Lo que puede ocurrir si un niño confunde la magia con la realidad
La sorprendente historia de un niño tras ver un espectáculo de magia
- El peligro de que el niño confunda la magia con la realidad
Puede que este titular resulte un poco alarmista; pero esta es una historia verdadera, una historia que he podido vivir en mis propias carnes y que seguro que más de uno se siente identificado de alguna manera con ella, o ha escuchado algo parecido de algún amigo, pariente o conocido.
Esta es la historia que lo que puede ocurrir si un niño confunde la magia con realidad.
Te contamos por qué los trucos más habituales de magia pueden resultar peligrosos para los niños.
El peligro de que el niño confunda la magia con la realidad
Hace un par de años fuimos a celebrar un cumpleaños infantil a un espectáculo de magia. Los niños, que por entonces tendrían unos 4 años, estaban emocionados. Miraban atónitos los trucos y aplaudían y gritaban como posesos ante la sorpresa de que una mujer saliera ilesa de una caja tras haberla cortado en trocitos con una sierra.
No fue un espectáculo complicado, sino sencillos trucos de toda la vida, con pañuelos que salen de la manga y parecen no tener fin, averiguar la carta que has pensado… y entre otros muchos, uno en el que el mago se metía una moneda por la nariz y la sacaba por la oreja, para más tarde meterse una cuerda por una oreja y sacarla por la contraria.
El caso es que pareció que el espectáculo impactó a los niños, que salieron emocionados del evento.
Unos días después, una de las mamás que habían acudido al evento, nos contó preocupada que al niño le dolía un oído. Para calmar el dolor ella le dio ibuprofeno, pensando que no se trataba de nada importante, pero se dio cuenta de que el niño empezaba a perder audición y no oía muy bien.
Una noche al levantarle para ir al colegio, la almohada del niño estaba llena de pus y sangre, y preocupadísima le llevó a urgencias. La sorpresa vino cuando el médico miró el oído al niño y descubrió que dentro había una cuerda de zapato de unos 10 cm. Ante aquellas dos caras que le miraban con estupor, el niño confesó avergonzado que había querido imitar al mago y introduciéndose un trozo de cordón por una oreja y para sacárselo por la otra y, evidentemente, lo había metido, pero no lo había podido sacar. El niño asustado porque intuía que alguna trastada había hecho, no quiso decírselo a su madre para que no le regañase, así que el cordón se quedó instalado en su oreja hasta que se infectó dentro del oído.
El niño tuvo que ser tratado con antibióticos, y perdió parte de la audición de ese oído. Pero la cosa no quedó ahí; lo más alarmante fue que a la semana siguiente vino otra mamá contando que su hijo Luis había intentado una cosa parecida. Luis había elegido una judía, en vista de que no encontró monedas pequeñas, y se la había metido en la nariz hasta donde el dedo le llegó. La judía se quedó atascada, y como su compañero, tampoco avisó a su madre. El caso es que la madre a los 10 días vio que al niño le asomaba algo por la nariz, y como no parecía algo que debía estar ahí, tiró de aquello que asomaba, arrancando la judía que había germinado dentro de la nariz; lo que asomaba por el orificio nasal era la raíz.
Menos mal que a los niños no les dio por meter al perro en una caja y cortarlo con una sierra o meterse un sable por la boca. No quiero decir con esto que la magia deba desaparecer de la vida de los niños, una infancia sin magia es como un huevo frito sin sal, pero sí que debemos concienciar a los niños de que se trata de ilusionismo, de trucos visuales y que nada es lo que parece; una máxima que no solo se puede aplicar a la magia, sino a todos los aspectos de la vida.
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