Trabajar las emociones de los niños en clase, el gran reto del maestro
La educación emocional de los alumnos es imprescindible en la escuela
- El reto del maestro, educar a los niños en las emociones
- Cómo trabajar las emociones en clase con tus alumnos
- ¿Cómo se puede crecer a partir de las emociones vividas?
Parece que hay un acuerdo generalizado de que los niños y adolescentes tienen que recibir en 'algún' momento de su educación 'algo' acerca de las emociones. Se reconoce la importancia de las emociones en el desarrollo de niños y adolescentes. Pero en 'el qué y el cómo' existen diferentes propuestas. Lo que parece claro, es que el gran reto del maestro hoy en día es trabajar las emociones de los niños en clase.
El reto del maestro, educar a los niños en las emociones
Tras los últimos avances en neuropsicología, todas las conclusiones indican que nuestras emociones no son reacciones predefinidas y que tampoco pueden explicarse según las circunstancias de un momento dado. Los últimos descubrimientos están mostrando la gran complejidad que se encierra en cada una de las personas, adultos y niños.
- Es decir, en primer lugar, las emociones son algo más que meras reacciones al entorno, porque no existe un posicionamiento neutro ante el mundo, ni ante la vida: al decidir qué estudios realizar, con quién compartir la vida, al cruzar la calle o hacer una lista para la compra. Nuestros hijos y nuestros alumnos están aprendiendo a situarse ante todas las situaciones que están viviendo, qué es un fracaso, qué les enfada, qué les hace felices o qué les angustia.
2. Y, por otro lado, las emociones nos trasladan a nuestra singularidad, a nuestra naturaleza única que nos hace diferentes a cada uno de nosotros como personas. Las emociones nos hablan de nuestro pasado, de nuestra personalidad, de la herencia genética, de cómo nos hemos levantado hoy por la mañana o de lo que hemos comido. Podríamos hacer una lista interminable.
Y todo ello actúa simultáneamente para dar un sentido único al momento que estamos viviendo. Si somos capaces de reconocer esa singularidad en los adultos, de igual forma nos aproximaremos a las emociones de nuestros alumnos y alumnas. Una discusión en el patio, compartir el material, esperar el resultado tras un examen, la primera mejor amiga... Son momentos vividos por cada alumno de forma única.
Con este escenario, no parece posible juzgar las emociones como positivas o negativas, ni decidir, como padres y educadores, cuáles queremos que nuestros hijos o alumnos sientan o qué emociones deben sentir. Del mismo modo, no es posible enseñarles cómo tienen que sentirse.
Entonces, ¿qué propuesta educativa está más en sintonía con los nuevos descubrimientos en el área de neuropsicología? La forma de atender la singularidad de cada persona es trabajar desde las emociones para reconocerlas, porque nos hablan de nosotros mismos.
Cómo trabajar las emociones en clase con tus alumnos
El conocimiento de las propias emociones se convierte en el punto de partida para el crecimiento durante la infancia y la adolescencia. Y no nos equivoquemos, también es el primer paso para los procesos de crecimiento en la edad adulta. Los adultos nos diferenciamos en que tenemos más recursos, pero los retos vitales son los mismos que los que tienen que vivir nuestros pequeños.
Por ello es necesario:
1. Diseñar herramientas acordes con el estado madurativo del alumno.
2. Dedicar un tiempo aparte de las materias curriculares, un tiempo únicamente dedicado al autoconocimiento, puede ser una alternativa de gran ayuda según la edad.
Pero, como hemos dicho antes, es solo el primer paso en el crecimiento personal. Porque una vez que los niños y adolescentes conocen cómo se sienten y han aprendido a expresarlo, ¿qué hacen con ello?
Esto ya no puede circunscribirse en una asignatura, porque responder a esta pregunta es aprender a vivir. Este es el reto que tienen los niños y adolescentes, y es también el reto de los adultos que les acompañamos, profesores, padres, madres. Es el RETO EDUCATIVO en mayúsculas. Conocer cómo me siento y cómo me relaciono para tomar decisiones es el objetivo de una buena educación.
¿Cómo se puede crecer a partir de las emociones vividas?
Normalmente los adultos tenemos demasiadas prisas en que los niños adquieran comportamientos operativos, claro está, desde nuestro punto de vista. Que no arrastren la silla, que no hablen en clase, que pidan las cosas 'por favor', que no sorban la sopa, que presten sus juguetes, que no maltraten el mobiliario...
Por eso, no es de extrañar, que en la educación en la escuela se apueste por propuestas reguladoras, que atienden más las necesidades del adulto que a la de los niños y adolescentes, cuando lo importante es que estos aprendan a posicionarse de forma creativa ante sus vidas y a convertirse en autores de su vida, responsables de su propia vida, y cooperar en la sociedad.
El vehículo para saltar de conocer nuestras emociones al crecimiento pasa por las relaciones interpersonales. De nada sirve adquirir rápidamente comportamientos aceptados y valorados positivamente por los adultos, si no atendemos a la pregunta de quién quiero ser con los demás. Porque esa es la pregunta que sostiene los procesos de crecimiento personal, esa es la gran creatividad que tenemos que esperar de nuestros hijos y alumnos.
Y los niños lo aprenden en su día a día, en su familia, con sus hermanos, en las fiestas de cumpleaños, pero hay un lugar destinado precisamente a su educación, la escuela. Durante la clase de Matemáticas, Lengua o Educación Física están en juego las relaciones interpersonales, entre profesor y alumnado y el alumnado entre sí. Esas relaciones es el material para el crecimiento de todos.
¿Dónde es sino donde aprenden los niños y adolescentes a vivir?
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