Cómo reaccionar ante las primeras palabrotas e insultos de los niños
En ciertas ocasiones lo mejor es ignorar las palabras feas, pero otras hay que corregir a los niños
- Las primeras palabrotas de los niños
- Entonces, ¿cómo debemos reaccionar ante los tacos?
Cuando los niños empiezan a hablar es una etapa muy divertida e importante en su desarrollo. Van repitiendo todo lo que oyen, frases, palabras, expresiones… Muchas de ellas, en boca de un niño, resultan muy graciosas y divertidas… ¡hasta que dicen su primera palabrota! ¿Cómo hay que reaccionar en este momento? ¿Le reímos la gracia? ¿Las ignoramos como si no hubiera dicho nada? ¿Le regañamos por insultar?
Las primeras palabrotas de los niños
Cuando los niños dicen sus primeras palabrotas, normalmente no entienden su significado, pero tal vez sí el contexto en el que las dicen. Por ejemplo, si cuando alguien se enfada dice una palabrota (algo que suele ser muy normal), el niño lo que hace es 'copiar' esa expresión cuando él está enfadado y repite esa frase o palabrota que ha escuchado a los mayores.
Acerca de las palabras malsonantes de los niños se pueden sacar las siguientes conclusiones:
- Los niños dicen palabrotas por imitación
De aquí podemos sacar la primera conclusión, los niños dicen palabrotas por imitación. Los niños repiten lo que oyen en su entorno, los adultos que les rodean, la televisión, la escuela, etc. Todos ellos son sus principales referentes en cuanto al lenguaje.
Cuando los niños empiezan a decir sus primeras palabras feas o palabrotas, estas no tienen más sentido que la mera repetición o bien por ver el efecto que causan esas palabras en los demás. Si el niño dice una palabra fea y el entorno le ríe la ocurrencia, será muy fácil que vuelva a decirla. Del mismo modo que debemos evitar reírle la gracia, debemos evitar la regañina desmesurada. Ambas reacciones pueden reforzar en el niño el decirlas y que cuando busque nuestra atención diga una palabra fea.
- Los niños pequeños no dicen palabrotas para ofender
El niño pequeño, el que está aprendiendo a hablar, no capta el sentido de la palabra, por lo tanto, no la dice por ofender, no entiende realmente lo que está diciendo y ese es precisamente el momento de modelar esa conducta. Por lo tanto en ocasiones deberemos ignorar la palabrota que ha dicho, si no le hago caso o no le doy bola, es probable que deje de repetirla.
En otras ocasiones, cuando la palabrota o la expresión sea más fuerte, podré explicarle al niño que esa expresión es muy fea y que no debe decirse, y podemos darle una alternativa para expresar su enfado. Lo mismo ocurre con los insultos, hay que enseñarles poco a poco que son palabras que pueden ofender a otra persona.
- El problema de que los padres digan palabras feas
Pero también muy importante, si queremos que nuestros peques aprendan pocas palabrotas, es que analicemos el lenguaje de los adultos y evitemos decir palabras malsonantes en casa, en el coche, con los amigos… (aunque sean aquellas a las que estamos taaaan acostumbrados que apenas reparamos en ellas).
Hay una edad, sobre entre los 4 y los 6 años, que son los niños los que corrigen o se escandalizan cuando oyen una palabrota… '¡Mamá has dicho mi… y lo que sigue!', '¡Papá, has dicho una palabrota! ¡Eso no se dice!', '¡Hoy Pepito ha dicho esa palabra que empieza por gi… y que no se puede decir!'.
- Cuando crecen, las palabrotas sí tienen intención
Según los niños se hacen mayores, es probable que el número de palabrotas o expresiones feas aumente y que ahora sí, las digan con conocimiento y con intención.
Por lo tanto, la aparición de las palabrotas en el vocabulario del niño puede decirse que es evolutivo. Al principio las dicen sin saber muy bien qué significan, pero sabiendo que provocan una reacción en su público, y por lo tanto las dicen. Otras veces las dirán por mera imitación del lenguaje adulto en determinadas situaciones (decir un taco cuando algo se nos rompe, por ejemplo) o bien sean una llamada de atención (si yo digo esto me van a hacer caso, entonces lo digo). Pero según se van haciendo mayores (en torno a los 9- 10 años) las dicen con conocimiento de causa (bien por hacerse los 'mayores' o porque las dicen sus amigos o sus personajes favoritos).
Entonces, ¿cómo debemos reaccionar ante los tacos?
Algunas pautas ya las hemos visto, por ejemplo, cuando son muy pequeños y al inicio, conviene no hacer mucho escándalo ni reírles las gracias. En ocasiones habrá que ignorar lo que hemos oído y otras veces corregir y explicar y dar una alternativa a la expresión en cuestión.
Cuando son más mayores, es importante actuar con las palabrotas igual que con cualquier otra norma de la casa: poner consecuencias si las dicen y premiar y reforzar cuando las eviten. No tolerar los insultos a otras personas, y censurar cuando los digan, mostrando claramente desaprobación. Podemos, por ejemplo, restringir el tiempo dedicado a ver la televisión o a bajar al patio si dice palabrotas (1 minuto menos de TV por palabrota).
Pero sobre todo y muy muy importante: vamos a revisar nuestro lenguaje. Si yo suelo decir palabras malsonantes o insultar cuando me enfado o me frustro, es muy probable que mi hijo haga lo mismo, y no vale decir eso de '¡Yo soy mayor y puedo decir palabrotas!'. Si queremos que nuestro hijo diga menos palabras feas o insultos, será fundamental educar en el ejemplo. No solo no diciéndolas, sino mostrando nuestra desaprobación en aquellas situaciones o hacia aquellas personas que las dicen con asiduidad, (¡Qué mal habla Fulanito!' O 'No me gusta que veas estos dibujos o esta serie porque hablan muy mal').
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