Lo que nunca debes pedirle a tu hijo mayor
Pedirle al hermano mayor que adquiera responsabilidades con los pequeños puede perjudicar para su desarrollo emocional
- Cosas que nunca deberías pedirle a tu hijo mayor
- Qué consecuencias tiene exigir demasiadas responsabilidades al hijo mayor
Tradicionalmente se ha considerado que el hermano o la hermana mayor debía ocuparse de los pequeños, ser un ejemplo para ellos y ser siempre el referente a seguir. Este modelo familiar, donde los roles se establecen en función del orden de nacimiento, ha sido durante años el modelo a seguir. Sin embargo, cada vez más los expertos solicitan a los padres dejar de lado estas ideas tradicionales sobre los hijos mayores, ya que pueden influir negativamente en el desarrollo emocional de todos los hijos (mayores y pequeños) e incluso afectar la relación entre hermanos a largo plazo. Esta son las cosas que nunca debes pedirle a tu hijo mayor que haga.
Cosas que nunca deberías pedirle a tu hijo mayor
En ocasiones, los padres necesitan pedirle a sus hijos mayores que ayuden con los pequeños, sin embargo, esto no debería ser lo habitual ni prolongarse demasiado en el tiempo. En un momento puntual, un hermano mayor puede ayudar, pero la responsabilidad última del cuidado y educación de los hijos es de los padres. Una vez aclarado esto, estas son las cosas que nunca deberías pedirle o decirle a tu hijo mayor:
- Que se convierta en el cuidador de su hermano
No te olvides de que no es su hijo, no es su responsabilidad, y además no tiene la madurez de un adulto, así que no conviertas a tu hijo o hija mayor en un segundo padre o madre.
- Ser un ejemplo para su hermano menor
Cuando los padres le piden esto a sus hijos mayores, les están colocando una carga que llevarán a cuestas de por vida. Tus hijos, mayores y pequeños, tienen que aprender a ser un ejemplo para ellos mismos, no para que los demás les den su aprobación.
- Que tenga que ayudar a su hermano en todo lo que necesite
Sobre todo cuando se obvian las necesidades que también pueda tener el mayor. Un hermano mayor puede ayudar a sus hermanos pequeños, pero hay que esperar que sea algo que nazca de ellos, que puedan hacer por gusto y no por obligación.
- Tomar decisiones sobre su educación
Desde ocuparse de que el hermano menor haga sus tareas hasta tomar decisiones como castigos o lo que pueden o no hacer. La obligación de educar a los hijos es única y exclusivamente de los padres, no de los hijos.
- Repartir las responsabilidades del hogar
Cada hijo debe tener responsabilidades familiares en función de su edad, y los hijos mayores no son los que deben decidir cuáles serán. Lo mejor es dejar bien claro cuáles son las responsabilidades de cada uno de los hijos.
- Dar por hecho lo que el hermano mayor hace y no elogiar sus logros
Esto es muy habitual cuando el rol del hermano mayor es equivocado. Los padres suelen dar por hecho que cuando el hermano mayor ayuda al menor es su obligación, por lo que ni siquiera elogian su buena disposición. Esto afecta profundamente al mayor, que haga lo que haga nunca se siente valorado.
- Decirle que es el hombre o la mujer de la familia
Esto suele ser muy habitual cuando uno de los padres está ausente y deposita en el hijo mayor una responsabilidad demasiado fuerte para su edad, confundiéndolos completamente sobre qué rol debe cumplir como hijo y hermano.
Qué consecuencias tiene exigir demasiadas responsabilidades al hijo mayor
A pesar de que cargar de responsabilidad a los hijos mayores ha sido una práctica muy común en la mayoría de países occidentales a ambos lados del Atlántico, hacerlo puede traer graves consecuencias para los hijos, principalmente para los hermanos mayores, pero también para los pequeños.
Cuando los padres le piden al hermano mayor que se encargue de su hermano pequeño, en realidad están pidiéndole que asuma un rol que realmente no es el suyo. El hermano o hermana mayor no decidió tener un hijo como lo deciden los padres, por tanto, no debería tener que asumir funciones paternales, como el cuidado o vigilancia de sus hermanos pequeños.
Los padres, ya sea de manera especial inconsciente o por necesidad, asumen que su hijo mayor puede hacerse cargo del pequeño, olvidándose de que todavía su hijo no es más que un niño (o un adolescente), incapaz de asumir con verdadera consciencia esa tarea.
Los hijos mayores suelen confundir bastante su rol dentro de la familia debido a este exceso de responsabilidad que sus padres les otorgan, pudiéndose sentir desamparados, poco queridos o incomprendidos. Es común que estos hermanos sufran en silencio sus celos hacia los más pequeños, que en algún momento se externalizarán en algún tipo de maltrato hacia sus hermanos.
Además, cuando los padres realmente depositan en los hijos mayores sus propias responsabilidades como padres suelen otorgarles una cierta autonomía para tomar decisiones en cuanto a sus hermanos, cediéndole el poder del cuidado y educación a sus propios hijos.
Esto no solo es contraproducente para los hijos mayores, también para los más pequeños, ya que los mayores, al no estar preparados para este rol, suelen convertirse en hermanos demasiado autoritarios, a la vez que protectores. Por un lado, el hermano mayor aprende un liderazgo erróneo, mientras que los pequeños sufren de una figura autoritaria que no permite un apropiado desarrollo de muchas de sus capacidades, como la autonomía o una autoestima fortalecida.
Cuando los roles entre el hermano mayor y el pequeño son muy marcados, siendo el del hermano mayor una especie de padre/madre y el del pequeño el de un hijo/hija, suelen surgir conflictos entre hermanos tarde o temprano.
La preadolescencia del hermano pequeño es un momento clave, ya que este no solo deseará convertirse en un ser autónomo de sus padres, sino también de su hermano mayor, lo que propiciará muchos desencuentros y peleas que podrían aumentar hasta la etapa adulta. Por otro lado, el hermano mayor puede desarrollar un recelo hacia el hermano menor, precisamente por sentir injusto el papel que le ha tocado vivir con respecto al mismo, un papel en el que no pudo vivir su infancia con la misma despreocupación que su hermano o hermana.
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