Enseñar a los niños a escuchar su cuerpo e identificar sus emociones

Cuando las heridas emocionales se convierten en dolores o molestias físicas en tus hijos

Ángeles Wolder, Terapeuta
En este artículo
  1. Enseña a tus hijos a escuchar su cuerpo para reconocer las emociones
  2. Las heridas emocionales de los niños y los dolores físicos
  3. El estrés también causa algunos síntomas físicos en los niños
  4. Señales en los niños que nos alertan de un conflicto emocional

Las emociones pueden influir en nuestra salud física, también en la de nuestros hijos. Por eso es importante enseñar a nuestros niños a identificarlas, abrazarlas y gestionarlas correctamente desde que son pequeños. ¿Sabías que el pánico puede provocarle a tu hijo un ataque de tos? ¿O que tras un dolor de cabeza se esconde la resolución de un conflicto? Debemos enseñar a los niños a escuchar su cuerpo para aprender a identificar sus emociones y las heridas emocionales a las que se está enfrentando.

Enseña a tus hijos a escuchar su cuerpo para reconocer las emociones

Que niños aprendan a escuchar su cuerpo e identificar sus emociones

Como padres, podemos hacer mucho para enseñar a los hijos a escuchar su cuerpo y así poder reconocer los síntomas que alertan de un malestar emocional. '¿Me duele la tripa porque estoy nervioso?' '¿Me siento mal porque tengo que hacer muchos deberes y me agobio?'... Vamos a ver tres pautas que debemos tener en cuenta.

1. Sé un modelo para tus hijos
Los padres debemos ser, siempre y en todo momento, modelos y referentes coherentes para nuestros hijos. Si dices en tu interior: 'estoy enfadada', 'triste', 'tengo miedo', pero cuanto tu hijo te pregunta les dices 'nada, no me pasa nada', lo que haces es no ser un buen ejemplo, pues cuando él se sienta igual tratará de evitar hablar del tema, mirará para otro lado, no querrá reconocerlo y mucho menos mirar a sus sentimientos de frente.

Enseña con el ejemplo a tus hijos cómo gestionas tus emociones, es el primer paso para que ellos sepan hacer lo mismo.

2. Habla con tus niños
Pregúntales qué tal están, cómo se sienten, comenta su día, pasa tiempo de calidad con ellos... Así sabrás si se enfrentan a un conflicto emocional y de qué modo tú les puedes ayudar.

3. Pon nombre a sus emociones
Si tus hijos están tristes o se sienten frustrados, en lugar de querer que se les pase cuanto antes, se debe hablar del porqué de ese estado: ¿es por algo que ha pasado en la escuela?, ¿se debe a los nervios por el examen de mañana? Poner nombre a las emociones también suma al objetivo de evitar las heridas emocionales de los hijos. Debemos animarles a que se detengan a analizar esa emoción que sienten e, incluso, en qué lugar de su cuerpo la están sintiendo. De esta forma, aprenderán a identificarla.

Las heridas emocionales de los niños y los dolores físicos

Estas son las heridas emocionales de los niños

Hay veces que, por desgracia, la vida nos juega malas pasadas: la pérdida de un ser querido, la separación de los padres, una enfermedad... Hechos complicados que se viven en la familia que nos afectan a todos, a los niños también; causan heridas emocionales que necesitan ser tratadas debidamente para que sanen o al menos no hagan más daño, no se enquisten, no nos perjudiquen en todos los ámbitos de nuestra vida.

Por otro lado, debemos tener en cuenta que, en ocasiones, las heridas emocionales surgen por pequeñas cosas que a veces se nos escapan, por ejemplo, que en el cumpleaños al que ha ido el niño por la tarde no le hayan prestado la atención que quería (o esperaba) o que se haya sentido abandonado porque por un instante no veía a sus padres.

Pues bien, estas lesiones emocionales, de un origen u otro, las más y las menos traumáticas, pueden desencadenar en, por ejemplo, una crisis asmática, un dolor de estómago, una diarrea... Es decir, las heridas emocionales se convierten en dolores físicos. Es importante, por tanto que aprendamos a escuchar nuestro cuerpo para aprender a reconocerlas.

Una pista muy clara de cuando esto les ocurre a los niños (y que nos hace pensar que no se trata de una enfermedad común) la tenemos en la espontaneidad de estos síntomas y en lo poco que duran: un dolor de tripa pasajero, un vómito aislado que no va más allá o un malestar general que dura tan solo unas pocas horas. Si conseguimos enseñarles a escuchar y percibir las señales físicas que su cuerpo le está mandando, lograremos que aprendan a identificar las emociones.

El estrés también causa algunos síntomas físicos en los niños

El estrés causa heridas emocionales en niños

El estrés de los niños aumenta en ciertas ocasiones, más o menos igual que nos ocurre a los padres, y entonces, cuando se aleja de los niveles normales, cuando causa ansiedad o angustia, puede originar un malestar físico determinado. El estrés entendido como algo que no se puede gestionar fácilmente, que conlleva una carga emocional, es el que deriva en este tipo de problemas físicos.

Algunos de los dolores físicos de los niños pueden tener su causa en el estrés o en los conflictos emocionales que viven en ciertas ocasiones y no tanto en virus y bacterias como solemos pensar en un primer momento. Seguro que tú también te sientes más cansada o con dolor de cabeza cuando te han dado una mala noticia; tu cuerpo, simplemente, somatiza para tratar de hacerse a la idea, de asimilar, de procesar lo que ha sucedido. Con los niños sucede algo parecido.

Señales en los niños que nos alertan de un conflicto emocional

El cuerpo y las emociones de tus hijos

Cualquiera de las enfermedades o comportamientos que tenga un niño o una niña puede ser en verdad una señal que nos alerte de un posible conflicto emocional. Si un día tiene tos, le duele la tripa o se siente mal, debemos revisar, observar, estar pendiente de si se trata de algo físico o si la base es emocional.

Pero esto no es lo único a lo que debemos prestar nuestra atención: los comportamientos de los pequeños de la casa también tienen mucho que decirnos acerca de cómo se sienten. Si hacen ruido, se mueven, cantan, no paran, hablan, gritan, se expresan cuanto y cómo quieren, se pierden en sus pensamientos, ríen a carcajadas, se despistan... Todas estas conductas muestran que son niños felices y que están mentalmente sanos.

Ahora bien, si les vemos triste, inseguros, ensimismados, decaídos... es posible que no se sientan bien a nivel emocional, afectivo o psicológico. ¿Qué le puede estar pasando? Es importante que los padres estemos atentos a ello y que enseñemos a nuestros hijos a identificar sus emociones. Y un buen primer paso es enseñarles a escuchar su cuerpo.

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