No hagas que tu hijo crezca antes de tiempo (ni le exijas demasiado)

Un niño es un niño (aunque viva en un mundo de adultos) y debemos respetar su ritmo de desarrollo

Laura Ruiz, Psicóloga
En este artículo
  1. Asegúrate de que tu hijo no crece antes de tiempo
  2. Consecuencias de ser demasiado exigentes con los niños
  3. Fomentar la autonomía no es igual que exigirles crecer antes de tiempo
  4. La importancia de revisar el estilo de crianza de los padres

Los niños son niños. ¡Qué obviedad!, ¿no? Pero a veces, los adultos, nos empeñamos en hacerles crecer antes de tiempo, esperando cosas de ellos que aún no les tocan. Les exigimos, queremos que 'se porten bien', que no protesten, que se adapten a los cambios, nos ponen nerviosos sus rabietas, queremos que maduren... ¡Con lo bonito que es ver crecer a un niño sin prisas! Disfrutando de cada pequeño avance.

Y por otro lado, ¿no estaremos siendo demasiado exigentes y poco tolerantes? Tal vez sea momento de revisar nuestras expectativas y ajustarlas a una crianza más respetuosa con los tiempos de nuestros hijos.

Asegúrate de que tu hijo no crece antes de tiempo

Si tu hijo crece antes de tiempo

Vivimos en un mundo lleno de prisas, donde podemos tenerlo todo a golpe de click. El ajetreo del día a día, el tráfico si vivimos en grandes ciudades, el estrés, las prisas... Son factores que nos agobian. Y muchas veces, interiorizando esas 'prisas', queremos también que los niños vayan rápido. Que aprendan rápido, que maduren, que asuman responsabilidades, que sean autónomos 'lo antes posible'...

Por otro lado, la cultura del éxito que tanto se fomenta, la competitividad y la necesidad de ser productivos, también son factores que influyen en que caigamos en el error de querer que nuestros hijos sean niños exitosos en lugar de felices.

Pero, ¿no estaremos exigiéndoles mucho antes de tiempo? ¿Por qué tenemos tanta prisa? ¿Realmente estamos respetando sus ritmos? ¿Qué es más importante, tener éxito o ser feliz? ¿Qué significa tener éxito? Porque si tener éxito pasa por forzar procesos, nuestro hijo es probable que no sea feliz.

En este punto, es importante entender y sobre todo, recordarnos, que los niños son niños, y los adultos, adultos. No les responsabilicemos de cosas que, por edad y momento evolutivo, aún no les tocan.

[Leer +: Disfruta de cada fase de tu hijo]

Consecuencias de ser demasiado exigentes con los niños

Cuando los padres exigimos a los niños

Ser demasiado exigentes con los niños implica forzarlos a crecer cuando, en realidad, aún son niños. Implica esperar cosas que aún no pueden hacer, enfadarnos por sus comportamientos de niño, ser poco flexibles... Y las consecuencias de todo esto son innegables.

Por un lado, esto puede afectar su autoestima. Pueden sentirse 'insuficientes', 'poco válidos' o poco merecedores de amor. Como si necesitaran demostrar, constantemente, que se merecen nuestro cariño.

Por otro lado, pueden sufrir una sensación de insatisfacción constante por no llegar a cumplir nuestras expectativas. Y, además, esta exigencia que les trasladamos, cuando es excesiva, puede robarles esa parte de la vida tan bonita que es la infancia.

Fomentar la autonomía no es igual que exigirles crecer antes de tiempo

La autonomía infantil y sus exigencias

Así, hemos de diferenciar muy bien entre, el hecho de fomentar la autonomía de nuestros hijos (algo lógico y sano), y el hecho de exigirles crecer antes de tiempo. Porque en el primer caso, hablamos de algo natural, algo que les puede beneficiar. En cambio, en el segundo caso ya estamos forzando un proceso que, de forma natural, no se daría, y que implica no respetar sus tiempos y su naturaleza.

¿Cómo saber si estamos en un caso u otro? Por ejemplo, fijándonos en cómo se siente nuestro hijo cuando le exigimos 'X' cosa. ¿Qué nos expresa? ¿Nos pide ayuda? ¿Qué emoción nos transmite? Preguntémosle directamente si está preparado para dar ese paso, o si se siente abrumado o presionado.

También nos puede ayudar, fijarnos en sus iguales, es decir, en los otros niños, aunque lógicamente cada niño es un mundo y cada niño tendrá su proceso. Pero observar a otros niños nos puede ayudar a adquirir perspectiva y flexibilizar la mente. Si miras a los compañeros de clase de tus hijos, ¿qué ves? ¿Qué hacen? ¿Tienen las habilidades o los hábitos que ya les estás exigiendo a tu hijo?

La importancia de revisar el estilo de crianza de los padres

El estilo de crianza de los padres

Es importante revisar nuestro estilo de crianza, y sobre todo, identificar si hemos heredado ciertos patrones de nuestros padres. ¿Los estamos reproduciendo? Si es así, tratemos de corregirlo y empezar a educar desde nuestro 'yo', desde nuestra propia vivencia e intuición como padres y madres, velando por el bienestar de nuestro hijo.

Se trata de crear, a través de pequeños hábitos del día a día, un estilo de crianza saludable que respete el ritmo de nuestro hijo, sus necesidades y particularidades. Y recuerda que, una cosa es fomentar la autonomía, y la otra es forzar su ritmo, adquirir responsabilidades que no les tocan por edad y empujarlos a crecer antes de tiempo.

Cómo respetar que un niño es un niño (en un mundo de adultos)

Un niño es un niño en un mundo de adultos

Hemos visto cómo la influencia de la cultura del éxito, la competitividad y la productividad como un ideal a alcanzar, son algunos de los factores que nos empujan, sin darnos cuenta, a ser exigentes con nuestros hijos y poco tolerantes con sus errores o incluso, con sus comportamientos normales de niños.

Sin darnos cuenta, hemos normalizado esperar de ellos comportamiento de adultos por los que, tal vez aún no se sientan preparados. Entonces, se trata de ser críticos y de empezar a trabajar para dejar que los niños, sean tan solo niños. Pero, ¿cómo lo hacemos? Algunas ideas que pueden ayudarte a empezar son:

  • Conoce a tu hijo; obsérvalo, explora y juega con él. Esto te ayudará a saber en qué punto está tu hijo y qué puedes esperar de él.
  • Haz un duelo de tus expectativas como padre o madre; trata de ver a tu hijo desde la curiosidad, la capacidad de asombro y la apertura mental, sin exigirle en exceso. Seguro que te sorprende.
  • Cultiva la flexibilidad mental (la lectura te puede servir); esto te ayudará a relativizar ciertas situaciones y a ser más tolerante.
  • Revisa tu autoexigencia; ¿tal vez se la estés trasladando a él?
  • Evita presionarle, respeta sus tiempos.
  • Deja que se equivoque, que se ensucie jugando, que experimente.
  • Valora las fortalezas de tu hijo; trata de ver todas las cosas buenas de su mentalidad infantil.
  • Acéptalo tal y como es, maravilloso.

Y sobre todo, no tengas prisa. ¡Todo llegará!

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