Evita proyectar tu infancia al educar a tu hijo y lo harás más libre
Al no proyectar tu propia niñez en la de tu pequeño lo harás libre y capaz, de lo contrario lo limitarás
- Deja de proyectar tu propia niñez en la de tu pequeño o lo limitarás
- No evites que tu hijo meta la pata: permite que suceda y acompáñale
- ¿Por qué no debemos proyectar nuestra propia niñez en los hijos?
Aquí te daremos un valioso consejo: evita proyectar tu infancia al educar a tu hijo y lo harás más libre. Sí, al no proyectar tu propia niñez, buena o mala, en la de tu pequeño le harás más libre y capaz, porque de lo contrario le limitarás. Aquí lo que debes saber para que esto no suceda y darle confianza en sí mismo a tu hijo para que su infancia sea de lo más saludable.
Deja de proyectar tu propia niñez en la de tu pequeño o lo limitarás
Cuando proyectamos sobre nuestros hijos, que es algo bastante inevitable al principio, creemos que les hacemos un bien, porque al final nadie nos enseña a ser madres y padres, es decir, nuestros hijos están creciendo pero nosotros estamos también creciendo con ellos porque estamos conociendo una parte nuestra totalmente nueva.
Muchas veces cuando nuestros hijos se enfrentan a situaciones nuevas para ellos, nosotros como padres no podemos evitar pensar en cuando nosotros mismos vivimos cosas similares, el cómo lo afrontamos, el cómo nos afectó o si algo nos hizo sufrir y vamos a intentar evitarlo precisamente para que nuestros hijos no lo sufran y eso justamente es la proyección.
Proyectar nuestra propia niñez es creer que nuestros hijos van a vivir a través de lo que nosotros hemos vivido ¡y nada más lejos de la realidad! Nuestros hijos van a estar acompañados por nosotros, les vamos a educar y a poner límites, pero sus experiencias vitales son totalmente distintas a las nuestras, tan solo porque son otros tiempos: ya nada es como lo que nos tocó vivir.
Entonces tenemos que evitar proyectar para únicamente acompañarles con base en lo que ellos viven, no a lo que nosotros queremos o esperamos que vivan. Para evitar proyectar en los hijos, lo más importante de todo es fijarnos en ellos, entender que meter la pata es parte del aprendizaje y que no podemos evitarlo, es decir, a no ser que sea algo garrafal no tienes que evitar que tu hijo se tropiece.
No evites que tu hijo meta la pata: permite que suceda y acompáñale
Con esto tan simple evitamos proyectar y lo que estamos haciendo es acompañar a nuestro hijo para no olvidarnos que son seres humanos libres como cualquier otro, lo que es muy habitual en el tema de la proyección, sobre todo cuando ya empiezan la educación infantil, alrededor de los 3, 4 o 5 años, cuando llega el momento de que tendrá y no tendrá amigos, y sabrá relacionarse con otros pequeños.
Por poner un ejemplo, si en la escuela le ven solo los profesores pueden hacer algo y eso tiene mucho que ver con lo que podamos haber vivido nosotros de niños y tenemos que dejar que las cosas sucedan. Obviamente si algo que te preocupa mucho con quien lo tienes que compartir es con el otro adulto de referencia, pero no con el pequeño.
No puedes poner al niño con consejos como 'si te ves solo, haz esto' o 'si nadie quiere jugar contigo te acercas a no sé quién' y así en las situaciones propias de esta edad. Sin embargo, tienes que dejar un poco que sus experiencias se rijan por lo que va experimentando, no por lo que le has dicho que tiene que vivir, ya que muchas veces los adultos, con afán de protección, nos adelantamos a las cosas.
Así es: nos adelantamos a que sucedan sin darnos cuenta de que el mayor aprendizaje es cuando pasa, cómo nos enfrentamos a ello conjuntamente pero si van preparados previamente nunca van a estar dispuestos a ceder o nunca van a estar dispuestos a asumir un error o nunca van a estar dispuestos a asumir que parte de avanzar es ser creativo, hasta con las soluciones y los recursos.
¿Por qué no debemos proyectar nuestra propia niñez en los hijos?
Como padres, es natural querer lo mejor para nuestros hijos, basándonos en nuestras propias experiencias de la niñez. Sin embargo, proyectar nuestras vivencias, expectativas y sueños no cumplidos en ellos puede ser contraproducente, afectando su desarrollo individual y su capacidad de descubrir quiénes son realmente. Cada niño es único, con sus propias pasiones, habilidades y camino en la vida.
- Hay presión y estrés innecesarios. Al imponer expectativas basadas en nuestras propias experiencias o deseos no cumplidos, podemos generar una presión innecesaria sobre nuestros hijos. Esto puede llevar a estrés, ansiedad y, en algunos casos, a problemas de autoestima, ya que pueden sentir que están constantemente tratando de cumplir con las expectativas de sus padres.
- Se presenta una supresión de la individualidad. Cada niño tiene su propio conjunto de talentos e intereses, así que proyectar nuestras propias experiencias y deseos sobre ellos puede suprimir su individualidad.
- Existe obstaculización del desarrollo de la autonomía. Para que los niños crezcan siendo adultos independientes y seguros de sí mismos, deben tener la oportunidad de tomar sus propias decisiones y aprender de sus experiencias.
- Se encuentran diferencias generacionales y contextuales. El mundo cambia y lo que era aplicable en nuestra niñez puede no serlo para la generación actual. Es importante reconocer estas diferencias y permitir que los hijos naveguen el mundo a su manera, pero con nuestro apoyo.
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Bibliografía
- Vásquez Garzón, D.Y. (2019) Cambios de las parejas en transición a la paternidad. Tesis. Facultad de Ciencias de la Salud / Programa de Psicología (ed.) Universidad Autónoma de Bucaramanga, Colombia, pp. 1-88 Disponible en: https://repository.unab.edu.co/bitstream/handle/20.500.12749/11699/2019_Tesis_Deisy_Yolanda_Vasquez_Garzon.pdf?sequence=1&isAllowed=y