Quítate el miedo a la maternidad y construye un apego seguro con tu hijo

Hay quien opina que ser madre quiere decir tener miedo: a que se ponga malo, a que se caiga, a que alguien le haga daño. Quítate el miedo a la maternidad y construye un apego seguro con tu hijo, porque si no aprendemos a gestionar el miedo debidamente, ese temor, además de hacernos sentir inseguras, puede terminar limitando a nuestros hijos. La psiquiatra Anabel González, autora del libro '¿Por dónde se sale?', nos da las claves para aprender a controlar el exceso de preocupaciones en la maternidad.

Quítate el miedo a la maternidad y la preocupación excesiva por los niños

Qué mal se pasa cuando un hijo se pone malo, aunque sea un catarro pasajero, no podemos evitar apenarnos al verle así. Pero es que además, en muchas ocasiones, nos anticipamos y, antes de que le pase nada, pensamos que algo malo va a ocurrir y por ello el miedo se apodera de nuestro cuerpo y nuestra mente.

Tantas veces se ha dicho aquello de 'ahora que eres madre ¡ya no volverás a dormir igual!' que hasta nos parece normal sentir ese miedo dentro de nosotras; no obstante, si te paras a pensarlo, resulta importante hacer algo para gestionar esa emoción.

La protección y el cuidado están ahí, por eso tendemos a pensar en todos los peligros que hay ahí fuera: nuestro instinto maternal de supervivencia se activa. Sin embargo, si nosotras, que somos las adultas, nos dejamos vencer por los miedos, no seremos capaces de acompañar a nuestros hijos en los suyos.

Déjame contarte una cosa, los miedos y las preocupaciones son sanas, siempre van a estar ahí pues deseamos para nuestro hijo lo mejor y no queremos por nada del mundo que le suceda nada malo. La clave está en no permitir que esos temores se desborden y alcancen a nuestros hijos convirtiéndose en inseguridades: 'no te subas a ese tobogán que te vas a caer' o sobreprotección: 'ya lo hago yo por ti'.

¿Qué hacer para que tu miedo no se descontrole?

La primera cosa que debemos hacer es plantearnos si tenemos un problema de sobreprotección o miedo y, en caso de que así sea, qué cosas estamos haciendo que siguen alimentando ese problema en lugar de solucionarlo. Hay que ver las cosas de manera pragmática.

Asimismo, pregúntate si estás buscando estar bien por ti misma. En ocasiones no podemos evitar el estrés y, por lo tanto, nos aferramos a la idea de que a nuestro hijo le va a pasar algo. Por lo tanto, lo primero será ocuparnos de nuestro bienestar tanto físico como emocional: para cuidar hay que cuidarse a uno mismo.

De este modo evitaremos que nuestros miedos puedan acabar retroalimentándose con los miedos de nuestros hijos: si nosotras nos sentimos miedosas, aterradas e inseguras, ellos, que todo lo aprenden por imitación y observación directa de nuestro ejemplo, no se verán capaces de realizar muchas cosas, ni ahora ni en su vida adulta.

Y es que, si estamos tan encima de ellos, no podrán desenvolverse ni ganar en autonomía. De hecho, no permitiremos que adquieran las herramientas necesarias para enfrentar los problemas, lo cual no es sano ni para ellos ni para ti. Lejos de ayudarles les perjudicas: no siempre estarás ahí para resolverles las dificultades, ni en la escuela ahora que son pequeños, ni en el trabajo cuando sean adultos.

Construye un vínculo de apego seguro con tus hijos en 4 pasos

El apego es la relación que se establece entre el niño y el adulto, o la persona cuidadora y que hace que el pequeño sobreviva. Precisamente por este motivo, dicho apego debe ser sano y seguro, nuestro hijo debe vernos como personas fuertes en las que puede confiar.

Por lo tanto, a través de ese vínculo de apego que se crea desde el momento del nacimiento, el niño tiene que sentir la seguridad suficiente para actuar por sí mismo, y con la libertad adecuada para equivocarse y aprender de sus errores. ¿Cómo se puede lograr? Con 4 sencillos pasos:

1. Para construir un vínculo de apego seguro con tus hijos que dure siempre, transmíteles seguridad, cariño y comprensión, que tu niño pueda sentir que, pase lo que pase, vas a estar ahí. El niño tendrá claro que su figura segura va a estar ahí, que puede confiar en ella.
2. No trates de hacerte ver como una mamá perfecta ¡ni mucho menos! Muéstrate tal y como eres, con tus actitudes maravillosas y tus cosas a mejorar, y no temas pedir perdón cuando consideres: ¡mamá y papá también se equivocan!
3. Busca un momento del día o al menos un rato a la semana solo para ti, para cuidarte, para quererte, para relativizar las cosas y para ganar en el tan necesario bienestar emocional.
4. Intenta que la culpa salga de tu vida. En lugar de decirte qué mal has hecho esto, que tal vez también deberías haber estar pendiente de aquello otro, que quizás has regañado más de la cuenta, dite una y otra vez lo buena madre que eres ¡para tu hijo la mejor del mundo! Cuanto más te quieras y valores a ti misma mejor versión darás a tus niños y menos miedos proyectarás sobre ellos.

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