El método Sunrise enseña a los niños a saber conocer para saber hacer
Este proyecto educativo se enfoca en lo que significa el trabajo y no en el resultado final
- Qué es el método Sunrise
- Lo bueno del método Sunrise para niños y profesores
La educación es todo un desafío para todo el personal docente. De la experiencia de muchos alumnos que se sienten desmotivados y sin ilusión a la hora de enfrentarse cada día a una nueva jornada escolar surge el método Sunrise, que enseña a los niños a saber conocer para saber hacer, o lo que es lo mismo, a desarrollar su autonomía y creatividad. ¿Quieres saber en qué consiste? ¡Sigue leyendo!
Qué es el método Sunrise
“Pasan las clases y las horas en forma repetitiva. Hay un concierto de profesores que van pasando uno tras otro. Me hacen repetir las tablas de multiplicar y luego paso a una oratoria en inglés donde repito un texto que estuve memorizando repetidamente sin parar. Recreo de quince minutos y vuelvo a ver logaritmos (ya no sé en que año me encuentro) y que después de me mezclan con la reforma protestante, preparación del encuentro “viva la amistad”, para luego terminar mi día con un pequeño juego en deportes que suaviza el día. Vuelvo a mi casa, dejo embaucarme con Instagram y YouTube pensando en nada; para darme cuenta que mañana tengo una prueba de libro, donde ni siquiera sé que texto debo leer. Total, estoy dentro de un sistema que mejor hago la cosas sin parar y sin preguntarme”.
Esta es quizás uno de los tantos testimonios que hemos escuchado de algún que otro alumno, hijo o joven. Es un peregrinar entre tantas clases que cuesta saber dónde se puede ubicar o que parte del mundo vivo. Es justamente lo que hemos construido en nuestra educación. Un constante devenir sin pausas o sentidos.
Es aquí cuando me han presentado nuevos programas o metodologías. Ya les he comentado el Singapur o el Dual, donde el principal punto es dejar de ser una mera exposición de un contenido y vivir la experiencia de que la matemática o el inglés pueden ser vividos. Hoy quisiera comentarles sobre otro programa educativo conocido como Sunrise. Es un programa internacional cuyo paradigma es enfrentarse desde otro punto de vista. No es cambiar los contenidos de cada materia sino cambiar la forma, el discurso de como enseñarlos a los niños.
Específicamente, este programa se ubica en la educación primaria. Su enfoque es el desarrollo de competencias, donde lo fundamental es que el alumno pueda desafiarse a elaborar instrumentos, a crear proyectos o realizar debates frente a una temática que él mismo se encuentra investigando. Es bajo este ya tan básico slogan de la educación de hoy: Saber conocer para saber hacer, para que luego sepamos convivir y reconocernos como somos; para que juntos podamos implicarnos en la sociedad. De esa forma nos podremos integrar no solo con los niños mismos, sino que también con la vida misma reconociendo que ella es en sí mismo un aprendizaje, logrando así la muy deseada formación integral.
Lo bueno del método Sunrise para niños y profesores
Aquello conlleva una evaluación distinta, no enfocada en el resultado final sino de todo lo que significó este trabajo. Por lo mismo, los profesores de este programa observan el desempeño dentro del objetivo de trabajo, tratando de fortalecer tanto la autonomía como la optimización en el trabajo. Por lo mismo, se especifica que existen otros momentos –y no solo la entrega- en que debo evaluar. Lo interesante de este fenómeno es que el alumno se da cuenta que es parte de una construcción y no alguien que va realizando trabajos sin parar sin darse cuenta de cuál es el objetivo.
Para poner más en claro este programa, me gustaría retratar una situación en particular que me ocurrió a mí y que representa –en parte- lo que este programa quiere lograr. Cuando estaba estudiando en la universidad, me sumé a un proyecto social que tenía el objetivo de potenciar ciertos objetivos espirituales e integrales de una comunidad rural en el sur de Chile (se les conoce en Chile con el nombre de Misiones de Verano).
Lo interesante de esta iniciativa, y por la cual me fui integrando con mayor fuerza mientras pasaban los años, es que no solo se enfocaba en un objetivo final, sino que íbamos tomando en cuenta diferentes aspectos que se iban generando mientras trabajábamos con la comunidad. Recuerdo que existía una gestión donde se repartían tareas según las características de las personas, incluíamos a la comunidad beneficiaria y formábamos personalmente a aquellos que pudiesen liderar a futuro este proyecto.
Dentro del mismo trabajo, los encargados nos formaban y entregaban medios para que nosotros mismos pudiésemos tomar decisiones y empujar en nosotros la creatividad para elaborar nuevas estrategias. En fin, era un programa el cual inducía a que toda la comunidad fuera el real protagonista del proyecto.
Por lo mismo, cuando tenemos una comunidad educacional que se asume como un equipo que en conjunto construye su propia integralidad, es cuando en verdad nos estamos formando como una sociedad educativa que va en vistas a los nuevos tiempos que se vienen para nuestra cultura. Es de esperar que podamos también incentivar correctamente a todos nosotros para ser realmente constructores y mediadores de la formación integral.
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