Los 3 monstruos de la maternidad que no puedes dejar que te atormenten
Aunque es una etapa maravillosa, muchas madres nos sentimos solas y culpables
- La maternidad es maravillosa pero también tiene sus monstruos
- Los remordimientos por no ser la madre que esperabas ser
- Segundo monstruo de la maternidad: no sentirnos comprendidas
- ¿Por qué las madres nos sentimos culpables de todo?
La maternidad es maravillosa pero también tiene sus monstruos
Muchas mujeres, desde pequeñas, hemos fantaseado con la idea de ser madres. Algunas, incluso, esa fantasía la han llevado al extremo porque básicamente, las mujeres que les rodeaban en casa, hablaban maravillas de la maternidad.
Con el tiempo, otras mujeres de tu alrededor, deciden ser madres y observas que la idea de la maternidad empieza a no ser tan idílica, sin embargo, sigue siendo tabú hacer ciertas preguntas o comentar ciertas situaciones referentes a nuestros sentimientos y nuestros hijos. Ni siquiera entre nosotras. Y eso nos hace sentirnos solas. Y una vez que decides ser madre, descubres la realidad.
Por si acaso, y si aún no estás en este último grupo, te queremos contar algunas ideas que debes tener presente cuando decidas ser madre, porque la maternidad también tiene sus propios monstruos. Y si eres madre, está bien que compartamos estas reflexiones y sentimientos, para que otras mujeres se acerquen más preparadas a esta 'XXX' (defínelo tú) etapa de la vida.
Los remordimientos por no ser la madre que esperabas ser
El primero de los monstruos al que nos enfrentamos en la maternidad son todos esos remordimientos por no ser la madre que esperábamos ser.
Tranquila, lo estás haciendo lo mejor que sabes. No te tortures con tus propios pensamientos y mucho menos, permitas que otras mujeres (tipo madre, suegra, cuñada...) te valoren cómo lo estás haciendo en tu nuevo rol de madre.
Y sí, todo se puede mejorar, pero necesitas ir experimentando para darte cuenta de qué es eso que se puede hacer de forma diferente. O mejor aún, para empezar, olvida la idea de mejorar... porque desde ahí, estarás trabajando en la parte negativa de la situación, en lugar de enfrentarte a nuevas situaciones (que es lo que estarás viviendo con tu bebé cada día) con la actitud confiada y positiva adecuada.
Una cosa es la expectativa que te has creado de la maternidad; y otra, la realidad. Por cierto, ¿cuáles han sido tus referentes? ¿Cómo te has preparado para ser madre? ¿Quién te ha enseñado? ¿Cómo has aprendido?... Aprende a vivir el momento presente. Olvida las expectativas. La vida, si se quiere, siempre es mucho mejor de lo que pesábamos.
Recuerda siempre, que tu hijo querrá una madre feliz no una madre perfecta. El perfeccionismo te obliga a seguir patrones e ideas preconcebidas, en lugar de dejar elegir según tu propio instinto. Sí, ¡lo tienes! Todas lo tenemos, para eso la vida te ofrece 9 meses de gestación, para que empieces a desarrollarlo.
Y por último, responde: ¿lo estás haciendo lo mejor que sabes en este momento? Si la respuesta es sí, ¿cuál es el problema? Valora que al menos, lo estás haciendo, porque hay otras mujeres, que ni si quieran se atreven o tienen unos monstruos emocionales más grande que el tuyo. Si la respuesta es no, tranquila, aún estás a tiempo, busca la forma de adquirir nuevas herramientas y ponlas en practica lo antes posible.
Segundo monstruo de la maternidad: no sentirnos comprendidas
El segundo monstruo al que es posible que tú también has tenido que enfrentarte en tras ser madre es el de 'no sentirnos comprendidas'.
A veces, creemos no sentirnos comprendidas por nuestras parejas, madres, amigas... Esta falta de compresión se basa en que nos estamos comparando. Olvida esta idea. Sé tú y vuelve a confiar en ti.
No nos comparemos ni entre mujeres, ni con los hombres. Por cierto, ellos también se pueden sentir inseguros y llenos de dudas como padres. Depende de cada persona sacar sus herramientas o adquirir nuevos recursos para hacer frente a estas situaciones. Cree en ti. Recuerda que cada niño es distinto y es mucho más importante estar de acuerdo con la pareja que alimentar la duda de la compresión. ¿Para qué necesitas que te comprendan? ¿Qué quieres demostrar?
Y es que, hemos crecido rodeada de conceptos tales como: amor incondicional, dedicación, ternura, renuncia, una madre siempre tiene que estar ahí... y un sinfín de ideas que nos han creado unas expectativas que vista la realidad, nos están haciendo sentirnos madres culpables. Para solucionarlo, por favor, crea tu propio vocabulario maternal. Si intentas hacer lo que otras madres te dicen, nunca pondrás en practica tu verdadero rol de madre, porque serás el sucedáneo de otras madres.
Madre y Amor. Ambos conceptos ambiguos en su definición y muy personales en su emoción. Nadie te enseña a sentir el amor, o a ser la madre perfecta o a vivir la maternidad o el amor de la manera correcta, pero todo el mundo te exige la perfección: la madre perfecta, el amor perfecto, la pareja ideal... Huye de este tipo de clichés o pensamiento, y simplemente, sé tú, confía en ti. Lo estás haciendo muy bien. ¡Felicidades!
¿Por qué las madres nos sentimos culpables de todo?
Y, por último, te presentamos al tercer y último monstruo de la maternidad: la culpabilidad.
No te fijes en el tiempo que pasas con tus hijos, para determinar tu calidad de madre en función de la cantidad de tiempo que le dedicas. No intentes compensar las ausencias con la compra de regalos. No quieras sentirte mejor madre, haciendo cosas para evitar ser una madre culpable. Mejor trabaja en la presencia, la calidad de ese tiempo o la conexión con tu hijo.
Tenemos un as en el bolsillo que muchas madres no saben utilizar, y simplemente se trata de nuestra presencia. Esa presencia que hará que conectes con tu hijo en todos los sentidos. Esa presencia que lejos de corregir te acercará a conectar. Aprovéchala. Disfrútala. Te hará sentir una madre más plena.
Si tienes dudas durante la maternidad, bienvenida al club, y ¡felicidades! ¡Ya eres una madre perfecta! Todas las somos. La crianza y la educación no es fácil... Por ello, aprende a confiar en ti, busca la ayuda que necesites, pide lo que creas que te puede ayudar en cada momento y encuentra tu propio método. No olvides, que lo estás haciendo lo mejor que sabes en este momento.
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