Jorge y los aviones de papel. Cuento infantil para no darse por vencido
Historia para niños que habla del valor del esfuerzo y la perseverancia
- Jorge y los aviones de papel. Cuento para niños que se frustran y se esfuerzan
- Historia para motivar a los niños a no darse por vencidos
- Preguntas de comprensión lectora sobre 'Jorge y los aviones de papel'
- Más cuentos infantiles que hablan del esfuerzo
Qué importante es educar a nuestros hijos en el esfuerzo, ¿verdad? Y sobre esta temática versa este cuento infantil destinado a padres con niños que se rinden con facilidad ante un problema o una dificultad. 'Jorge y los aviones' habla de la importancia de no darse por vencido y de ser perseverante cuando alguien tiene una meta.
Jorge y los aviones de papel. Cuento para niños que se frustran y se esfuerzan
A Jorge le encanta la papiroflexia. Su afición es dar vida a un trozo de papel. Jorge crea aviones con los que su imaginación despega y vuela libremente sin ataduras. De sus manos salen gatos persiguiendo ratones, saltan ranas, nadan peces o desfilan pajaritas.
En su mente se forjan espadas y sables a las que luego da forma pliegue a pliegue. Con ellas juega a ser un pirata, mientras una flota de barcos creados con el acero de una cuartilla, queda esparcida por el suelo que simula el mar.
Hay dinosaurios acechando por todos sitios, diamantes escondidos en algún lugar, coches aparcados en doble fila, helicópteros sobrevolando la nada y cuando llega la Navidad, árboles con estrellas, calcetines colgados y diferentes versiones de Papá Noel por las estanterías. Su cabeza no para de crear mientras su hogar se ha convertido en una auténtica casa de papel.
Pero hubo un tiempo en el que las manos de Jorge no eran tan hábiles. Recuerdo una tarde en la que estaba con sus hermanas en casa de los abuelos. Se afanaba en sacar de un papel la figura de un avión. Sabía que la papiroflexia requería de mucha precisión, de habilidad, buena visión y, especialmente, grandes dosis de paciencia.
Pese a que lo intentaba las manos se le llenaban de sudor y el papel se resistía a ser domado. Tras varios intentos fallidos se hartó del aeroplano que quedó reducido a una bola que fue lanzada con furia al aire y, desde allí, cayó en picado al suelo sin tiempo para aterrizar.
Ante el alboroto, el abuelo interrumpió su lectura, dejó el libro abierto sobre la mesa y cogió un folio nuevo. Sin decir nada a su nieto comenzó a plegar el papel. Jorge salió de su enfado y se quedó mirándolo de reojo. Era imposible que su abuelo pudiera hacer nada con aquel trozo de papel, pensó.
El abuelo con calma dobló la primera esquina con la mano derecha y la llevó al centro, repasó el contorno para que quedara ajustado y se encaminó a hacer lo mismo con el margen izquierdo. Ese era el momento al que Jorge le prestó mucha atención porque sabía que su abuelo no tenía bien esa mano.
El hombre, con mucha naturalidad, sacó su brazo izquierdo, que era visiblemente más pequeño y frágil que el otro y cuya mano se retorcía completamente hacia atrás quedando los dedos fusionados, amontonados unos sobre otros, sin aparente vida. La puso con maestría sobre el papel, que para sorpresa de Jorge, cedió con sutileza como si de un hipnotizador se tratara.
Historia para motivar a los niños a no darse por vencidos
Después dobló y redobló el papel con pericia varias veces dando la sensación de que flotaba entre sus manos. Jorge no daba crédito a lo que estaba viendo. Las manos de su abuelo parecían de cirujano, doblegaban la hoja que obedecía sin ofrecerle resistencia, hasta que finalmente la obra estuvo finalizada y el abuelo lanzó el avión al cielo del salón y este surcó los aires desplegando sus alas ante la mirada atónita de Jorge. Tras una pirueta que cortó el aliento de los presentes, descendió suavemente quedando a los pies del niño. Jorge lo recogió del suelo con extrañeza.
- Pero ¡Abuelo! ¿Cómo lo has hecho?
El abuelo sonrió para sus adentros. Había sentido en más ocasiones esa misma admiración por algo que para él era corriente.
- Ya lo has visto, Jorge. Ha sido muy sencillo.
- Ya. Es que creía que con tu mano no podrías. A mí me resulta imposible hacerlo con las dos manos y en cambio tú, lo has hecho con mucha facilidad, con prácticamente una.
El hombre lo miró con ternura y añadió:
- Hace más el que quiere que el que puede. No te puedes dar por vencido tan fácilmente. Tienes que intentarlo con más ganas y esforzarte.
Jorge se quedó pensativo. La mirada se le quedó clavada en el brazo de su abuelo al que nunca le había prestado atención. Sus ojos se detuvieron en su delicada forma. Recorrió palmo a palmo su angosto relieve creado por accidente con líneas irregulares y trazos abruptos. Sin desviar la atención, echó la vista atrás y empezó a atar cabos. En ese momento lo entendió todo.
Su abuelo había hecho el avión de forma natural igual que llevaba haciendo el resto de cosas toda la vida. Todo lo cotidiano para lo que cualquier persona necesita las dos manos, él lo hacía con solo una. De hecho, si hacía un poco de memoria había visto esa misma tarde al abuelo atarse los cordones del zapato con una mano. No necesitó a nadie para hacerse los lazos. Los enhebró con sus dedos sin dificultad y el nudo quedó firme y seguro.
En la comida, además, recordó que el abuelo pidió de postre una manzana y en ese momento cayó en la cuenta de cómo la apoyó en la mesa con su mano diestra, puso el cuchillo sobre ella y la cáscara desfiló como una serpiente al capricho de un encantador. Todo en la vida de su abuelo había sido así. Todo lo que para cualquiera era fácil, él, desde muy pequeño lo había conseguido con esfuerzo, ganas y mucha dedicación. El abuelo nunca se había permitido bajar los brazos.
- ¡Jorge! Te has quedado muy pensativo. ¿Te pasa algo? ¿Te encuentras bien?
- Sí, estoy bien, perfectamente. Es que quiero un avión como el tuyo ¿Me lo haces igual?
El abuelo sonrió menando la cabeza.
- Mejor hacemos una cosa. Yo te muestro cómo se hace y después lo intentas tú.
- Pero es que no me saldrá, ya lo has visto antes.
- Jorge, solo creyendo que es posible podrás conseguirlo. Yo creo que tú puedes hacerlo. Si te sale mal, debes analizar tus fallos. Vuelve sobre ellos e insiste hasta que te salga. Si te lo hago yo tendrás un buen avión pero no aprenderás y no te darás el placer de hacerlo por ti mismo.
Aquella tarde la mesa quedó inundada de aviones frustrados. La cabeza de Jorge echaba humo, las manos estaban desgastadas, pero el ánimo permaneció esta vez intacto. El abuelo que observaba desde la distancia corregía errores, afianzaba logros y sostenía el ánimo de su nieto, hasta que finalmente, con mucho esfuerzo, Jorge lo consiguió. Su primera figura de papiroflexia estaba lista, un avión algo arrugado y asimétrico pero suficientemente estable para alzar el vuelo. El abuelo puso el motor y el nieto las alas.
Desde entonces Jorge no ha parado de crear perfectas composiciones de papel, cada día más complejas. Cuando una de ellas se le resiste se acuerda del abuelo, de sus palabras, de sus manos llenas de vida, de su esfuerzo para todo y eso le motiva para creer que lo podrá conseguir.
Preguntas de comprensión lectora sobre 'Jorge y los aviones de papel'
El mensaje que transmite el abuelo a Jorge es tan poderoso pero que no podemos dejarlo pasar por alto, por eso debemos asegurarnos de que los niños lo han entendido. Estas actividades de comprensión lectora te pueden ayudar.
1. Preguntas
- ¿Cómo se llama el protagonista de este cuento?
- ¿Cuál es una de sus mayores aficiones?
- ¿Quién le enseña a hacer papiroflexia?
- ¿Qué toma el anciano de postre en la comida?
- ¿Quién dice la frase: 'Solo creyendo que es posible podrás conseguirlo'?
2. Destacados de 'Jorge y los aviones de papel'
Os proponemos que leáis otra vez el cuento, pero despacio para seleccionar la frases más importante para apuntarlas en un papel. Después, podemos elaborar con ellos pequeños post-it y colocarlas por la casa para que esa enseñanza no se os olvide.
3. Crea tu propio avión de papel
Y, para terminar, ¿por qué no te animas a crear tu propio avión de papel? ¡Es más sencillo de lo que piensas!
Más cuentos infantiles que hablan del esfuerzo
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