6 reglas de oro para tratar el resfriado de los niños desde casa

La mejor medicina del mundo para cuidar a nuestros hijos ante un resfriado es la prevención. ¿Cómo tratarlo en casa?

Diana Juárez, Pediatra
En este artículo
  1. Cómo preparar al sistema inmune de los niños ante un resfriado
  2. Qué hacer ante un resfriado de nuestros hijos

Cada año, la época invernal viene acompañada por un aumento importante en las enfermedades respiratorias de los más pequeños, que pueden ir desde el más leve moqueo y estornudos hasta cuadros graves que requieren hospitalización.

En este post vamos a hablar de las estrategias de cuidados que hemos usado durante años para cuidar a los niños, le daremos la razón a las abuelas en unas cuantas cosas y sustentaremos con evidencia y experiencia reciente cuál es la mejor manera para cuidar a nuestros niños ante un resfriado: la mejor medicina del mundo es la prevención.

Cómo preparar al sistema inmune de los niños ante un resfriado

el resfriado en niños

La aplicación de ciertas medidas de higiene que antaño obviamos ha demostrado ser una gran estrategia de salud. El lavado frecuente de manos, evitar grandes concentraciones de gente y ventilar constantemente las estancias son estrategias baratas eficientes y fáciles de implementar y mantener con un poco de disciplina. De esta manera, los gérmenes que ocasionan infecciones respiratorias, que en su mayoría son virus, tienen más difícil la entrada y permanencia en el cuerpo de nuestros hijos.

La aplicación de la vacuna de la gripe a los sectores más vulnerables de padecer infecciones respiratorias (menores de 6 años y mayores de 65) es un método muy efectivo para contener la circulación del virus de la influenza y, con ellos, mantener a raya complicaciones respiratorias por otros virus típicamente invernales. 

Al no ser una vacuna 'obligatoria', cada año muchas personas prefieren no aplicarla ya sea por miedo a sus efectos adversos (aprovecho para decir que son casi nulos), por la falsa sensación de que se trate de una enfermedad 'leve' o, simplemente, por olvido. Sin embargo, el miedo a la COVID-19 en 2020 repercutió en el éxito de la campaña anual de vacunación contra la gripe, y el efecto lo hemos notado de manera muy tangible los pediatras.

Las defensas del cuerpo, al que llamamos sistema inmune, en la edad infantil también está descubriendo infinidad de agentes externos que pueden o no causar enfermedad, cierta producción de moco o algún episodio de fiebre y malestar que son completamente normales e incluso hablan de un adecuado desarrollo del sistema inmune.

Digamos que la infancia es, para el sistema inmune, una adolescencia en la que experimentar, reaccionar y aprender son fundamentales para que más adelante tengamos un sistema de defensas saludable, eficiente y equilibrado. Así, la preparación ideal para un sistema inmune es una alimentación completa, balanceada y rica en vitaminas (como la vitamina C y D) y minerales (como el zinc).

Además, y aunque pareciera contradictorio, ir dando libertad poco a poco al sistema inmune para entrar en contacto con gérmenes es una buena manera de entrenarlo en el tiempo, ‘dosificando’ la cantidad de resfriados.

Por ejemplo, si bien es una buena práctica evitar que a un bebé recién nacido lo paseen varios adultos y acudan a darle besos y abrazos la familia - cercana, lejana, amigos e incluso extraños enamorados de cualquier bebé - permitirles jugar al aire libre, explorar su entorno y socializar con otros niños de su edad los ayudará a crecer no solo física sino emocionalmente sanos, mejorando a su vez la respuesta de nuestras defensas a enfermedades en la edad adulta.

Qué hacer ante un resfriado de nuestros hijos

cuidar el resfriado de un niño

La exploración, el juego con otros niños y compartir espacios y juguetes irremediablemente conlleva a un que otro resfriado. En este punto quisiera dar unas cuantas claves con fundamento científico y avaladas por las abuelas para poner en práctica en cada resfriado, tantas veces y tanto tiempo como sea necesario.

1. Descanso
En la etapa infantil no hay actividad más importante en la vida de un niño que crecer. Por lo que la guardería, una fiesta, una extraescolar y un recital siempre pasarán a un segundo plano. No lleves al cole a tu hijo enfermo, ni lo obligues a hacer deberes o a practicar el violín cuando lo que necesita es tomarse un tiempo y descansar.

2. Hidratación
Un punto en el que hay que insistir con un niño enfermo es en que beba líquidos: agua, té, leche (si toma leche materna, son momentos de muchísima demanda, pero los beneficios también son extraordinarios)...

3. Higiene
Los aseos nasales son recomendables solo cuando los niños son demasiado pequeños para usar un pañuelo y se deben de hacer solo las veces necesarias para que pueda respirar cómodamente. Limpiar en exceso las fosas nasales, (he atendido casos en los que lo hacen unas 12 veces al día) solo aumentará la incomodidad del niño y le puede causar alguna lesión.

El lavado de dientes es fundamental en estos momentos, ya que un niño resfriado suele utilizar la boca para respirar, permitiendo la entrada de gérmenes a la garganta y facilitando su propagación por la vía respiratoria. Por último un baño tibio y tranquilo siempre es recomendable.

4. Alimentación
Seguramente el apetito de tu hijo disminuirá con la enfermedad, por lo que es importante ofrecer alimentos con alto contenido en vitaminas y que sean de fácil digestión. Frutas, verduras, caldos ¡consultar aquí a la abuelas! Sé paciente, recuperará el apetito y, por cierto, no caigas en la tentación de ofrecerle alimentos no nutritivos con tal de que coma algo.

5. Control de síntomas
Siempre hay que consultar con tu pediatra por los medicamentos y dosis que puedas administrar a tu hijo. Solo el médico de cada niño lo conoce bien como para saber qué es lo justo y necesario. No es necesario dar medicamentos para evitar la mucosidad ni la tos en los niños. El control de la fiebre es importante, pero no nos debe de obsesionar. Evita terapias alternativas, ungüentos, productos milagrosos y suplementos de vitaminas.

6. Sé empático
Ponte en el lugar de tu hijo en cada momento, si está llorando o incluso cuando lo veas que se siente mejor. Estar atento y responder a sus necesidades lo ayudará a que de la enfermedad salga fortalecido, sano y, ya lo verás, uno o dos centímetros de más.

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