El primer paso para dar a tu bebé un relajante y estimulador masaje Shantala, es colocarle boca arriba encima de una toalla. Mientras él o ella se acomoda en esta posición, aprovecha para, sin dejar de prestarle atención, echarte crema en las manos.
Empieza a masajear los pies: las plantas, el empeine, cada dedito por separado y los tobillos. Para ello, utiliza los pulgares y la palma de la mano, con movimientos desde el talón hasta los dedos. Esto favorece el desarrollo óseo del pequeño.
Masajea las piernas de tu bebé, con movimientos de abajo arriba y de arriba abajo, desde los muslos hasta los tobillos. De esta forma favorecerás la circulación sanguínea al tiempo que estimularás la salud de sus huesos.
El masaje en la zona estomacal, el paso cuarto, es uno de los pasos más importantes del masaje Shantala. El bebé todavía no tiene el sistema digestivo desarrollado al completo y sufre molestias continuas provocadas por los gases o por el estreñimiento.
Para masajear el pecho del pequeño, puedes imaginarte que es un libro al que tienes que pasar las hojas. Así, empieza en el centro del pecho y haz movimientos primero hacia un hombro y luego hacia el otro. Ayudarás al sistema respiratorio del bebé.
Los brazos de tu bebé se masajean igual que las piernas, de abajo hacia arriba y de arriba hacia abajo. Al igual que en las extremidades inferiores, estos movimientos Shantala favorecen la circulación de la sangre y fomentan el crecimiento.
En este caso, como en el de los brazos y las piernas, las manos se trabajan de forma idéntica a los pies. Masajea las parte de arriba, las palmas y cada dedo por separado, descubriéndole al pequeño cada parte de sus manitas y estimulando su tacto.
Coloca al bebé boca abajo, ha llegado el momento de masajear la espalda. Puedes hacer movimientos Shantala que vayan desde el cuello hasta las nalgas o las piernas. Con estas largas friegas, fortaleces los músculos y favoreces el control de cabeza.
Para terminar el masaje Shantala, usa una pelota suave de goma limpia para acariciar todo el cuerpo del pequeño. Así estimularás su sentido del tacto y, al tiempo, tu pequeño quedará relajado y conseguirá dormir mejor, pero también le abrirá el apetito.