7 claves que te ayudarán a elegir un buen padre para tus hijos

Con la maternidad aprendí que los libros de psicología infantil no me dieron el control de la crianza de mis hijos, pero sí obtuve el aprendizaje necesario para conocer mis errores y poder cambiarlos. La vida es cualquier cosa menos algo controlable, siempre pone a prueba nuestra capacidad de aprendizaje y adaptación, y esos dos valores son un buen resumen de lo crucial en la crianza de un hijo. Aquí te traemos las 7 claves que te ayudarán a elegir un buen padre para tus hijos, conócelas.

7 puntos clave para saber elegir bien al padre de tus hijos

Encontrar la pareja y el padre o madre ideal es un sueño cuando anhelas tener hijos. Pero quiero poner el foco en señalar que durante el viaje de la crianza seguiremos aprendiendo juntos, cometeremos errores o discutiremos acerca de lo que haríamos diferente. La clave está en recordar que todos podemos aprender y cambiar: la plasticidad neuronal es una de nuestras grandes capacidades que por suerte nos acompaña hasta el final de nuestros días, lo que significa que no dejamos de cambiar y de aprender.

También debemos comentarte el porqué decidimos hacer este tema. Hace tiempo en una publicación de Facebook lanzamos la pregunta: '¿Qué te hubiese gustado saber antes de ser madre o padre?' y la respuesta de una seguidora ('que hay que intentar elegir un buen padre para nuestros hijos') nos motivó a redactar este artículo en el que encontrarás:

• El concepto sobre el 'padre o madre suficientemente bueno'.
• Los valores y objetivos similares para hacer un buen equipo.
• Cómo establecer límites a los niños.
• La complicidad en pareja.

Entre otros puntos que harán que la elección del padre para tus hijos sea una decisión meditada y tomada a conciencia. A continuación, te platicaremos estos puntos de manera detallada.

El concepto del 'padre suficientemente bueno' al elegir al papá de tus hijos

Para comenzar, te diremos que la 'madre suficientemente buena' fue un término que describió Donald Winnicott, pediatra y psicoanalista inglés, que se refiere a la madre que cubre las necesidades de su bebé, sin lograr ser perfecta. Es más, no se espera ni mucho menos se necesita que esa madre raye en la perfección: es una presión innecesaria.

Aquella madre que da respuestas instintivas confiando en sus capacidades, sin la inseguridad que observa actualmente por el control de la crianza. Su teoría señalaba que fallar era una parte necesaria para que así el niño aprendiese sobre la realidad de un mundo imperfecto, poniendo en marcha su esfuerzo por adaptarse y haciendo crecer su repertorio de aprendizajes.

Y entonces ¿cómo sería un padre suficientemente bueno? ¿Aplicarían los mismos criterios que para las mujeres? Siguiendo los mínimos imprescindibles del psicoanalista británico y sin esperar que ningún padre cubra todos los estándares, y mucho menos culpabilizarnos, vamos a estudiar esas claves para familias biparentales u homoparentales:

1. Tener compromiso con la crianza compartida

La participación activa en la vida del niño aportará seguridad en el pequeño, reforzando su apego y dando respuesta a las dificultades o aprendizajes que surjan, asegurando un desarrollo emocional saludable. Esto incluye pasar tiempo de calidad con los hijos, ocuparse de tareas cotidianas, involucrarse en su educación, tratar de hablar con los hijos acerca de sus preocupaciones y estar presente en momentos importantes de sus vidas.

2. Implicación total en la relación de pareja

La relación entre los padres va a cambiar, puede verse resentida por la dedicación de la crianza, y no debemos olvidar que esta relación que ven de nosotros les servirá como modelo en el desarrollo de relaciones saludables. Es fundamental que el padre o madre demuestren respeto, apoyo y colaboración, fomentando así un ambiente familiar armonioso. Una comunicación abierta y la resolución constructiva de conflictos contribuyen en gran medida a un entorno seguro y estable para el crecimiento de los niños.

3. Poseer valores y objetivos similares

La crianza de los hijos implica la toma de decisiones conjuntas sobre la educación, la disciplina y otros aspectos importantes. Si ambos comparten valores y objetivos similares, será mucho más fácil tomar decisiones y criar a los hijos de manera congruente.

4. Contar con una buena resolución de problemas

Los buenos padres reconocen que la paternidad implica desafíos y momentos difíciles. Están dispuestos a trabajar en su propio crecimiento personal para manejar el estrés y las tensiones que surgen en la crianza de los hijos. Buscar apoyo y asesoramiento cuando sea necesario es una señal de madurez y responsabilidad en la maternidad y la paternidad.

5. Poder establecer límites a los niños

Un buen padre o madre es aquel que reconoce cuándo debe poner límites a su hijo, entiende la importancia de enseñar normas y sabe que mostrar respeto a la autoridad será un valor crucial para su futuro.

6. Gran capacidad de conexión con su hijo

Conseguir entender qué necesita un hijo es harto complicado, te sientes inseguro y abrumado por la demanda del peque, hasta que poco a poco aprendes a sentir o intuir sus necesidades. Un buen padre o madre es aquel que se deja llevar por su voz interior y también sabe pedir apoyo cuando es necesario.

7. Tener complicidad en la pareja

No siempre tenemos un buen día, hay momentos de inestabilidad emocional, mala gestión del enfado o del estrés, es por ello que la complicidad en la pareja nos ayuda a delegar el trabajo de la crianza o bien nuestra pareja sabrá cuándo necesitamos un relevo. Esta complicidad garantiza un mejor clima en el hogar, pues uno siempre ayudará al otro.

Elegir al papá de tus hijos es una decisión que requiere reflexión

A modo de resumen, saber si estás delante del padre o madre adecuado para tu hijo es una decisión que requiere reflexión, sensibilidad y tolerancia, porque todos podemos aprender a ser mejores padres y mejor pareja, necesitamos la humildad para aprender y la voluntad de escuchar cuando nos enseñen.

No somos padres o madres perfectos, somos padres suficientemente buenos, que nos preocupamos por el bienestar físico y emocional de nuestros hijos, que aprendemos de nuestros fallos y deseamos que el compañero de vida elegido conecte con nosotros en valores, compromiso, complicidad o conexión y tenga la capacidad de enfrentar lo malo y lo bueno de la educación de un hijo.

La magia para lograr una familia sana emocionalmente la ponen el amor, el respeto y la conexión.

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