Uno de los dos no quiere tener hijos. ¿Es posible ponerse de acuerdo?
Es necesario mantener una conversación en pareja para hablar de los proyectos vitales de cada uno
- Cuando uno de la pareja no quiere tener hijos
- Es necesario que la pareja converse sobre formar una familia
Es posible que, en tu entorno cercano, hayas oído algo como: "Mi pareja no quiere tener hijos, pero yo sí". También se puede producir al contrario pero, en cualquier caso, se produce una situación complicada de resolver. ¿Es posible llegar a un acuerdo cuando uno de la pareja quiere ser padre pero el otro no? A continuación abordamos esta situación y te damos algunos consejos sobre cómo se puede actuar llegada la circunstancia.
Cuando uno de la pareja no quiere tener hijos
Me gustaría partir este articulo citando al aviador francés Antoine de Saint-Exupéry, quien es el autor del célebre libro 'El principito', en donde se explica de forma brillante cuál es la diferencia entre amar y querer. Dice así el extracto:
- Te amo –dijo el principito.
- Yo también te quiero –dijo la rosa.
- No es lo mismo – respondió él- Querer es tomar posesión de algo, de alguien. Es buscar en los demás eso que llena las expectativas personales de afecto, de compañía… Querer es esperar, es apegarse a las cosas y a las personas desde nuestras necesidades. Entonces, cuando no tenemos reciprocidad hay sufrimiento. Si quiero a alguien, tengo expectativas, espero algo. Si la otra persona no me da lo que espero, sufro. El problema es que hay una mayor probabilidad de que la otra persona tenga otras motivaciones, pues todos somos muy diferentes. Cada ser humano es un universo. Amar es desear lo mejor para el otro, aún cuando tenga motivaciones muy distintas. Amar es permitir que seas feliz, aún cuando tu camino sea diferente al mío.
- Ya entendí –dijo la rosa.
- No lo entiendas, vívelo –agregó el principito.
Existe un creciente número de parejas que renuncian voluntariamente a ser padres por diversas razones. El problema aparece cuando una de las partes no quiere renunciar, por el contrario, la paternidad o maternidad es un anhelo vigente en su proyecto de vida. Entonces esta diferencia vital y de gran envergadura podría enmascarar ciertos conflictos de fondo de la pareja. Estos serían:
- Por una parte, la falta de conocimiento del proyecto de vida del otro producido por un problema de comunicación en las temáticas profundas y trascendentales.
- Por otra parte, el conflicto podría estar también en las diferentes expectativas que tenemos sobre la relación.
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Es necesario que la pareja converse sobre formar una familia
Para ser capaces de armonizar y calmar el caos que genera esta divergencia, es preciso entablar una conversación que ahonde en los deseos o anhelos más profundos e indagar en las expectativas que cada uno tiene sobre formar una familia y las razones que giran en torno. Solo así se podrá resolver la situación. Para llevar esta conversación les propongo:
1. Encontrar un lugar y un momento adecuado
Puede sonar un poco repetido pero muchas veces nos ocurre que no nos detenemos a preparar la atmósfera de la conversación, es decir, no buscamos una hora en donde no estemos cansados y un lugar grato, con alguna comida especial. La idea es generar un clima que invite a estar en confianza.
2. Conectar emocionalmente
Para llevar a cabo esta conversación sobre ser padres o no, te recomiendo que traten de conectar emocionalmente, es decir, mirarse a los ojos y no sentir rabia o rencor por el otro. Poder sintonizar emocionalmente con las palabras del otro.
Para lograr esto podrían hacer el siguiente ejercicio: mirar fotos antiguas de los inicios de la relación donde podrán recordar porque se enamoraron. Las fotos ayudan a poder desterrar emociones oscurecidas por el tiempo, para poder empatizar con las expectativas del otro
3. ¿Para qué estamos juntos?
Mírense a los ojos y pregúntensen: ¿para qué estamos juntos? Ese 'para qué' lleva a buscar el sentido profundo de la relación, y cuando comience a aparecer vuelvan a reflexionar sobre ello. De esta forma, estaremos ahondando en la profundidad de cada uno, para que se pueda construir un plan de acción para alcanzar ese “para qué final”.
4. ¿Qué está dispuesto a renunciar cada uno?
Pregúntense: ¿cómo colaboro con ese 'para qué'? Acá emerge la identidad personal de cada uno que se une con un otro diferente. Finalmente es poder clarificar cuántos de los deseos personales se está dispuesto a ceder por un proyecto en común o cómo poder conciliar los anhelos en una puesta en común.
Volviendo entonces al principio de este post, en “El Principito” se hace la distinción entre el querer y el amar. Esta diferencia existe justamente cuando pongo en evidencia no 'lo que yo quiero', sino que me coloco en predisposición para atender el 'querer de un otro'. Incluso, el hecho de estar en pareja significa que no busco un beneficio de mi propio proyecto, sino que deseo construir uno nuevo en conjunto con un otro; porque esa otra persona me permite ver y conocer un mundo que no logro apreciar desde mi punto de vista.
Este tipo de desencuentros, como el desear (o no) ser padres, es una posibilidad abierta de descubrir si realmente estamos deseando construir en conjunto una idea que concretice el verdadero sentido de estar o no comprometidos en una idea en común. Es decir, es la puerta abierta para vernos a los ojos y saber realmente qué es lo que cada uno desea construir en su vida.
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