Frases que te dices como madre y que limitan la educación de tus hijos

Muchos estudios aportan que tenemos unos sesenta mil pensamientos al día y que la gran mayoría de ellos hacen referencia a situaciones del pasado, o son repetitivos y provocan de una forma inconsciente que nos enganchemos a ellos en forma de bucle o son negativos y nos hacen caer en el victimismo y además se apoyan en la queja. Por eso, en esta ocasión, te proponemos reflexionar sobre todas estas frases que te dices a diario como madre o padre y que están limitando la educación de tus hijos.

Y es que debemos tener en cuenta que, de todos estos pensamientos, muchos de ellos se materializan en nuestro lenguaje diario, es decir, los decimos en voz alta y por tanto los oímos aún con más fuerza y los oyen, además, las personas que están a nuestro alrededor: los niños.

Cómo te hablas a ti misma como madre

¿Nos hemos parado a pensar todas las frases, conversaciones con nosotras y nosotros mismos, que nuestros pequeños oyen? Está claro que cuando decimos 'cómete la verdura', tardan en escucharnos (si es que nos escuchan) y en procesar la información tardan más. Pero cuando decimos, incluso en voz baja, 'este viernes podríamos cenar pizza', tardan bien poco en procesar y en pedir lo que hemos pensado que podría ser.

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De la misma manera todas las frases que me digo, en mi caso como mujer primero y como madre después, pueden limitar a mi hija o, por el contrario, pueden favorecer que mi hija trabaje en mejorarse cada día. Desde la típica frase que muchas mujeres se dicen mientras se miran en el espejo 'hoy me veo gorda' o 'qué gorda estoy' y que, creedme, puede condicionar en el desarrollo y personalidad de esa niña, hasta frases que descalifiquen y juzguen situaciones sociales.

Los mensajes que transmitimos a nuestros hijos

Es muy importante darse cuenta de que para nuestros hijos e hijas, por lo menos hasta una determinada edad, somos sus líderes y máximos referentes. Por lo tanto si les decimos que esta noche vendrán los Reyes Magos o Papá Noel, ellos se lo creerán; si les decimos que les queremos, también se lo creerán. Por lo tanto si me oyen decirme que estúpida soy, también se lo creerán.

Nuestros mensajes suelen caer en los niños y niñas como verdades absolutas, como decía antes, al menos hasta una determinada edad. Es por ello que os invito a que reflexionéis sobre qué mensajes les estamos dejando y realmente qué mensajes les queremos dejar.

Cómo nuestro lenguaje limita la educación de los niños

De la misma manera, siempre os digo que corrijamos la conducta de nuestro hijo o hija sin atacar a su persona, es decir, que digamos 'hoy parece que estás despistado y te has dejado el libro en el colegio', en vez de 'qué despistado eres que te has dejado el libro en el colegio', ¿os dais cuenta cómo cambia? Desde luego ellos y ellas lo reciben de manera muy diferente.

También es frecuente que, de forma inconsciente, transmitamos nuestras inseguridades y miedos a nuestros hijos e hijas, cuando esos miedos son nuestros y no de ellos. Por ejemplo, cuando decimos 'no toques eso que me da miedo'.

Durante nuestro día a día son muchas las frases que nos decimos, y de todas las que nos decimos en voz alta un buen número de ellas pueden limitar y condicionar la forma de actuar y de pensar de nuestros hijos e hijas. Además, muchas de nuestras reflexiones en voz alta corresponden más a un contexto de adultos.

¿Esto quiere decir que no nos podemos expresarnos libremente y compartir nuestras emociones delante de nuestros hijos e hijas? Claro que podemos y debemos.

Frases que decimos y sobre las que debemos reflexionar

Aquí os pongo algunos ejemplos, a ver si os inspiran en vuestra bonita labor como madres y padres; ejemplos que manifiestan la emoción de una forma consciente y buscan, desde la proactividad, una solución o mejora:

1. Qué vergüenza hablar en público
Con esta frase estamos diciendo que a todo el mundo le da vergüenza hablar en público, y no es así. Mejor sería decir 'a mí me daría vergüenza hablar en público, admiro a las personas cuando sí lo hacen'.

2. Este colegio es malísimo
Con esta frase estamos descalificando a una institución completa con todo su personal docente y no docente. Mejor sería: 'hemos tenido alguna mala experiencia en este colegio, yo no lo recomendaría'.

3. Pero qué antipática y desagradable es esa familia
Estamos descalificando a la familia completa, y eso seguramente puede ser fruto de algún encuentro desafortunado, por lo que sería mejor decir 'no hemos tenido buena relación con esta familia'.

4. Qué tonta soy. Qué gorda estoy
¡Estas frases son tremendas! Estoy segura de que a nuestras mejores amigas ni se las diríamos... ¿Por qué entonces nos las decimos a nosotras mismas? Y la consecuencia que puede tener en nuestros hijos e hijas puede resultar muy negativa. Sí me puedo decir 'hoy me despisté y me dejé el abrigo en el trabajo' o 'estaba tan enfadada con mi jefe que le he respondido grotescamente, cuando esté más calmada le llamaré para solucionar el tema' o 'después de este verano he cogido unos kilos, me gustaría comer de forma consciente y sana'.

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