Trucos de una mamá para luchar contra las rabietas infantiles
Las rabietas forman parte del desarrollo normal del niño
- 5 cosas qué hacer ante las rabietas infantiles
Si vuestro pequeño está apunto de cumplir dos añitos, debéis empezar a prepararos porque llegan las rabietas. Y aquí no hay manual de instrucciones ni fórmula mágica que os garantice el éxito para combatirlas, ¡debéis encontrar vuestro propio camino juntos! Yo también he pasado por ello y por ello quiero compartir mis trucos de madre para luchar contra las rabietas infantiles.
5 cosas qué hacer ante las rabietas infantiles
Por experiencia, os diré que podéis leer libros de teóricos especializados en psicología infantil o educación, escucharéis los consejos de vuestro pediatra y amigos y familiares tratarán de ayudaros con sus consejos y sus experiencias, pero aún así, en algún momento os invadirá la eterna pregunta: ¿qué estoy haciendo mal?
Las rabietas forman parte del desarrollo normal del niño. A través de ellas nuestros hijos, con las pocas herramientas que todavía tienen para expresar sus emociones, canalizan la rabia, la frustración o el cansancio. Así que, tranquilidad, no estamos haciendo nada mal.
Igual que aparecen, desaparecerán según vaya madurando nuestro retoño. La paciencia es la clave para sobrellevar este proceso. Paciencia, ternura y cariño son los ingredientes que debemos incluir en la coctelera ante una rabieta. Esto suena muy bien como teoría, lo difícil es llevarlo a la práctica, porque nuestros pequeños tienen el don de la inoportunidad y de tensar tanto la cuerda que los adultos acabamos desbordados.
Y es que, a veces, como padres, aunque nos cueste, debemos ser conscientes de que lo único que podemos hacer para ayudar a nuestros hijos es no hacer nada, solo acompañarles en el proceso. Y aunque la desesperación se apodere de nosotros lo más importante es que estemos tranquilos. Nada de gritos, ni amenazas de castigos e imposiciones. Solo acompañamiento y empatía.
No obstante, la experiencia del día a día nos lleva a averiguar aquellos ‘tics’ que nos funcionan para que nuestro hijo se calme antes y vuelva a reinar la armonía en la familia. No sé si es que la casualidad venía a visitarme en esos momentos, pero con los trucos que a continuación os voy a proponer mi hija superaba las rabietas de forma rápida y siempre acabábamos fundidas en un abrazo. Por eso os animo a probarlas y ... ¡ojalá os funcionen también!
1. Recurrir a la música
Siempre se ha dicho que la música amansa a las fieras, y bien cierto es. Desde el día en el que me enteré de que estaba embarazada, todas las tardes escuchaba la misma canción, ‘Cheek to Cheek’, de Frank Sinatra, en su versión más clásica. Cuando mi peque caía al suelo desconsolada y no había forma de serenarla ponía esta canción. Poco a poco, su llanto se convertía en quejido y antes de que acabara la música ya estaba en mis brazos. ¿Tendrá recuerdos de cuando estaba en mi tripita? Esta pregunta la dejo a los expertos.
2. Masaje de tripitas
De igual forma, durante los últimos meses del embarazo intentaba calmar sus pataditas acariciándome la barriga. A su dos años, frente a una rabieta, me sentaba cerca de ella. Primero empezaba a acariciarme mi tripa y luego le pedía que ella hiciera lo mismo con la suya. Creo que se concentraba tanto en hacer perfectos los círculos imaginarios sobre su tripa que se olvidaba de lo que la había llevado a la tragedia.
3. Expresar las emociones
Siempre he pensado que a los niños, aunque deben vivir una infancia feliz y alegre, no debemos ocultarles la realidad. Ellos deben escucharnos a los adultos decir frases como que 'estamos cansados', 'que estamos enfadados por tal o cual motivo', 'que no queremos hacer alguna cosa', 'que esto otro nos hace daño', para que poco a poco ellos vayan normalizando esas emociones y vean que no pasa nada, que a mamá o a papá también nos pasa el sentirnos mal.
Cuando llegaba una rabieta a veces utilizaba esta técnica. Me ponía a su lado y, mientras ella lloraba, yo calmadamente le hablaba de las cosas que no me habían gustado del día, de lo mal que me había sentido. No os podéis imaginar lo empáticos que pueden ser nuestros hijos. Se olvidan de ellos para cuidarnos a nosotros. Al final ella acababa dándome un abrazo diciéndome que no pasaba nada, incluso, me dejaba su juguete favorito.
4. Buscar alguna distracción
En el fondo esto no era más que tratar de que se esforzara en acallar sus gritos y berrinche para conseguir escuchar mi voz (bajita y calmada) a ver qué era lo que le decía o le proponía, por aquello de la curiosidad. Casi en susurro le contaba las cosas chulas que íbamos a hacer ese día (como si en ese momento me hubiera convertido en una comercial del ocio infantil y mis propuestas fueran toda una fiesta). Le hablaba del parque, de que ese día me apetecía mucho jugar con ella a los bebés, de que había pensado en que podríamos disfrazarnos al llegar a casa… Cosas que le arrancaran un sí ante tanta negatividad y que fueran de fácil cumplimiento.
5. No hacer nada
Sin duda, este creo que es el truco estrella. Consiste en sentarse, a modo indio, a su lado. Abrir mucho los brazos, como si estuviéramos esperando, sin prisas, su abrazo. Todo ello, mientras les miramos con serenidad (a veces un poco fingida, porque el reloj sigue marcando las horas y siempre hay cosas que hacer) y mucho amor. Os invito a comprobarlo, cada rabieta durará menos y vuestro hijo acabara en vuestro regazo reclamando vuestros mimos y caricias.
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