Educar con castigos físicos hace que los niños sean más violentos
Según un estudio, los países que prohíben los castigos corporales tienen jóvenes menos conflictivos
- La relación de los castigos físicos y los niños más violentos
- Alternativas a los castigos físicos
Según un estudio, los países en los que está prohibido ejercer castigos físicos contra los niños, registran un menor índice de conflictividad en sus jóvenes. Esto demuestra lo que muchos expertos llevaban tiempo sugiriendo: pegar a los niños para que aprendan es perjudicial y tiene efectos negativos en su comportamiento futuro. Este tipo de correctivos hace que los niños sean más violentos y que, en el futuro, se vean involucrados en más peleas.
Educar con castigos físicos es criar a los niños en un entorno de violencia. Al crecer, no tardarán en reproducir los patrones que han determinado su infancia. Cuando pegas a tu hijo le estás demostrando que los problemas y las situaciones conflictivas pueden solucionarse con golpes; y ellos mismos reproducirán esta estrategia cuando se enfrenten a dificultades.
La relación de los castigos físicos y los niños más violentos
En esta investigación, llevada a cabo por el doctor Frank Eglar del Instituto de Salud y Política de la Universidad de McGill (Montreal, Canadá), han participado más de 400.600 adolescentes de 88 países diferentes. A cada uno de ellos se le preguntó sobre el número de peleas o altercados en los que se había visto involucrado. Todas sus respuestas fueron analizadas y comparadas con la postura del país sobre el castigo físico.
Los resultados han demostrado que aquellas naciones en las que pegar a los niños como correctivo es ilegal (tanto en casa como en el colegio), tienen adultos jóvenes menos violentos que los países en los que no está legislado. En orden, los países mejor valorados que prohíben el castigo físico son Costa Rica, Portugal, Finlandia, Honduras y España.
Los datos arrojados por este estudio demuestran que educar a los niños en un ambiente familiar sin violencia hace que los jóvenes tengan comportamientos más sanos. Es importante que los padres tengan en cuenta este tipo de educación, pero también en las escuelas. Y es que muchos países aún no han prohibido el uso de los castigos corporales en las aulas de los colegios.
Alternativas a los castigos físicos
Como padres debemos en todo momento evitar los castigos físicos, por muy nerviosos que nos pongan nuestros hijos. Una cachetada, un azote o un golpe en la cara no van a conseguir que nuestro hijo mejore su comportamiento. Al pegar al niño, le enseñamos que no hace falta razonar, fomentamos el victimismo, dañamos su autoestima, les hacemos sentirse solos y tristes; dificultamos su integración en la sociedad, les alejamos de nosotros mismos...
Para evitar que nuestra violencia incite la suya, debemos buscar alternativas a los castigos físicos.
1. Habla con tu hijo
Respira hondo y frena tu impulsividad. Cuando tu hijo te 'desafíe', no le des aquello que está buscando: tu reacción. Lo mejor que puedes hacer en un momento como este es hablarle con tranquilidad y explicarle de manera directa, pero calmada, qué no ha hecho bien. Para que le quede aún más claro el motivo por el que te has enfadado, utiliza frases cortas.
2. Date la vuelta y vete
Si estás al límite de tus posibilidades y en cualquier momento vas a explotar, lo mejor es irte. Cuando las peleas aumentan mucho la intensidad, perdemos la noción de nuestras palabras y nuestros actos, lo cual no no es una justificación para darle un azote al niño. Por eso, la mejor manera de evitarlo es darse la vuelta e irse, siempre que sea posible porque la seguridad del niño está garantizada por otro adulto. Esto te permitirá calmarte pero también que tu hijo se serene. Cuando ambos estéis más tranquilos, podréis hablar de lo sucedido.
3. ¿Los castigos privativos?
Los castigos no son la mejor manera de educar a los niños, siempre conviene llevar a cabo un tipo de educación más positiva. Sin embargo, al menos, no representan un acto de violencia física. Puedes probar con los castigos privativos, aquellos que despojan al niño de algo cuando su conducta no es la apropiada. Por ejemplo, si el niño no recoge su ropa, no puede jugar con el móvil.
4. Deja que el niño asuma sus responsabilidades
El conocido como castigo natural también suele ser una manera efectiva para que los niños cambien su comportamiento. Se trata de dejar que el niño asuma las consecuencias (siempre controladas por el adulto) de sus actos. Por ejemplo, si se le olvidan los deberes en casa, debe ser él quien dé la cara ante la profesora.
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