El baile de Bea. Cuento que anima a los niños a luchar por sus sueños

Otra de las lecciones que nos deja esta historia es que ganemos o perdamos, tenemos que disfrutar de lo que hacemos en la vida

Miguel Domínguez Palomares, Auxiliar técnico educativo
En este artículo
  1. El baile de Bea. Relato infantil para animar a los niños a perseguir sus sueños
  2. 'La clave está en no conformarse'. La lección que nos deja este cuento infantil
  3. Preguntas de comprensión lectora para los niños
  4. Más cuentos que hablan a los niños de metas, esfuerzo, perseverancia y motivación

¿Cuántas veces los adultos nos hemos caído y nos hemos levantando para lograr hacer realidad una meta? Esas experiencias que tanto te han aportado a ti en tu vida también las van a vivir tus hijos, y ahí es donde los padres tenemos que acompañarles y apoyarles. En Guiainfantil.com te proponemos que para esos momentos de flaqueza y de querer dejarlo todo atrás, les leas a tus hijos el cuento de 'El baile de Bea, un relato que anima a los niños a luchar por sus sueños.

El baile de Bea. Relato infantil para animar a los niños a perseguir sus sueños

perseguir sus sueños

'Lucha por tus sueños. Pon la mente y el alma en todo lo que hagas...'. Las palabras de Basilio percutían ahora en la cabeza de Bea como un eco lejano.

Solo faltaban unos segundos para que anunciaran su nombre. Se acarició las manos que parecían estar envueltas en una fina capa de escarcha. Liberó en un soplido la tensión acumulada, entornó los ojos y sintió en su interior nuevamente, como en un susurro, la voz de Basilio: 'Disfruta del proceso. Pon el corazón en cada intento. No pienses que es imposible...'

En unos instantes Bea tendría que darlo todo sobre el escenario. En juego, una plaza para ser una de las componentes del grupo de baile del colegio. Su sueño desde que entró en infantil con tres años, por eso, según se aproximaba el momento, el corazón latía cada vez con más fuerza. Nada le hacía más ilusión; sin embargo sabía que era muy complicado.

Su recuerdo todavía digería a duras penas el fracaso del año anterior. A escasos segundos de la gran prueba Bea tenía que luchar por alejar los recuerdos que se precipitaban sobre ella en estampida.

Todo comenzó bien, pero en mitad de la actuación resbaló tras un giro cayendo estrepitosamente al suelo. El dolor en su rodilla no fue nada comparado con el que le produjeron las risas del resto de las aspirantes que presenciaban la actuación. Tras la caída no pudo soportarlo y salió corriendo al vestuario para esconderse. Se quitó sus zapatos de baile y los arrojó con furia a la papelera que había a su lado.

— ¡Ya no os quiero para nada! —gritó con tanta fuerza que el alarido rebotó en las paredes y se propagó por el vestuario como el trueno que precede a la tormenta. Después se abandonó a una efusión de llanto, lamentos y sollozos.

Al cabo de un tiempo, un susurro la sacó de su estado. Alzó la vista. Era Basilio, el encargado de la limpieza del colegio. Llevaba unos auriculares por donde se escapaban unas notas musicales a las que iba acompañando con su tarareo. Sin mirar a Bea recogió la bolsa de basura de la papelera y le hizo un nudo.

— ¡Eh! ¡Mis zapatillas! —reaccionó la niña.

El hombre continuó el camino moviendo su cuerpo al compás de la melodía que estaba escuchando. Bea se levantó y se acercó hasta él.

— ¡Señor! ¡Deténgase! ¡Por favor!

— ¿Qué te pasa, pequeña? —contestó con dulzura Basilio mientras apagaba la música de su móvil.

Bea señaló la bolsa de basura que llevaba en las manos.

— Ahí dentro están mis zapatillas de baile.

El hombre se quedó mirando la bolsa y con suma tranquilidad se giró hacia la niña.

— ¿Te refieres a unas zapatillas que has arrojado antes? Pensé que ya no las necesitabas. Te he visto tirarlas con mucho desprecio.

Bea no pudo evitar sentirse muy avergonzada.

Basilio se despojó de sus auriculares, aparcó el carrito con los utensilios de limpieza e invitó a Bea a sentarse junto a él en uno de los bancos.

— Dime, pequeña, ¿qué ha pasado?

Bea alzó tímidamente los ojos hacía Basilio y este los encontró encharcados y a punto de desbordarse nuevamente.

Mi actuación en la prueba ha sido un desastre. Me he caído y todos se han reído de mí. No volveré a bailar jamás en la vida. He pasado mucha vergüenza, me siento tan ridícula. Esta es la última vez que...

Basilio dejó que se desahogara durante unos instantes, después le preguntó:

— ¿Por qué te has presentado a la prueba?

— Porque quería formar parte del grupo de baile —contestó con la voz entrecortada.

— ¿Alguien te ha obligó a hacerlo?

— No, lo decidí yo. Mis padres me dejaron. Desde que entré en el colegio mi sueño ha sido formar parte de este grupo. Cuando tenía cuatro años ya quería presentarme, pero no tenía edad.

— ¡Vaya! Y, dime una cosa, ¿tu caída en el escenario ha sido por una lesión?

Bea le observó extrañada. No entendía dónde quería ir a parar con aquellas preguntas.

— No, ha sido por un fallo mío. Yo me encuentro perfectamente.

— Vale, vale. Bien, te haré la última pregunta y quiero que seas muy sincera —esto, llamó la atención de Bea, que prestó más atención—: ¿te gusta bailar?

— ¿Bailar? —contestó sorprendida—. Me encanta, no hay nada en esta vida que me guste más que bailar —afirmó muy segura.

— Entonces no te lamentes e inténtalo de nuevo.

— ¿Cómo dice? —respondió Bea que esperaba algo de consuelo en las palabras de Basilio.

— Si te gusta bailar, no estás lesionada y tu sueño es formar parte del grupo de baile, deberías intentarlo otro año de nuevo.

— Pero es que llevaba varios meses ensayando y no me ha servido para nada —volvió a sollozar.

¿Y vas a renunciar a ese esfuerzo solo porque al primer intento te ha salido mal? —hubo un largo silencio. —Verás, creo que dadas las circunstancias no te quedan nada más que dos opciones: lamentarte y abandonarlo todo o dejar la queja e  intentarlo otra vez. Tú eliges —Bea se quedó mirándolo sin palabras, no esperaba esa salida.

— Supongo que debería intentarlo —dudó.

'La clave está en no conformarse'. La lección que nos deja este cuento infantil

A Basilio se le escapó una media sonrisa.

— Entonces, ¿qué puedes hacer para solucionar lo que te ha salido mal?

— ¿Yo? —se quedó pensativa—. ¿Ensayar más veces? —preguntó con inocencia.

— ¡Exacto! La clave está en no conformarse. Piensa y analiza por qué se te ha dado mal el giro e intenta mejorarlo una y otra vez.

— Es que soy una torpe, siempre se me da mal el giro, además hay un paso que tampoco...

Basilio alzó la mano parando el intento de reproches que Bea iba a descargar sobre sí misma.

— ¡Para! No seas tu propia enemiga. Que ese paso se te dé mal no significa que todo lo hagas mal. Seguro que hay movimientos que los haces bien. 

Bea asintió con la cabeza mientras en su cara se dibujaba un atisbo de sonrisa.

— Basilio, ¿qué pasa si me presento otro año y no lo consigo?

No pienses que lo que vas a hacer es imposible, piensa que es difícil pero que lo vas a intentar. No tienes que ser la mejor bailarina del mundo, tienes que dar lo mejor de ti y llegar hasta donde puedas. Llevo más de treinta años en este colegio, primero como alumno y ahora trabajando. Ni un solo año ha dejado de celebrarse esta prueba —se quedó mirándola con detenimiento—. ¿Cuántos años tienes? ¿Ocho?

— Casi nueve. —contestó entusiasmada.

— Casi nueve, lo que significa que aún te quedan muchas oportunidades. No eres la primera persona a la que veo desconsolada en este vestuario.

— Ah, ¿no? —respondió con sorpresa.

— ¡Pues claro, chiquilla! Son muchos años aquí. Si estas paredes hablaran... —Basilio se quedó muy pensativo—. Solo el tiempo me ha hecho descubrir dónde estaba el secreto —Tras decir eso, el hombre guardó silencio, como arrepentido de lo que acababa de decir. Se levantó e hizo el amago de marcharse. 

Bea se quedó mirándolo con intriga y detuvo su paso.

— ¡Basilio!—reclamó.

— Dime, pequeña.

— ¿No me vas a decir el secreto que descubriste

Basilio sonrió.

— ¿Estás segura de que quieres saberlo?

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Bea asintió con la cabeza al tiempo que Basilio le devolvía las zapatillas.

— Entonces, escucha con atención. El secreto está en luchar por tus sueños. Debes poner la mente y el alma en todo lo que hagas, pero también es muy importante disfrutar del proceso. De nada sirve dar los mejores saltos y hacer las mejores piruetas si no te diviertes de cada entrenamiento, si no disfrutas de cada paso, si no sientes la música, si no te esfuerzas, si no hay ilusión en lo que haces.

— Entonces, ¿si sigo tu consejo podré conseguir una plaza en el grupo de baile?

— No lo sé. Tal vez sí o tal vez no, pero te habrás dado la oportunidad a ti misma, habrás superado tus miedos y solo entonces estarás más cerca de conseguir tus sueños. 

Basilio se marchó. Bea se quedó pensativa. De pronto salió corriendo tras Basilio al que alcanzó en mitad del pasillo.

— ¡Basilio! ¿Por qué lo hace? ¿Por qué me ayuda?

Se tomó unos segundos antes de contestar. Bea pudo ver brillo en sus ojos.

— Porque a veces es necesario que alguien crea en ti para poder llegar a conseguir lo que no creías posible. Yo creo en ti y tú deberías hacerlo también.

— Basilio, ¿te puedo hacer una pregunta?

— Claro, pero solo una. —se miró al reloj—. Tengo que marcharme.

— Dice que usted fue alumno de este colegio.

— Así es.

— ¿Alguna vez se presentó de niño a estas pruebas?

Basilio no esperaba aquella pregunta.

— Cada año... hasta que la edad me lo impidió.

— ¿Y lograste formar parte del grupo alguna vez?

— Pequeña, te he dicho que solo podías hacerme una pregunta.

Bea se quedó paralizada. El hombre se giró, empujó su carrito y continuó el camino. Antes de volver a ponerse los auriculares, se volvió hacia Bea y le dijo:

— Recuerda una última cosa, no bailes solo por el éxito, baila por ti y si el año que viene decides presentarte de nuevo, cuando subas al escenario dedícate a ti misma ese baile. ¿Me lo prometes?

— Te lo prometo —contestó Bea con una amplia sonrisa.

Una voz que anunciaba su nombre sacó de sus pensamientos a Bea. Había llegado el momento que tanto tiempo llevaba esperando. Lástima que Basilio no estuviera allí para verla. Pisó con firmeza el escenario, se posicionó en el centro y la música sonó. Bea, fiel a su promesa, se dedicó a sí misma el baile disfrutando de cada giro y acompasando cada movimiento con la esencia de las palabras de Basilio.

Preguntas de comprensión lectora para los niños

preguntas de comprensión lectora para niños

Después de leer este precioso cuento de 'El baile de Bea', ¿no te quedas con ganas de más? Y es que guarda tantos poderosos mensajes que merece la pena leerlo por segunda, tercera o cuarta vez, responder a las siguientes preguntas de comprensión lectora que hemos preparado para hacer en familia y realizar el resto de actividades.

1. Preguntas de comprensión lectora

- ¿Cuál es el sueño de Bea?

- ¿Quién es Basilio?

- ¿Qué relación hay entre Basilio y Bea y qué tienen en común?

- ¿Por qué no quiere Bea volver a presentarse a las pruebas del grupo de baile? ¿A qué tiene miedo?

- ¿Cuál es el último consejo que Basilio le da a esta chica?

2. Debate en casa

Después de responder estas cuestiones, te proponemos que establezcáis un pequeño coloquio en la familia. Cada miembro del hogar debe contar una situación a la que le haya costado enfrentarse por sus miedos y explicar qué hizo para solucionarlo. ¡Seguro que de todos aprendéis un montón y tus retoños van poco a poco perdiendo el miedo a hablar en público!

3. 'El baile de Bea'. Parte 2

A imaginación los niños nos llevan la delantera, por eso estamos convencidos de que por su cabecita ya han pasado imágenes de lo que ocurrió en la segunda audición de nuestra protagonista. ¿Y si les pedimos que lo plasmen en un dibujo, un lapbook o una redacción?

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