Ofrece a tus hijos la oportunidad de que encuentren su propia libertad

Consejos para educar a tus hijos para que sean libres y tengan una infancia en libertad

Sandra Llorente, Periodista
En este artículo
  1. En tu mano está conseguir que tu hijo encuentre su propia libertad
  2. Cómo educar a nuestros hijos para que sean libres
  3. Actuar con libertad es actuar con responsabilidad

Las presiones sociales, lo inequívocamente establecido y nuestros propios aprendizajes coercitivos son obstáculos para la educación de nuestros hijos que no siempre somos capaces de superar. Por eso, cuando pienso en cómo educar a mi hija para que sea libre lo veo como una especie de aprendizaje simultáneo, un aprendizaje en el que yo también puedo permitirme ser un poco más libre para transmitírselo también a mi hija. Y me planto lo siguiente: todos los padres debemos ofrecer a nuestros hijos las oportunidades de que encuentren su propia libertad.

En tu mano está conseguir que tu hijo encuentre su propia libertad

vivir en libertad

Cuando cierro los ojos y pienso en cómo me gustaría que fuera mi hija cuando sea mayor, me la imagino en total libertad: libertad para hacer lo que desee de su vida, para elegir el amor, para caminar por la calle sin miedo, para decir no y sí cuando lo sienta... Tengo claro que no siempre vivirá en un mundo donde la libertad sea concedida por arte de magia, porque no es el mundo en el que vivimos, pero también sé que como seres humanos podemos cultivar nuestra libertad desde nuestro interior.

Cuando nos sentimos libres y autónomos, nuestra vida es más libre y supongo que eso es lo que como padres y madres podemos enseñarles a nuestros hijos. No es algo fácil, porque para ser honesta no siempre soy capaz de actuar desde mi libertad interior.

Supongo que servirá de poco si en el futuro le digo a mi hija que tome decisiones por ella misma si yo no lo hago, o que persiga sus sueños si apenas atiendo los míos. Lo que quiero decir es que somos el primer referente de nuestros hijos y cuánto más libres seamos nosotros como seres humanos, más cerca estarán nuestros hijos de su propia libertad.

Pero, ¿qué significa la libertad? Es un debate muy amplio e intenso con el que podríamos extendernos ampliamente y en el que no todos estarían de acuerdo. Pero creo que en lo que respecta a nuestros hijos, no se trata tanto de nuestras creencias acerca de la libertad sino más bien de ofrecerles la oportunidad de encontrar la suya propia.

Cómo educar a nuestros hijos para que sean libres

educar en libertad

El diccionario de la Real Academia de la Lengua define libertad como la 'facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos'. Esta es solo la primera acepción, porque hay doce en total, más todos los tipos de libertad (libertad de expresión, de conciencia, de culto....). En fin, el tema da para mucho. Pero creo que si nos concentramos en esta primera acepción, podemos hacer mucho como padres y madres.

Lo primero que podemos apreciar en la definición de la Real Academia es que la libertad es una facultad natural, es decir, algo innato a los seres humanos, hombres y mujeres, que está dentro de nuestro ser. Por tanto, la libertad no es algo que nos dan, sino algo que poseemos por derecho. Desde esta perspectiva, como padres nunca les daremos libertad a nuestros hijos, porque no somos sus dueños. Si de verdad queremos que se eduquen con libertad, entonces nuestra función tiene más que ver con alentar que florezca en su interior.

Después, la definición habla de la capacidad que tenemos de obrar de una u otra manera, incluso de no obrar. La acción (o la no acción) sería nuestra manera de expresar nuestra libertad y para ello siempre necesitamos pensar y decidir. Este es quizás uno de los retos más importantes que tenemos las mamás y los papás que queremos que nuestros hijos e hijas se eduquen en libertad: cómo enseñarles a confiar en sus pensamientos, a razonar antes de actuar y hacerlo con consciencia. Llegar a ese punto no es fácil para ningún adulto, porque supone conocerse bien, entender qué es lo que queremos y actuar en consecuencia.

Algunas corrientes educativas como la Montessori se dirigen por este camino. Buscan la experimentación de los niños, como principal método para encontrar su propia autonomía y así su libertad. Por tanto, este puede ser un primer paso para ello, dejar que nuestros hijos experimenten en un entorno seguro, dependiendo de su edad.

También hay otras cosas que podemos hacer, por ejemplo, no ser impositivos en cuanto a la manera en que nos relacionamos con ellos; en vez de eso, tratar de conversar y razonar y, cuando sea necesario, poner ciertos límites que tienen que ver con su seguridad o su relación con el mundo exterior.

Actuar con libertad es actuar con responsabilidad

actuar con libertad y con responsabilidad

Por último, el diccionario habla de libertad desde la responsabilidad de nuestros actos. Esta es una lección demasiado importante que no podemos dejar pasar por alto. La típica frase que escuchas muy a menudo de 'se confunde la libertad con hacer lo que le da la gana' es perfecta para pensar sobre esto. Personalmente pienso que la libertad sí es hacer lo que a uno le dé la gana, pero no es lo mismo hacerlo con conciencia que sin ella.

La libertad es hacerlo con la suficiente responsabilidad de nuestros actos, entender que lo que hacemos tiene consecuencias y actuar siendo totalmente conscientes de lo que hacemos. Se trata de tener la suficiente autonomía y autodeterminación de tomar nuestras propias decisiones.

Apoyar a nuestros hijos para que algún día puedan ejercer su propia libertad desde la responsabilidad es parte de nuestra labor. Para ello, un buen comienzo es preguntar a nuestros hijos: ¿por qué piensas que puedes hacer esto?, ¿crees que tus acciones son las adecuadas?, ¿hay alguien o algo perjudicado en lo que estás haciendo? o ¿cómo piensas que podrías haberlo hecho de otra manera?

A su vez, es importante escucharlos, darles tiempo para pensar, valorar sus opiniones y comprenderles cuando lo necesiten. Es decir, permitirles expresarse, equivocarse, hacerlo bien, tomar iniciativas, decir lo que piensan aunque no sea lo que todos esperamos oír... Y, a mi parecer, confiar en su capacidad de guiarse por su propia libertad.

Cuando escribo estas palabras, me doy cuenta de todos los errores que desde el minuto uno ya he cometido con mi hija para educarla con libertad. No es fácil, lo sé, es más fácil escribirlo y leerlo, pero como he dicho al principio de este relato, se trata de un aprendizaje, un aprendizaje continuo en el que es importante reflexionar y recordar. Esta no es más que una declaración de intenciones, pero es el principio de lo que espero lograr ofrecer a mi hija: una infancia en libertad.

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