Por qué debemos preguntarnos si lo estamos haciendo bien como padres
Tenemos que aceptar que no somos perfectos y que, tarde o temprano, nos equivocaremos
- Los dos grandes retos de la maternidad y la paternidad
- El ejercicio de preguntarnos si lo estamos haciendo bien como padres
Cuando nuestros hijos no se comportan como esperamos, solemos hacernos la pregunta, ¿lo estamos haciendo bien? Pero quizás esta cuestión nos la deberíamos realizar más a menudo y no solo en los 'malos momentos'. ¿Por qué deberíamos preguntarnos si lo estamos haciendo bien como padres?
Los dos grandes retos de la maternidad y la paternidad
¿Que papá o mamá no se ha sentido culpable alguna vez por algo que han hecho sus hijos? Es más habitual de lo que muchos no gusta reconocer. ¿Lo estaré haciendo bien?, o peor aún, ¿qué he hecho mal?
Generalmente solemos sentirnos así cuando vemos algo negativo en nuestros hijos, un comportamiento inesperado y observamos una dificultad para alcanzar algún objetivo acorde a su edad... Entonces, la culpa asoma, pensamos que todo lo que hacemos ha influido negativamente en nuestros hijos y que, por tanto, somos la razón por la que ellos no han podido avanzar.
Por otro lado, cuando todo va bien ¿nos hacemos la misma pregunta? No siempre, ¿verdad? Y es que esto de preguntarse si lo hacemos bien como padres es una especie de yin y yan, una pregunta que asoma solo nuestros pensamientos cuando algo va mal. Sin embargo, como todo en esta vida, hay que encontrar el término medio.
Desde mi punto de vista, creo que como mamás y papás tenemos una gran responsabilidad por delante: ser lo mejor padres que podamos ser. Esta frase poderosa encierra dos grandes retos para afrontar la maternidad y la paternidad.
El primero es aceptar que no somos perfectos y que, tarde o temprano, nos equivocaremos. Pero este reto no significa que siempre nos disculpemos por haberlo hecho mal. Y aquí entra el segundo reto, esforzarnos. Sí, esforzarnos cada día por ser los mejores padres que puedan tener nuestros hijos, lo que implica tener el compromiso de aprender de nuestros errores, tratar siempre de ser mejores como progenitores y, de buscar maneras de criar a nuestros hijos para asegurar su felicidad y bienestar.
Esto no se trata de vivir constantemente con la culpa, preguntándonos qué hacemos mal, sino de vivir con cierta alerta preguntándonos qué podemos hacer mejor, qué no estamos haciendo del todo bien y cómo mejorarlo. La idea es no machacarnos, sino ser un poco más proactivos en la crianza de nuestros hijos.
Para mí esa es la clave. Cuando asumes internamente que quieres ser la mejor versión de ti misma como mamá (o papá) te preocupas por ello y tratas siempre de reflexionar antes de actuar, de aprender de lo vivido para intentar no cometer errores, sobre todo esas heridas que pueden afectar emocionalmente a tus hijos. No me entendáis mal, las equivocaciones seguirán ahí, pero al ser un poco más consciente de lo que hace consigue sortear algunas de ellas.
El ejercicio de preguntarnos si lo estamos haciendo bien como padres
Preguntarnos a menudo si lo estamos haciendo bien como padres puede ser un ejercicio muy positivo si lo enfocamos debidamente. Hacerlo solo cuando ha pasado algo negativo no será muy útil, aunque si nos serviría para tratar de aprender de ello. Pero hacerlo para adelantarte a los acontecimientos (no para atormentarte) puede evitar más de un dolor de cabeza. Y es que esta pregunta puede llevar a tener un comportamiento como padres mucho más saludable.
Si nos preguntamos a menudo nuestro papel como padres, podremos detectar antes ciertos comportamientos (tanto en nuestros hijos como en nosotros mismos), empezar a cambiarlos y pedir ayuda en el caso de necesitarlo.
También esta actitud proactiva ayuda a estar más informados, ser más abiertos a la hora de hablar con otras personas sobre nuestra maternidad o paternidad o incluso tener mayor capacidad para buscar soluciones creativas con una mente mucho más tolerante e informada.
Además, algo muy importante, permite sentir mayor seguridad con nosotros mismos como padres, ya que al ver las cosas con diferentes ángulos, tenemos la oportunidad de tomar decisiones mucho más pensadas y recapacitadas. En fin, que ¡todo son ventajas!
Mi consejo es que no no te martirices pensando en todo lo que estás haciendo mal, pero tampoco te relajes pensando que todo lo haces bien. Se trata de encontrar el término medio, recordando siempre que como padres nos hemos comprometido a amar y cuidar de nuestros hijos, con todo lo que ello implica.
Hacer una crianza respetuosa, lo más respetuosa posible, es nuestro deber como mamás y papás, y eso es algo que siempre tenemos que tener presente, tanto en los buenos como en los malos momentos.
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