La desesperada carta de una madre pidiendo ayuda a su marido con los niños
Consejos para involucrar a los padres en la crianza de los hijos - Los papás NO ayudan NI colaboran, hacen su parte
- Marido, ¡necesito ayuda con los niños! - Mensaje de una madre desesperada a su pareja
- Tú también me necesitas - así termina la madre angustiada
- Cómo involucrar más a los padres en la crianza de los niños
La maternidad es una de las experiencias más bonitas que puede vivir una mujer a lo largo de su vida, pero a su vez, se trata de una de las vivencias más estresantes y agotadoras. Los niños nos chupan nuestra energía hasta dejarnos casi sin fuerzas y haciendo que busquemos ayuda en nuestro compañero o pareja.
¿Qué ocurre cuando la otra parte involucrada en este proceso no atienda nuestras peticiones? Esta es la desesperada carta de una mamá pidiendo ayuda a su marido con los niños, ¡una lectura obligatoria para todos los padres del mundo!
Marido, ¡necesito ayuda con los niños! - Mensaje de una madre desesperada a su pareja
Las mujeres de todo el mundo se enfrentan a una carga de trabajo desigual en sus hogares, que se amplifica cuando se convierten en madres. Junto con sus nuevos deberes parentales, muchas mamás asumen la carga de las tareas domésticas con poca o ninguna ayuda de su pareja.
Cansada de hacer más de lo que le corresponde, una mamá americana le escribió una carta a su esposo reclamándole más ayuda más ayuda en la casa. Su nombre es Celeste, pero perfectamente podían ser las palabras de Virginia, Eloísa, Vilma, Teresa o las tuyas propias. Te animo a que la leas con detenimiento (¡te servirá de terapia!)y, sobre todo, a que invites a tu pareja a que también la lea y ambos reflexiones.
Querido esposo,
La última noche fue dura para ti. Te pedí que observaras al bebé para que pudiera irme a la cama temprano. El bebé estaba llorando. Llorando, de verdad. Podía escucharlo desde el piso de arriba y mi estómago se anudó por el sonido, preguntándome si debería bajar allí y aliviarte o simplemente cerrar la puerta para poder dormir desesperadamente. Elegí esto último. Entraste en la habitación 20 minutos más tarde, con el bebé llorando desconsoladamente. Colocaste al bebé en la cuna y empujaste suavemente la cuna unos pocos centímetros más cerca de mi lado de la cama, un gesto claro de que habías terminado tu tarea.
Yo quería gritarte. Quería comenzar una pelea épica en ese mismo momento. Había estado con el bebé y con nuestro otro hijo todo el día, ¡estaban malitos! Iba a despertarme un rato después para darle el pecho toda la maldita noche. Lo menos que podrías haber hecho es sostenerlo un par de horas por la noche para que pudiera intentar dormir. Solo unas pocas horas de sueño, ¿era mucho pedir?
Tú también me necesitas - así termina la madre angustiada
Sé que ambos observamos a nuestros padres cumplir con los roles típicos de madre y padre mientras crecíamos. Nuestras dos madres fueron las principales cuidadoras y nuestros padres fueron relativamente manos libres. Eran excelentes papás, pero no se esperaba que pasaran una cantidad significativa de tiempo cambiando pañales, alimentando y cuidando y cuidando a los niños. Nuestras madres fueron las super-mujeres que mantuvieron la dinámica familiar: cocinando, limpiando, y criando a los niños. Cualquier ayuda de papá fue bienvenida, pero inesperada.
Cada día nos vemos caer en estas dinámicas familiares. Se asume mi responsabilidad de alimentar a la familia, mantener la casa limpia y cuidar a los niños, incluso cuando regreso al trabajo. Me culpo por la mayor parte también. He establecido el precedente de que puedo hacerlo. Y en verdad quiero. No te ofendas, pero no estoy segura de querer saber cómo sería la cena de una semana contigo al mando.
También veo a mis amigas y otras mamás hacerlo todo y hacerlo bien. Sé que tú también lo ves. Si pueden manejarlo, y si nuestras madres lo hicieron tan bien para nosotros, ¿por qué no puedo yo? No lo sé. Tal vez nuestros amigos están haciendo el papel en público y luchando en secreto. Tal vez nuestras madres sufrieron en silencio durante años y ahora, treinta años después, simplemente no recuerdan lo difícil que fue. O tal vez, y esto es algo que me digo cada día, simplemente no estoy tan cualificada para el trabajo como todos los demás. Y por mucho que me estremezca solo de pensarlo, lo voy a decir: necesito más ayuda.
Por la mañana, necesito que prepares a nuestro niño para que yo pueda cuidar al bebé y ponerme con los almuerzos de todos y tomar una taza de café. Y no, preparar al niño no significa dejarlo caer frente al televisor. Significa asegurarse de que se vaya al baño, desayunarlo, ver si quiere agua y hacer la mochila para la escuela.
Por la noche, necesito una hora para descomprimirme en la cama, sabiendo que nuestro niño pequeño está dormido en su habitación y que el bebé está bajo tu cuidado. Sé que es difícil escuchar llorar al bebé. Créeme, lo sé, porque lo veo a la mayor parte del día y puedo hacerlo por las noche, pero por favor. Te necesito.
Los fines de semana necesito más descansos. Momentos en los que pueda salir de la casa sola y sentirme como una persona normal. Incluso si es únicamente un paseo por la manzana a o una visita a la tienda de comestibles. Y algunos días en los que he programado clases de natación y citas para jugar, y parece que tengo todo bajo control, necesito que te ofrezcas para echarme una mano. O sugerirme que vaya a acostarme durante la siesta de los niños. O que empieces a guardar los platos sin que yo lo sugiera. Te necesito.
Por último, necesito escuchar que estás agradecido por todo lo que hago. Quiero saber que notas que la ropa está lista y que he preparado una buena cena. Quiero saber que aprecias que amamanto a todas horas y me saco la leche cuando estoy en el trabajo, cuando me sería más fácil alimentarme con fórmula. Espero que te des cuenta de que nunca te pido que te quedes en casa después de tus eventos o actividades deportivas. Como mamá, se asume que estaré en casa todo el tiempo y siempre estaré disponible para cuidar a los niños mientras estás fuera, y me baso en esa suposición al estar en casa todo el tiempo.
Sé que no es así como lo hicieron nuestros padres, y odio incluso preguntar. Desearía poder hacerlo todo y hacer que se vea sin esfuerzo. Y desearía no necesitar felicitaciones por hacer las cosas que la mayoría de las personas esperan de una madre. Pero agito una bandera blanca y admito que soy humana. Te estoy diciendo cuánto te necesito, y si sigo al ritmo que he estado, me romperé. Y eso te haría daño a ti, a los niños y a nuestra familia. Porque, seamos sinceros: tú también me necesitas.
Cómo involucrar más a los padres en la crianza de los niños
¿Te sientes reflejada en esta historia? ¿Has vivido tú algo parecido? Quizá seas afortunada y en tu casa la distribución de las tareas está muy bien definida y, sobre todo, es equitativa para ambos. Si no es así, os deberías sentar a hablar, y es que la comunicación es clave para darle la vuelta a esta situación.
- Repartir las tareas domésticas de forma equitativa y, por qué no, teniendo en cuenta vuestros gustos y necesidades.
- Si aún así notas que no sale de él y que no cumple con lo establecido, dile (siempre en buen tono) a diario lo que tiene que hacer.
- Explícale que su papel es muy importante en la educación y la crianza de los niños.
- Coméntale que la decisión de tener hijos fue de los dos, vuestro hijo es el 50% de cada uno. ¡Se lo debe a él!
- Evita las discusiones y siempre hablad en un tono conciliador.
- Con respecto a los temas escolares, ¡quizás podéis dividiros! Él está en el grupo de padres del mayor, y tú, en el del pequeño. O hacerlo también por extraescolares.
- Hablad de cómo os sentís cada uno. Tú estás estresada, pero quizás él se sienta marginado. ¡Empatizar con el otro puede ser de gran ayuda!
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