Carta de una mamá que trabaja fuera de casa - ¿Lo estoy haciendo bien?
Esta pregunta agobia muchísimo y más si se tienen hijos pequeños, ¿acaso debería dejar de trabajar?
- Querida mamá que te quedas en casa: ¡lo haces increíblemente bien!
- Las mamás que trabajan fuera de casa también saben maternar excelente
- El enorme y competitivo mundo de las Mamás Godínez o mamás que trabajan fuera de casa
- ¿Ser mamá a tiempo completo o volver a trabajar fuera de casa? He ahí el dilema
Desde hace mucho quería escribir esta Carta de una mamá que trabaja fuera de casa. '¿Lo estoy haciendo bien?', es la pregunta recurrente de todas las que alguna vez hemos tenido que salir de casa para trabajar y dejar a los hijos con la abuela o en una guardería. Las dudas asaltan, los gastos suben, los hijos crecen... y una se pregunta si eso es lo mejor.
Es una realidad en México que un alto porcentaje de las mujeres que trabajan tienen por lo menos un hijo en edad escolar. Los altos índices de madres solteras que son jefas de familia hacen que las mamitas que se quedan en casa sean privilegiadas porque pueden compartir mucho más tiempo con sus niños, estar al pendiente ciento por ciento de todo en el hogar y hacer más actividades que las que salen a trabajar.
Querida mamá que te quedas en casa: ¡lo haces increíblemente bien!
Querida mami ama de casa:
Permíteme presentarme. Soy una mamá igual que tú, pero que por casi 15 años trabajó fuera de casa. Me muevo en el mundo editorial y he tenido los más variados trabajos que te puedas imaginar, desde revistas hasta incursionar a este mundo digital que cada día nos inunda más y más. Tengo dos hijos maravillosos pero a los cuales debí dejar a sus 40 días de edad en una guardería.
Te dirijo esta carta porque quiero que sepas que eres muy afortunada de estar en casa, de ver crecer a tu hijo. Yo, a mi primera bebé la dejé con un severo caso de reflujo en la guardería, rogando a Dios que las maestras la vieran por si se ahogaba. No sé si sepas, pero las licencias de maternidad de 45 días son muy pocas. En esos 45 días uno no termina de conocer a su pequeño cuando ya se tiene que ir a trabajar.
Te confieso que lloré y ¡mucho! Cuando dejé a mi niña entonces en manos de una completa extraña (aunque hoy es su segunda madre y así le llama: 'Mamá Elvia'), porque sí: los hijos de las mamás que trabajamos fuera de casa tienen más mamis que los cuidan, más ángeles que hacen lo que nosotras quisiéramos hacer todo el tiempo. Mientras tú ves crecer a tu hijo cada día yo vi su evolución por fotografías.
¡Ni te cuento de las veces que llegué y ya estaba dormida! De las ocasiones en las que mi madre solía escribir las primeras palabras u ocurrencias para que yo supiera lo que había hecho en el día. Ciertamente te deprime, pero también te motiva a trabajar más duro para sacar a los niños adelante y para que se sientan orgullosos de su mamá. ¡Que sepan que mamá trabaja en lo que le gusta y apasiona!
Con esto seguro te preguntas ¿para qué te lo escribo? Simplemente porque quiero decirte lo afortunada que eres y que si alguien se atreve a comentar que por quedarte en casa no haces nada o 'la llevas más leve' ¡mentira! Lo haces estupendamente bien porque no cualquiera se queda en el único trabajo del mundo que es el más pesado y encima no es remunerado. ¡Te admiro!
Las mamás que trabajan fuera de casa también saben maternar excelente
Alguna vez pensé en dejar de trabajar y dedicarme a mi hija, pero mi crecimiento profesional también era importante para mí. En mi caso todos mis trabajos eran hasta el otro lado de la ciudad: dos y hasta tres horas de camino para ir y regresar, es decir, de 4 a 6 horas perdidas todos los días, horas que yo quería aprovechar para estar con mi bebé, bañarla, cambiarla, arrullarla...
Nada de eso hice por un buen tiempo, solo los fines de semana. Y así se fueron los años... y llegó el segundo hijo. ¿Esta vez sería diferente? No. Ya nos sabíamos la rutina: 45 días en casa con él después de nacer y luego a los brazos de Mamá Elvia en la que ahora ya confiaba a ojos cerrados. Y de nuevo a perderme el primer balbuceo, la primera risa, la primera papilla...
Ahora ya no era un hijo, ¡eran dos! De ambos me perdí cosas importantes, de ambos pedía permiso para llegar a verles temprano. ¿No te parece irónico que llegara tarde a mi propio Festival del Día de la Madre o a verlos participar en actividades escolares? No te imaginas lo que me pesó que por mucho tiempo en sus cumpleaños me tocara trabajar 'porque no tenía derecho a vacaciones', todo mientras amiguitas de mi hija le contaban que salían con su mamá por las tardes o iban con ellas a la compra del supermercado.
Sonaba trivial, pero era real: yo no salía con ellos entre semana a la compra, ni siquiera los veía tanto tiempo: hubo una época en que yo partía al trabajo a las 5 de la mañana, es decir, que seguían dormidos, por las tardes los veía un poco más, pero siempre andaba a las carreras: no había tiempo de jugar porque no podría tener lista la comida y la ropa para el otro día antes de irme a la oficina.
Hubo un tiempo en que aunque llegara relativamente temprano ni siquiera revisaba su tarea porque ya estaba hecha, ya mi mamá o mi hermana la habían visto. Y de pronto vino el divorcio y el reajuste de horarios y actividades. Otra vez a mover todo y ahora el horario era otro: verlos temprano un par de horas muy de prisa para tener listo el lunch de la escuela, mis cosas de la oficina y perder el tiempo en el caos que supone manejar.
Mamita que te quedas en casa: siempre me pregunté si lo estaba haciendo bien, si valía la pena seguir así sin ver a mis niños. Se me iban los mejores años de su vida. En el trabajo yo subía peldaños en cada empresa en la que estuve y llegué a lo alto relativamente rápido, ya era otra dinámica, gente a cargo y más responsabilidades, pero también era menos tiempo de familia. Eso debía terminar pero no podía darme ese lujo: 'no estaba el horno para bollos', decimos acá.
El enorme y competitivo mundo de las Mamás Godínez o mamás que trabajan fuera de casa
Si eres mamá mexicana seguro te sabes el término, si no te lo cuento muy rápido: acá en mi país ese apellido (Godínez) es sinónimo de un oficinista que trabaja de 9 a 6 todos los días, tiene una hora de comida establecida y el 99 por ciento de las veces está detrás de una computadora. Así que las oficinistas que son mamás son Mamás Godínez o Godi-moms (más internacional el asunto).
Y sí, en eso me convertí: en una Godi-mom que aunque me la pasaba corriendo para llegar por los niños o para irlos a dejar a la escuela era la típica a la que le daban las quejas del niño por teléfono, la que nunca podía ir a las juntas, la que se perdía festivales, la que nunca sabía quién era la mamá de Emiliano que era la jefa de grupo o la que se enteraba al último de la organización escolar.
Las Godi-moms tenemos la característica de ir a dejar a los niños a la escuela todas estresadas porque ya debemos ir arregladas para la oficina, con nuestro propio lunch y todo lo que necesitamos para trabajar, por lo regular manejamos como locas para llegar a tiempo, nos tomamos un café en 2 minutos y así todo el tiempo: corriendo y corriendo, porque si no lo hacemos, si pensamos que fallamos habrá otra Godi-mom que sí pueda hacer nuestro trabajo.
Cuando llegué al punto más alto de mi vida de Godi-mom y que ya no iba a subir más me topé con la pregunta del millón: '¿Debo buscar otra cosa o seguir aquí?' Aunque amaba mi trabajo el tiempo perdido en los traslados a veces no lo valía. En mi caso me hicieron el favor de retirarme de la carrera de Godi-mom (o lo que es lo mismo: ¡me despidieron!) y de pronto me vi siendo lo que siempre quise ser: una mamá ama de casa, ¡así como tú!
¿Ser mamá a tiempo completo o volver a trabajar fuera de casa? He ahí el dilema
El tema es que el cambio no me sentó bien al inicio: estaba acostumbrada a ganar mi propio dinero, a decidir qué hacer con él y qué no, y de pronto quedarme así no era mi idea de ser mamá a tiempo completo. Dicen que el dinero no te da la felicidad, pero sí te da estabilidad y eso era lo que quería. Yo quería seguir trabajando pero ya no en una oficina, ganar bien y tener un buen horario, ¿era mucho pedir? Sí, sonaba muy ilusorio.
Mi exmarido entonces me dijo: '¿por qué no descansas y te dedicas a los niños 100 por ciento? Por ahora no busques trabajo, relájate' Lo pensé y le tomé la palabra: así que decidí descansar un mes por cada año trabajado en mi última empresa. Eso se traducía en 6 meses, pero a los 4 encontré el trabajo que sí se acopla a lo que siempre quise: mi crecimiento profesional y estar todo el tiempo pendiente de mis hijos.
Después de mis periplos por toda la ciudad hoy ya soy otro tipo de Godi-mom: trabajo en mi casa, mis traslados se redujeron a 15 minutos y hay días que solo camino de mi recámara a la sala. Hoy, por fin, querida mamá ama de casa, cambié los vertiginosos tacones de 14 centímetros por zapatos planos y a veces chanclas, mis vestidos preciosos por mis pijamas primorosas y mi maquillaje (¡una tortura!) por una sana piel de cara lavada.
¿Por qué te escribí esta extensa carta, querida mamá que está en casa? Porque quiero que sepas algo muy importante: haces ver tan sencilla la maternidad en el hogar que todas las que trabajábamos en una oficina siempre hemos querido trabajar en casa, hoy sé que no es fácil y deseo que sepas mi admiración y mi respeto por ti: haces un trabajo extraordinario porque llevar las riendas del hogar, ¡muchas gracias por ser inspiración!
Hoy, mamita ama de casa, por fin dejé de envidiarte: hoy yo también soy una mamá ama de casa... y aunque cuando trabajaba fuera de casa también lo estaba haciendo bien, ¡me bajo de ese barco! He decidido acuñar un nuevo concepto: ahora soy una Godi-mom-housewife... a ver qué tal me va... ya te iré contando...
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