Damián, el niño de las lágrimas. Cuento para niños que lloran mucho
Cuentos infantil para que los niños cambien las lágrimas por las sonrisas
- Cuento infantil para niños que lloran mucho
- Entendiendo el llanto de un niño
Los padres queremos que nuestros hijos sean felices y que, por nada del mundo, la tristeza invada su día a día. Por eso, cuando un niño está todo el rato llorando en lugar de riendo, las alarmas saltan. Y es que esto puede suponer un problema para el niño que, como le pasa a la protagonista de este cuento titulado 'Damián, el niño de las lágrimas', una herramienta ideal en la que los niños que lloran por todo se sentirán reflejados y les ayudará a darle la vuelta a esta situación.
Cuento infantil para niños que lloran mucho
Damián era un niño que siempre estaba llorando. Tanto lloraba, que pocos conocían el color de su mirada porque todo el día tenía los ojos rojos. Al principio, sus amigos pensaban que le dolía algo, otros que se había dado un golpe o que su mamá le había regañado. Pero lo cierto era que ni él mismo sabía lo que le pasaba.
Según pasaban los años la cosa empeoraba. Si se le miraba, Damián lloraba; si se le tocaba, Damián lloraba; si le pasaban el balón en el parque, Damián lloraba. Pronto, los que habían sido sus amigos dejaron de jugar con él. Y es que, los demás niños estaban cansados de esperarle a que se le pasara el llanto o de tener que consolarle todo el rato.
Damián pasaba los días solo y eso le hacía llorar aún más. Su camiseta siempre estaba mojada y allí donde se sentaba un charco de agua le rodeaba. Un mañana al despertarse descubrió que habían empezado a nacerle escamas. “¡Ohhh!, acabaré convertido en pez”, pensó Damián.
Damián se asustó mucho. No quería vivir en el mar. Los tiburones le daban mucho miedo y no se imaginaba siendo amigo de un pulpo o de un besugo. Pero lo que más le aterrorizaba es que no sabía nadar. ¿Se puede ser un pez sin saber nada?
El pequeño trató de encontrar consuelo en su mamá. Alteando como un salmonete y con un gran berrinche acabó en el regazo de María. Ésta le cubrió de besos y del berrinche y desconsuelo se pasó a un simple gemido y a un pequeño llanto. Y fue entonces, cuando su mamá empezó a hacerle cosquillas.
El miedo a convertirse en pez y las cosquillas, por fin, le provocaron a Damián la risa. ¡Ja, ja, ja, je, je, je! Ya no había lágrimas, solo carcajadas. Ahora Damián volvía a jugar con sus amigos en el parque y solo lloraba cuando se caía. Pero lo que más feliz le hacía era aprender a nadar en la piscina.
Entendiendo el llanto de un niño
El lagrimeo constante de un niño puede ser una situación que puede llegar a desesperar a muchos padres, pero antes de perder los nervios, quizás sería bueno analizar los diferentes factores que pueden llevar al niño a estar continuamente en este estado. ¡Aquí te damos unas pistas!
- Tiene sueño o está cansado
En los niños más pequeños, resulta difícil conocer el motivo del llanto porque no se comunican con palabras, por eso esta opción no es descartable.
- Esté malo
Cuando los pequeños están incubando una enfermedad -al igual que pasa con los mayores- se encuentran irascibles y lo único que hacen es llorar.
- Está hambriento
Y, también, puede ocurrir que el niño tenga hambre. Y es que nos desesperamos mucho cuando las tripas nos suenan y no tenemos nada que llevarnos a la boca, ¿verdad?
- Falta de atención de atención o de estímulos
Las tres causas arribas descriptas se englobarían dentro de los factores físicos, pero también nos podemos encontrar razones más emocionales que les lleva a sentir frustración, a reclamar más tiempo con sus padre o, también, a no saber cómo superar cierta dificultades. Con abrazos, palabras, paciencia y consuelo, ¡todo se soluciona!
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