda que el juego (en sus diferentes modalidades) permite experimentar diversas emociones que van desde la alegría a la frustración, pasando por la sorpresa, el aburrimiento o el miedo. Es por ello, entre otras muchas cosas, por lo que los adultos debemos velar para que los niños dispongan del suficiente tiempo para jugar tanto al aire libre como dentro de casa.

Jugar con ellos, nos va a permitir enseñarles a identificar lo que sienten pero también a ofrecerles modelos más óptimos para gestionar algunas de sus emociones como la frustración cuando pierden o la euforia cuando ganan.

5. Dibujar lo que sienten ayuda a poner orden a sus emociones

Otro modo de enseñar a nuestros hijos a gestionar sus emociones, es decir, identificarlas, entenderlas y aprender a expresarlas de un modo adecuado es pedirles que dibujen lo que les pasa.

Se trata de que dibujen diferentes emociones como alegría, miedo, enfado, tristeza, orgullo... tanto en momentos en las que las sienten como en otros más neutros en los que aparentemente no ha habido ningún detonante que haya disparado estas emociones.

Obviamente, cuando los niveles de activación emocional estén muy elevados es probable que no puedan realizar este ejercicio, ya que todavía son muy pequeños para poder entrar en esta dinámica si están llorando o en plena rabieta. En estos casos permaneceremos a su lado, incondicionalmente sin juzgar ni reprimir lo que sienten, conteniendo su desbordamiento emocional con un abrazo si así nos lo permiten, y poniendo el nombre a la emoción que están experimentando, comprendiendo y empatizando en la medida que nos sea posible.

Recordemos que para ayudar a nuestros hijos a gestionar sus emociones el primer paso es que sepamos gestionar las nuestras.

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