Heridas emocionales que hemos heredado y que transmitimos a los niños
Eres el tipo de madre que eres, por el tipo de padres que tuviste
- Todo lo que heredamos de nuestros padres
- Heridas emocionales que no debes transmitir a los niños
Aunque apenas seamos conscientes de ello, somos el tipo de madre o el tipo de padre que actualmente somos, por el tipo de padre o el tipo de madre que tuvimos. De nuestros padres heredamos el color de ojos, algunos valores, algunas actitudes... pero también hemos heredado algunas heridas emocionales. Debemos hacer un ejercicio de reflexión para evitar transmitir todo ello, al igual que sus consecuencias, a los niños. De esta forma, evitaremos que nuestros, al mismo tiempo, sufran algunas cicatrices emocionales que afectarán a su forma de enfrentarse al día a día.
Todo lo que heredamos de nuestros padres
'Si quieres entender más a tus padres, haz que hablen sobre su propia infancia; y si escuchas con compasión, aprenderás de dónde vienen sus miedos y patrones rígidos'. Louise Hay, escritora estadounidense.
Me parece una forma extraordinaria la de empezar este artículo hablando de cómo son y sienten tus padres, para saber de dónde te vienen a ti algunas creencias limitantes, algunos miedos o algunos hábitos emocionales no resueltos.
Y es importante, porque o te paras a examinar si esas creencias y demás, que tú has heredado, tienen sentido para ti actualmente, o tienes que empezar a cambiarlas para que tu hijo no las herede. Cada uno de nosotros somos una colección de historias, creencias, experiencias, circunstancias, conocimientos e incluso comportamientos aprendidos, que hemos adquirido a lo largo de nuestra vida. Y es que, la infancia es nuestro mejor periodo para absorber todo lo que ocurre, aprender de lo que vemos e incluso creernos lo que no vemos pero sentimos en nuestro entorno familiar. Todo suma, y todo influye en nosotros.
Por todo ello, la importancia de revisar (o más bien revisarnos) para que nuestros hijos no hereden aquello que no nos gusta de nosotros, y por otro lado, para aprender a aceptar lo que nuestros padres nos ofrecieron y enseñaron.
'Si tu madre no sabía cómo amarse a sí misma, o tu padre no sabía cómo amarse a sí mismo, sería imposible para ellos enseñarte cómo amarte a ti mismo. Estaban haciendo lo mejor que podían con lo que se les había enseñado de niños', vuelve a escribir Louise Hay. Si eres consciente de que actúas en cada momento lo mejor que puedes, es hora de que traslades este pensamiento a tus padres. Ellos también actuaron de la mejor forma posible, dándote lo mejor que tenían. Y es que, igual que heredamos de nuestros padres algunas cosas 'malas', también heredamos las buenas como la capacidad para confiar en nosotros y valorarnos como nos merecemos.
Heridas emocionales que no debes transmitir a los niños
Es verdad que ciertos de tus miedos y malas costumbres los heredaste de tus padres pero, ¿vale la pena arrepentirse o reprochar ahora? Es verdad que aquello que te transmitieron podría haber sido distinto, sin embargo, no vale la pena que dediquemos nuestros esfuerzos a regresar al pasado.
Son ganas de pelear contra una batalla perdida. No podemos olvidar que las cosas son como son y ocurrieron como ocurrieron. Lo más inteligente y sobretodo, lo que te ofrecerá más paz será aceptar tal y como son tus padres ahora, y con todo lo que te dieron o no, en el momento pasado.
Y por supuesto, tener este aprendizaje presente para no repetir palabras que no quieres que tus hijos hereden. Esto también incluye, por supuesto, algunos comportamientos que querrías que quedaran en el pasado y que no se repitiesen.
Te invito a reflexionar sobre las consecuencias que pueden crear ciertas heridas emocionales heredadas de tus padres y que te afectan a la forma en la que ejerces como madre o como padre.
Algunas de ellas son:
- El terrible sentimiento de abandono.
- La tristeza, sobre todo cuando no sabemos enfrenarnos a ella. Por lo general, el no saber gestionar nuestras emociones puede hacernos mucho daño durante la infancia, pero también cuando somos padres.
- La falta de amor propio, que a menudo se traduce en falta de confianza en uno mismo.
Cuando, como padres, no hacemos nada para curar todas estas heridas emocionales, corremos el riesgo de transmitírselas a nuestros hijos. O, al menos, que ellos también sufran algunas de sus consecuencias. Por eso, no puedo evitar preguntarme: ¿Qué estará tu hijo o hija absorbiendo?
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