Los padres no deben tener miedo a que sus hijos se frustren
Qué aprenden los niños a través de la frustración
- ¿Por qué tenemos miedo a que nuestros hijos se frustren?
- Qué aprende un niño cuando se frustra
La frustración es una emoción básica en el proceso de aprendizaje de un niño. Como padres, tenemos el deber de trabajar con ellos este valor y, sobre todo, tenemos que perderle el miedo a que nuestros hijos se frustren porque, a través de ella, aprenderán una valiosa lección. ¿Y si aprovechamos la época navideña para trabajar con ellos la frustración? ¡Es una ocasión ideal para ello, aunque también lo podemos trasladar a otro momento del año!
¿Por qué tenemos miedo a que nuestros hijos se frustren?
Parece que últimamente la Navidad se centra en todo lo que tiene que ver con lo material, pero la Navidad es algo más que regalos. Se trata de un momento perfecto para hablar y trabajar las emociones.
Por desgracia, los niños de hoy en día se centran más en las cosas materiales que en las emocionales y ocurre que todo lo que está relacionado con recibir un regalo - bien sea en Navidad, por su cumpleaños o por las buenas notas - le puedes llegar a generar una gran ansiedad y mucha impaciencia e inquietud. ¡Lo quieren todo y lo quieren ya!
Y es que no es raro que la mañana del 25 de diciembre, el niño se despierte antes de su hora habitual para ver qué le ha dejado Papá Noel y abra los regalos deprisa y sin apenas darse cuenta de qué hay debajo del papel. Luego vienen los abuelos, los primos y los tíos con más paquetes (mucho más grande si cabe) y ya el pequeño entra en un estado casi embrigador. ¡Está eclipsado con tantas cosas!
Muchos padres lo que hacen es dejar algunos regalos en la habitación del niño niño y guardar en el trastero otros para ir dándoselos de manera espaciada. Y ese 'de poco en poco' es lo que se debería hacer siempre, como explica Andrés París, pedagogo y coach educativo. 'Durante el año los padres deben asegurarse de que al niño no le falten cosas materiales pero tampoco cosas emocionales: mucho abrazo, mucho cariño, mucho aplauso, mucha caricia'.
Qué aprende un niño cuando se frustra
A los padres nos da miedo que nuestros hijos se frustren y eso hace que, no generemos, e incluso lleguemos a evitar situaciones en las que pueda aparecer la frustración. Nos da terror o pánico porque no sabemos que la frustración les da aprendizaje a los niños.
Cuando una persona se frustra, puede hacer dos cosas: o dejarlo como está o buscar esas herramientas que le ayuden a enfrentarse a esa circunstancia en la que he fallado y le permitan crecer. Y es que la frustración es algo personal, te frustras tú, es algo que afecta a una persona de manera individual. Es muy importante no confundir la frustración con la decepción que te produce alguien: un amigo, un profesor, un hermano, tu equipo de fútbol...
Por todo esto, como padres, debemos ponerles escenarios a nuestros hijos para que frustren y vayan creciendo como personas. Pero ojo, nunca debemos crearles altas expectativas porque, entonces no se frustran, se decepcionan, y seguidamente vienen las rabietas.
Por ejemplo, si les hacemos creer que tendrán diez regalos por Navidad, porque así lo han escrito con nosotros delante en la carta de Papá Noel o de los Reyes Magos, y al final solo tienen cinco, se enfadarán (¡y con razón!) con nosotros, porque les hicimos creer algo que no iba a ser, y apare
La principal consecuencia que aparece tras una decepción son las temidas rabietas, en cambio en el caso de la frustración lo que hay es un enfado con uno mismo porque las cosas no han salido como la persona pensaba, y esto es fundamental que los padres lo tengan claro para saber cuándo el niño se siente frustrado o cuándo está decepcionado.
Y otra cosa muy básica y sencilla para evitar llegar a este momento de decepción y rabieta: los padres debemos preguntar y no dar las cosas por hecho. Por ejemplo, de cara a la Navidad, charlar con los niños sobre qué esperan de la noche del 24 de diciembre, cuáles son tus deseos para Papá Noel o sus majestades de Oriente... Y, con lo que nos digan, ir trabajando y reduciendo las expectativas.
Aprovechemos la Navidad para que aprendan y descubran qué es la frustración, pero sin que se produzca la decepción, y tomemos buena nota para trasladar esta lección y conocimientos durante los 365 días del año que estamos a punto de comenzar.
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