Poner el nombre del padre o madre al bebé puede afectarle negativamente
Llevar el nombre de un familiar puede hacer que el niño se sienta condicionado
- Qué inspira a los padres a elegir el nombre de su hijo o hija
- Cómo afecta a un bebé llevar el nombre del padre o de la madre
- Los nombres repetidos no son cómodos en el día a día
El nombre propio es lo que más nos representa en primera instancia, y nos acompaña a lo largo de toda la vida. Respondemos con él a la pregunta: ¿Quién eres? Lo primero que diremos será nuestro nombre... y luego todo aquello con lo que también nos sintamos identificados. Pero lo primero será: 'SOY Marta, Luis, Pedro, María...'. Pero, ¿qué pasa cuando ponemos el nombre del padre o de la madre al bebé? ¿De qué forma le influye? ¿Afecta a su autoestima?
Qué inspira a los padres a elegir el nombre de su hijo o hija
Siendo tan importante nuestro nombre para cada uno de nosotros, es algo que no elegimos; nos viene dado. Son normalmente nuestros padres los que lo eligen para nosotros y en esta elección siempre hay un por qué. Hace años en las generaciones que nos preceden, era común aplicar el santoral, de tal forma que la elección venía dada por el santo del día. También era frecuente poner el nombre de los abuelos, sobre todo si estos ya habían fallecido, como forma de guardar su memoria y hacerles un tributo.
Hoy día los padres invierten mucho tiempo en elegir el nombre de su hijo, se buscan nombres que tengan significados concretos, a veces exóticos o en otros idiomas... En la actualidad en España los nombres más comunes son Antonio, Daniel, María o Carmen, pero también encontramos nombres como Eider, Zenda, Ariadna, Elián, Enzo, Brais.
Hay publicados muchos manuales e inventarios de nombres y sus significados, pero sigue habiendo cierta inclinación en algunas personas cuando se convierten en padres o madres en que sus hijos lleven su nombre o el de algún familiar cercano.
De una forma u otra, la elección no es un tema menor, hay un propósito y esto conlleva la mayoría de las veces expectativas y proyecciones, muchas veces inconscientes.
Cómo afecta a un bebé llevar el nombre del padre o de la madre
Sería importante explorar la motivación de los padres cuando hacen su elección. Hacer consciente lo que les moviliza a elegir su mismo nombre revelará muchas veces razones que tienen que ver con el ego, con la necesidad de perpetuarse a través del hijo y con proyecciones de todo tipo.
Merece mucho la pena pararse y darse cuenta de esto para valorar las posibles consecuencias ya que el nuevo ser debería ser lo más libre posible del peso de proyecciones y no nacer con el condicionante de ser un clon de nadie ni una versión mini del original. Algo así como nacer con las páginas del libro de su vida en blanco.
Démonos cuenta de las importantes consecuencias psicológicas que para el niño puede tener no satisfacer las expectativas del progenitor que pretende, eligiendo su propio nombre, en el fondo elegir su destino. La inmensa potencialidad del pequeño ser no debería estar condicionada por su nombre propio, ya que en realidad supondría la primera de las muchas etiquetas que va a cargar a lo largo de su desarrollo.
Mucha más enjundia emocional puede tener para el recién llegado cargar con el nombre de un familiar fallecido, sea un abuelo, un hermano no nacido o muerto al nacer, un tío fallecido joven... Es una posibilidad que desaconsejamos de forma contundente. El dolor de la pérdida del ser querido y la forma de rendirle tributo o hacerle presente debe, por higiene emocional, seguir un curso distinto al de la llegada de un nuevo miembro a la familia.
Poner el mismo nombre del que se va al que llega es por un lado, una forma poco recomendable de gestionar el duelo y por otro, una forma de impregnar al nuevo ser de una energía que no le corresponde.
Los nombres repetidos no son cómodos en el día a día
Además, a nivel cotidiano es poco práctico que en la familia haya dos personas con el mismo nombre: '¿Carlos?, ¿cuál de los dos, el padre o el hijo?'.
Esta confusión en ocasiones lleva al uso de diminutivos, de Carlos (el padre) a Carlitos (el hijo), el hijo es la versión reducida del padre..., algo así como el original y la copia.
Nuestra recomendación es optar por la creatividad y la diferenciación. El nombre propio es como una especie de mantra. Una de las palabras que más escuchamos y más pronunciamos a lo largo de la vida. Es bueno elegirla bien, cuanto menos cargada de historia y condicionantes inconscientes por parte de los padres esté, mejor que mejor para el protagonista de esta historia, el hijo.
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